Cuando la acción en la cancha se convierte en una orgía de horror y desatinos es pertinente agradecer, primero que nada, a la afición. Anoche, el Pebetero de Ciudad Universitaria permaneció encendido a pesar del cubetazo de agua helada que significó la eliminación de Universidad Nacional de los cuartos de final de la Concachampions. Los aficionados acudieron al llamado de la directiva para llenar el estadio y prolongar la ilusión de ganar el torneo, y finalmente disputar el Mundialito. Ni una, ni otra. El conjunto auriazul volvió a caer ante Tigres. Ya son varias y por goliza.
El plantel de Juan Francisco Palencia tuvo un arranque dinámico, se dedicó a tocar el balón, y evitó que Tigres se hiciera del esférico durante algunos minutos. Sin embargo, lo primero que el aficionado se percató al ver a sus 11 representantes en la cancha fue la alineación. Los ojos buscaban a Matías Britos en el centro del campo, ahí donde el motor de todo equipo se encuentra, peleando, recuperando, abriendo espacios y filtrando balones. Pero no estaba. La misma extrañeza se presentó en la central. Se esperaba que en Olímpico Universitario la dupla Verón-Alcoba se encargara de poner orden en territorio puma. Pero Palencia tenía algo muy diferente en mente. Pablo Jáquez, el joven e inexperimentado canterano, reemplazó a Alcoba.
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El parado técnico fue tímido, por no decir agachón. Quizá Palencia cambió de parecer de último minuto y creyó que este torneo no valía la pena ganarlo. Después del tremendo partido en el Volcán, Britos debió arrancar de titular porque así lo exigía el rival y las instancias del torneo. La mentalidad en el banquillo se quedó muy corta comparada con la mentalidad en la grada. Por momentos nos dio la sensación que Palencia estaba esperando un gol de Tigres para poder reaccionar y meter a Britos. Y así fue. El problema fue que Jürgen Damm metió dos. Al minuto 69, Britos saltaba y estiraba sobre el área técnica, pero ya era demasiado tarde.
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Pumas ha sido un equipo bipolar, pero la bipolaridad se cura con una banca sólida y una dirección técnica con tamaños. El conjunto del Pedregal, como demostró anoche, no tiene ninguna de las dos. El proyecto de la Cantera Puma tomará, mínimo, dos temporadas para que comience a dar resultados. Por lo mientras, Pumas tendrá que ver cómo se las arregla para poder competir en liga. La desventaja se hará cada vez mayor considerando que los demás equipos están armados hasta los dientes con futbolistas extranjeros. Si la afición ganara partidos, Pumas ya habría sido campeón.
“Yo no planifico cuándo meter a un jugador, yo veo cómo se desarrolla el partido y con base en eso puede entrar un jugador”, declaró Juan Francisco Palencia en la rueda de prensa después de la eliminación. Al parecer, “Paco” vio otro partido en los últimos minutos del primer tiempo cuando Tigres se comió a sus laterales y el medio campo puma se convirtió en un territorio sin ley ni orden.
Queda reconciliarse con los fieles el domingo cuando reciban a Santos en la jornada 9 de la Liga MX.