“¡Es como el pedo de Lucerito!”, grité mientras veía el último episodio de los Expedientes Secretos X. En ese capítulo, muchas personas parecían tener un recuerdo vívido de un hecho que jamás ocurrió, como parte de una conspiración gubernamental. Mi hermana, 10 años menor que yo, me preguntó: “¿de qué estás hablando?” No me quedó más remedio que poner pausa a las aventuras de Mulder y Scully y contarle a esta muchachita de 23 años uno de los mitos más difundidos en la década de los 90.
Cuenta la leyenda que durante una presentación del programa Siempre en Domingo —un show de variedades musicales que se transmitía por el Canal 2—, Lucerito fue víctima de una flatulencia que “soltó” al agacharse para agradecer al público, misma que fue magnificada por el micrófono que traía en las manos. Corría la década de los 90. Aún no existían Youtube, smartphones ni redes sociales.
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La misma leyenda afirma que Lucero, visiblemente apenada, ofreció disculpas, pero Raúl Velasco rápidamente intervino diciendo que no tenía por qué sentir vergüenza, “pues eso le pasaba a cualquiera”. Este mito urbano se extendió rápidamente, derivando incluso en apodos, rebautizándola como Lucerdito o Luzpedito. El hecho tuvo tanta resonancia que incluso la periodista Ivette Hernández Viborilda escribió una nota que tituló “La fuga prohibida de Lucero en Siempre en Domingo”, en la que contaba con santo y seña, cómo es que —según ella— se había desarrollado tan penoso incidente.
El rumor se fue adentrando en la memoria colectiva del pueblo mexicano como se filtra la humedad en un edificio. Tan es así que tiempo después el mismo Raúl Velasco, en un programa subsecuente, tuvo que dar una explicación en la que, sin usar la palabra “pedo”, pues se consideraba altisonante (recordemos que hablamos de la televisión nacional en los 90), salió a aclarar la situación. Ante ojos de millones de televidentes desmintió la información vertida por Ivette Hernández en su columna e incluso pasó el video en el que Lucero se agacha y da las gracias. En efecto, tal como queda demostrado en la evidencia audiovisual, la flatulencia jamás existió.
Sin embargo, no tardaron en aparecer teorías de conspiración que harían palidecer al mismísimo Jaime Maussan: una de ellas, quizá la más extendida, afirmaba que Lucero hizo todo lo que tenía a su alcance para desaparecer de la faz de la tierra toda evidencia del supuesto pedo. Para ello, según esta teoría, Lucero acudió al mismísimo Emilio Azcárraga, quien la respaldó en su cruzada por enterrar de manera definitiva cualquier prueba de su vergonzoso acto flatulento. Según los conspiranoicos, gracias a la todopoderosa mano del Tigre, el famoso video y cualquier otra prueba habría quedado silenciada para siempre y Lucero habría quedado libre de toda prueba de sus flatulencias.
“Yo lo vi, lo juro”, me dijo uno de mis amigos, en cuanto se me ocurrió hacer un sondeo en Facebook a ver si alguien en mis redes aún tenía fresco aquel hecho. “Claro que pasó, pero después alguien pagó para que fuera borrado”, señaló otro. Cuando creí que no podía encontrar una prueba más grande de este convencimiento colectivo, otro amigo acotó: “Hay un grupo de Facebook donde buscamos incansablemente ese video”. Y en efecto, el grupo existe. “Encontremos el video del pedo de Lucerito” es una comunidad creada en el 2008, donde, por increíble que parezca, aún hay actividad. 10 años después, la gente no pierde la esperanza de que aparezca el supuesto video.
¿Cómo es que hay videos de comerciales viejos o de programas que prácticamente ya nadie recuerda, pero no aparece evidencia alguna de un hecho que muchos JURAN haber presenciado? ¿Cómo es que nadie tiene un VHS viejo con ese penoso momento y que seguramente cualquier revista de chismes estaría gustosa de adquirir? Esto tiene una explicación científica, y se conoce como Efecto Mandela. A este fenómeno se le atribuyó este nombre porque hace unos años, la columnista Fiona Broome dijo haber experimentado una especie de “falso recuerdo” en el que el activista Nelson Mandela había muerto en la cárcel.
Fiona Broome aseguraba recordar de manera clara no sólo la noticia de la muerte de Mandela —que según ella habría ocurrido en la cárcel en los años 80—, sino que decía también recordar detalles vívidos y precisos de su funeral y de cómo las noticias habían dado cobertura al mismo. Para comprobar que no estaba perdiendo la razón, llevó esta discusión al internet, y para su sorpresa descubrió que miles de personas compartían con ella estos falsos recuerdos. Cabe señalar que, por supuesto, Nelson Mandela no murió en la cárcel. Si bien fue procesado en el año de 1962 y sentenciado a la cárcel de por vida, no sólo salió de ella en el año de 1990, sino que desde 1994 hasta 1999 fue presidente de Sudáfrica. Contrario a lo que mucha gente “recuerda”, Mandela murió como un hombre libre y rodeado de su familia, en el año de 2013, y no en la década de los 80.
Pero la supuesta muerte prematura del político sudafricano que muchos aseguran fervientemente haber presenciado, es sólo uno de muchos casos que desde hace tiempo tienen vuelta de cabeza a las redes. El ejemplo tal vez más sonado de este falso recuerdo masivo viene de Star Wars. La que es considerada la frase más popular del cine, en realidad jamás existió. Las palabras “Luke: yo soy tu padre” que han marcado a generaciones de fans, nunca fueron pronunciadas en el filme. En serio, aunque lo busques y rebusques en todos los rincones de la web, no lo vas a encontrar. Lo más cercano a ello es cuando Darth Vader dice “no, yo soy tu padre”, pero el nombre de Luke jamás es pronunciado.
Psicología, conspiraciones y universos paralelos.
La interrogante sigue abierta: ¿por qué la gente asegura, casi con la mano sobre la Biblia, que Lucerito se tiró un pedo si el hecho nunca tuvo lugar? ¿Por qué tantos afirman haberlo visto, ofreciendo incluso detalles precisos de algo que no ocurrió? Existen varias explicaciones, siendo la psicología la que brinda las más plausibles.
Puede que el pedo de Lucerito no sea más que una manifestación de un fenómeno llamado “criptomnesia” ¿Qué es esto? Palabras más palabras menos, lo que ocurre es que nuestro cerebro tiene fallas en el proceso de la memoria. Para compensar estas fallas, el cerebro coloca hechos imaginarios en vez de lo realmente ocurrido. Por ello es que los recuerdos se sienten como auténticos: el cerebro se encarga de falsificarlos tan bien, que para cualquiera pueden parecer reales. Así, una persona con criptomnesia le cuenta este hecho a alguien más, y éste a su vez se encarga también de difundirlo. Esto genera un hecho de “criptomnesia colectiva” que deriva finalmente en un Efecto Mandela.
Otra explicación es el folie à deux, expresión francesa que se puede traducir literalmente como “locura de dos”. El folie à deux es una especie de psicosis en la que dos personas pueden compartir una falsa percepción o alteración de la conciencia, encontrándose ambos plenamente convencidos de que su delirio es real. De hecho, este fenómeno puede masificarse y “contagiarse”, convirtiéndose en folie à trois (locura de tres), folie à quatre (locura de cuatro) y así ad infininitum, hasta convertirse en una folie à plusieurs (locura de muchos).
También existen otros fenómenos psicológicos como la falsa memoria, que son recuerdos que suelen presentar personas afectadas por estrés postraumático. Si alguna vez has tenido una “laguna” en la mente después de algún hecho violento, o si en vez de este hecho recuerdas otra cosa, lo que ocurre es que en realidad tu cerebro se niega a aceptar una realidad que puede dañarlo y se “protege” creando recuerdos falsos. Esto también puede explicar algunos casos de Efecto Mandela que no son masivos, sino que afectan a un solo individuo.
Otra teoría sugiere que el Efecto Mandela no es otra cosa que la confirmación de una de las frases atribuida a Joseph Göebbels: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Así, si alguien dice “ayer Lucerito se tiró un pedo en cadena nacional” y esta frase es repetida una y otra vez, la misma quedará impresa en la memoria colectiva como un hecho, aunque esto no haya ocurrido. Pero, ¿quién estaría tan interesado en destruir la carrera de Lucero o de mancharla a tal grado que estuviera decidido a echar a andar una maquinaria de este calibre? Es aquí donde nos topamos con las llamadas “teorías de la conspiración”.
Según los más conspiranoicos —sí, esos que sostienen que los illuminatti son un red secreta que busca un nuevo orden mundial—, el Efecto Mandela no es otra cosa que un experimento del gobierno en el que se están reemplazando los recuerdos de la gente con fines diversos. Basados en la frase de George Orwell de que “quien controla el pasado controla el futuro”, estas personas afirman que los gobiernos, coludidos con las grandes corporaciones, están alterando masiva y deliberadamente los recuerdos colectivos, desapareciendo y falseando información, para de esta manera, cambiar nuestra percepción de la historia.
¿Qué utilidad tendría alterar nuestros recuerdos de lo que ocurrió en el pasado? Se podrían negar hechos como la explosión de la bomba atómica, el holocausto judío o las miles de atrocidades que la Iglesia Católica cometió para justificar su status quo. El que muchas personas recuerden algo, pero no haya evidencias de ello —sí, como en el caso del pedo de Lucerito— bien podría tratarse de un experimento del que todos formamos parte y en el que finalmente terminaremos por aceptar que tal pedo jamás ocurrió, o que Mandela murió como un hombre libre y fue presidente, cuando tal vez en realidad nunca fue excarcelado y murió preso en la década de los 80. Dudar del recuerdo, crear una atmósfera de paranoia y en medio de un ambiente de duda y relativismo, poder controlar el futuro.
Pero si ya estas teorías macabras y francamente disparatadas parecían demasiado, hay quienes ofrecen algunas aún más delirantes. Hay quienes dicen que nadie se equivoca: ni quienes dicen que Mandela murió en los 80 o quienes dicen que murió después de ser presidente. Para ellos la solución está en la física cuántica. Según su “teoría”, ambas cosas pasaron, pero en universos paralelos.
Para ellos, el que haya personas que recuerden un hecho del que no hay evidencia en esta “dimensión” (como el mentado pedo), sólo es una prueba de que nuestras mentes son capaces de desafiar las leyes del tiempo-espacio y pueden viajar a dimensiones paralelas, pero que en algún momento ya no pueden regresar y se quedan atrapadas en universos que no les correspondían. Algo así como cuando una consola de videojuegos se glitchea, o como cuando ocurre un error en la Matrix.
¿Simple fallo en la memoria convertido en mentira colectiva o la prueba definitiva de la existencia de universos paralelos? El Razonamiento de la Navaja de Okcham afirma que, entre dos explicaciones, la más sencilla y plausible, casi siempre es la correcta. En el episodio 4 de la temporada 11 de X Files se habló precisamente del Efecto Mandela. Por supuesto, Mulder el conspiranoico, defendía a capa y espada la teoría de las realidades alternativas, mientras que Scully, mucho más racional y cientificista, se ponía del lado de las explicaciones más lógicas y admisibles. Si Scully saliera del show, seguro estaría de acuerdo conmigo en que el pedo de Lucerito no es más que un delirio colectivo que jamás existió.
Aunque aquí la última pregunta es: ¿neta tanto pedo por un pedo?