Identidad

El persistente atractivo de Baba Yaga, la antigua bruja del pantano que adora comer personas

Una criatura con forma de sapo y brazos nudosos como troncos de árbol sostiene una enorme mano de mortero y una escoba con sus garras de color marrón oscuro. Sobresaliendo del borde de un mortero, la vetusta anciana permanece sentada en cuclillas con sus finos labios tan abatidos como sus oscuros ojos. Mechones salvajes de cabello sarnoso vuelan tras ella. A su alrededor, varias setas se elevan, rojas y rollizas, en contraste con su piel seca como la mojama. La inclinación hacia delante de su poco ortodoxo vehículo y su expresión de apremio indican que anda sumida en una búsqueda. En esta imagen en concreto, va en busca de una mujer llamada Vasilisa la Bella.

Según el folclore, Baba Yaga es una anciana sobrenatural que vive en lo más profundo de los bosques rusos, en una casa construida sobre patas de pollo y rodeada de pinos y calaveras que la alumbran. Las historias acerca de sus tribulaciones varían, pero normalmente o bien ayuda a los jóvenes visitantes que se topan con su cabaña durante sus viajes, o bien corta por lo sano y trata de comérselos. A través del folclore y dentro de diferentes narraciones individuales, Baba Yaga va cambiando y pasa de ser una protectora figura materna a ser una villana caníbal. Es muy conocida como bruja aterradora, pero Baba Yaga también es una antigua y compleja manifestación de los mitos en torno al origen y de los cambiantes miedos culturales.

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En el cuento de Vasilisa la Bella, con toda probabilidad la historia más famosa en la aparece Baba Yaga, la bruja asume varios roles aparentemente contradictorios. La bella Vasilisa vive con su malvada madrastra y sus dos modestas hermanastras, que conspiran para organizar su asesinato. Tras varios intentos fallidos, finalmente envían a Vasilisa a la cabaña de Baba Yaga, sabiendo que la anciana come humanos “como nosotros nos comemos un pollo”. Pero en lugar de devorar a la chica, Baba Yaga la obliga a realizar una serie de tareas menores aparentemente imposibles, como separar granos de arroz de semillas de trigo antes del atardecer. Cuando Vasilisa lo consigue, Baba Yaga le regala una de las linternas de calavera que rodean su casa. Cuando regresa a su casa, la linterna inmediatamente envuelve a su horrible familia en llamas, liberándola de su tiranía. Finalmente, la bella Vasilisa acaba casándose con el Zar.

Aquí, Baba actúa como embaucadora, villana y salvadora, ayudando en última instancia a Vasilisa a librarse de su madrastra y sus hermanastras, aunque para ello emplea medios engañosos y sobrecogedoramente violentos. A diferencia de la figura tradicional del hada madrina, Baba se encuentra fuera de los límites de la moralidad y su ayuda a menudo llega de formas amenazadoras.

La ambigüedad de Baba, según la experta en folclore Joanna Hubbs, está directamente conectada con su femineidad, y su femineidad con la naturaleza. Tal y como escribe Andreas Johns, autor de diversos libros de gran relevancia acerca de la mitológica anciana, entre ellos Baba Yaga: The Ambiguous Mother and Witch of the Russian Folklore (Baba Yaga: la ambigua madre y bruja del folclore ruso), “Hubbs […] se refiere a Baba Yaga como una encarnación de una gran diosa madre, cuya doble personalidad como genetrix y como bruja caníbal refleja la ‘paradoja fundamental de la naturaleza’”. En algunos aspectos es una figura representativa de la “madre tierra” y en otros está estrechamente vinculada con la muerte.

Baba Yaga en busca de Vasilisa. Foto vía Wikipedia Commons

El cuento del Príncipe Danila-Govorila condensa bien esta dualidad. En esta narración, una princesa llamada Katerina entabla amistad con la hija de Baba, a quien encuentra en la cabaña de la bruja cuando huye de los avances incestuosos de su hermano. Las dos finalmente escapan de la malvada anciana, quien repetidamente trata de encerrar a Katerina en su ardiente horno. Mientras Katerina y su nueva compañera huyen, arrojan tras de sí un peine, un cepillo y una toalla de tocador en un intento de frenar a Baba. El peine se convierte en una cordillera montañosa, el cepillo en un denso bosque y la toalla en un vasto lago.

Esta “escena de la persecución”, como la llama Sergey Levchin en su introducción al libro Russian Folktales from the Collection of A. Afanasyev (Cuentos tradicionales rusos de la colección de A. Afanasyev), es un motivo recurrente en las narraciones sobre Baba. Se trata de un motivo que el renombrado y controvertido experto en folclore Vladimir Propp veía, según Levchin, como un “eco del antiguo mito del otorgador del fuego (un proto-Prometeo), cuya huida de la morada de los dioses” ―o de la cabaña con pies de pollo, en este caso― “se convierte en un acto de creación de nuestro propio mundo, elevando montañas y bosques, colocando ríos y mares”. Al intentar devorar a sus presas humanas, Baba Yaga engendra la creación de un nuevo mundo para ellas.

En las innumerables representaciones folclóricas de su figura, los generalmente inquietantes atributos físicos de Baba Yaga son una constante ―normalmente se dice que tiene la nariz larga y dientes de hierro y que vuela a todas partes sobre su mortero―, aunque los diferentes contextos exacerban o destacan determinadas cualidades y determinados fenómenos asociados con ella. En algunos relatos, es una manifestación del invierno o de las tormentas; en otras es una diosa similar a Perséfone.

De acuerdo con las teorías de Johns, la complejidad y las contradicciones de Baba son las que la hacen única entre las demás figuras del folclore. “La mayoría de los personajes de los cuentos populares de las tradiciones europeas […] se comportan de una forma predeciblemente inequívoca en relación con el héroe o la heroína: o bien les ayudan o bien obstaculizan su camino”, escribe. “Dos personajes muy importantes de los cuentos son el villano, que daña o busca dañar al protagonista, y el colaborador, que ayuda y proporciona un agente mágico al héroe o la heroína”. Baba Yaga, desconcertantemente, asume ambos papeles. Y en ocasiones dentro de la misma historia.

Las incongruencias en la historia de Baba Yaga son tan sorprendentes porque existe dentro de un género que normalmente lucha contra las paradojas en su forma y contenido. No es habitual ver un personaje tan temperamental y cambiante ―que no se deja manipular por las lecciones morales simples― en ninguna tradición folclórica.

“Esa imagen de una mujer anciana viviendo en el bosque, haciendo lo que le da la gana todo el día, sigue siendo el sueño de mi vida”.

Tal y como reconoce Levchin, Baba Yaga genera más preguntas que respuestas. “¿Por qué quiere arrojar a sus invitados al interior de un horno al rojo vivo? ¿Es un demonio del submundo cuya misión es abrasar las almas de los pecadores? ¿[O] estamos escuchando el eco distante de un motivo más ancestral sobre la iniciación a través del fuego?”.

Como sucede con los personajes mitológicos, Baba Yaga es relativamente desconocida fuera de Rusia, pero tiende a atraer una gran admiración por parte de quienes la descubren. En años recientes ha acumulado una devota legión de seguidoras entre brujas y mortales por igual. Escribiendo para Patheos, una mujer conocida como Starlight Witch recordaba haber soñado acerca de la esquiva anciana eslava durante su infancia y haber llegado a pensar en ella como en una figura materna. En el grupo de Facebook Wiccan Unite hay varios hilos dedicados a su poder y a su perdurable legado. En The OA, de Netflix, se le aparece al personaje principal en visiones. La icónica escoba de Baba, que utiliza para limpiar las huellas de su mortero volador, fue recientemente mencionada en un artículo de Vogue. Y desde 2013, el sitio web feminista The Hairpin publica una columna de consejos (que con el tiempo se ha convertido en un libro) desde la perspectiva de Baba, convenientemente titulada “ Ask Baba Yaga” (Pregúntale a Baba Yaga). Incluso más recientemente fue votada por Jezebel como la Siguiente Criatura Más Bella.
Muchas de las fans de Baba Yaga la consideran como un icono feminista. Taisia Kitaiskaia, la mente tras Ask Baba Yaga, explicó a Broadly que para ella Baba Yaga es una figura inspiradora. “Esa imagen de una mujer anciana viviendo en el bosque, haciendo lo que le da la gana todo el día, sigue siendo el sueño de mi vida”, afirma.

Desde la antigua Rusia hasta sus fans actuales online, es la capacidad de Baba Yaga para vivir física y moralmente fuera de los límites de la sociedad y dentro de los límites de la paradoja la que la convierte en una figura tan atractiva y poderosa. Según Johns, el análisis feminista del folclore a menudo clasifica estos cuentos como el producto de una sociedad patriarcal, el reflejo del punto de vista masculino. De algún modo, la naturaleza paradójica de Baba desmiente y al mismo tiempo confirma esta lectura. Es cambiante y peligrosa, lo que podría verse como un reflejo del miedo que sienten los hombres hacia el poder sexual de las mujeres. Pero también es un reflejo del asombroso poder de la Madre Naturaleza, una figura complicada que es celebrada por su negativa a ser domesticada.

Como sucede con otras brujas, Baba es un agente causante de transformación que, según Kitaiskaia, “existe de algún modo fuera de las cosas que constriñen a la sociedad humana, como el tiempo y la moralidad”. Es posible que resulte tan atractiva para las mujeres actuales por su rechazo a regirse por los estándares sociales y por el poder que se desprende de ello. Es una figura femenina atípica, con un poder que no deriva de su belleza ni de su relación con los demás, sino que emana de su propio interior, de la tierra, de su cabaña y de su horno incandescente.