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El problema de llegar drogado al almuerzo familiar después de la fiesta


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Este texto originalmente se publicó en THUMP Colombia.

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Hoy en día no hay fiesta que no salude al sol y eso conlleva un montón de nuevos desafíos.

Suele suceder.

Es viernes y ya son más de las 4 am, aún estás inmerso en la oscuridad del templo. Tienes los ojos a medio blanquear y los cierras de vez en cuando con más fuerza como intentando controlar lo incontrolable. Aun así puedes ver el serpenteo de los fulgores lumínicos que se trenzan en esquemas repetitivos y sincronizados con el sonido. Se va trenzando también tu cabeza. Vas escapando. El beat continúa galopante detrás de ti y vas de arriba a abajo como una montaña rusa. Te escurres de a poco con el estrober, te derrites lentamente con el bajo, suspiras como lo hacen los amantes recién sellan el coito… estás extasiado.

Y mucho.

Con las horas, la idea de pegarle otro mordisquito a ese corazón parece inofensiva y entonces lo haces. Manito al bolsillo, Ziploc que se abre y ¡zuas!… mordisquito. Te extienden una botella de agua y das las gracias de reojo, con la cara lavada y casi colgando, la jeta descuajada, los ojos en el rabo. Mientras se suceden cada uno de esos parpadeos lentos, el reloj ya marca las 8 am y entonces recuerdas, como último sueño lúcido, que en cuatro horas es el almuerzo de cumpleaños de tu puto cucho.

¿Qué hacer?

A continuación, una guía práctica para salir bien librado de este percance recurrente:


1. Huye.

Imposible. Es el cumple del hombre que te dio la vida… y el que te da dinero para drogarte.

2. Llega con mariachis.

Ya con el ojo afuera, o los dos, pues aprovecha, recoge a un conjunto en el camino de regreso, compra un guaro y brinda con tu padre. Arranca con “Las mañanitas”. Grita “¡Te quiero, papá!” a una cuadra de llegar.

3. Aprovecha la fiesta y dile a tu familia lo mucho que la amas.

Pero cuidado abrazando a tu prima te da por besarla en frente del abuelo.

4. Disimula la cajeada masticando con toda ese bistec de caballo.

Te va a quedar muy difícil roer ese corte de animal con la mandíbula como la tienes pero ni se te ocurra no comer, es demasiado sospechoso.

5. Desvía la atención que hay sobre ti a como dé lugar.

Aprovecha que tienes a toda tu familia congregada para hablar de la ninfomanía de tu hermana, la chucha de tu madre o del problema de hemorroides del abuelo.

6. Si el tema es de pupilas dilatadas, mira al sol para que ambas se contraigan.

Si quedas ciego por lo menos no te van a castigar. Punto para ti.

7. Abre la ventana del taxi de par en par a ver si eso te despierta.

Es un engaño mental porque no tienes mucho arreglo igual.

8. Antes de abrir la casa con tu llave, límpiala. Tu padre puede estar del otro lado esperándote con una chancla de caucho. Recuerda las viejas pelas de Melgar.

¡Vicioso!

9. Saluda como si nada y con un descaro olímpico, como si hubieras estado en una cata de vinos.

“Bien ma. Todo bien. No nada, estuvimos con los de siempre. Bailamos sí, pasamos rico”.

10. ¡Madura!

Acuérdate con antelación del puto cumpleaños de tus papás antes de darte en un jale. Aplica este eslogan: #MaduraAntesDeDarteEnLaMula”. Una campaña de THUMP.