Fotos: Santiago Sepúlveda
Pegarlo constituye un legítimo arte. La destreza con la que cuentan nuestros marihuaneros a la hora de ejercer este oficio nos hincha de orgullo. Esta loable labor perfectamente podría ser parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial, ¿o no Juan Manuel? En medio de una horda salvaje de miles, ocurre un verdadero despliegue de motricidad fina, paciencia y dedicación, encaminados hacia la recompensa vaporosa que nos brinda una cafuchita bien cogelona. ¡Cosa rica de plan no joda!
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Estos rockeros desaliñados que vienen al simoncho a trabarse por tres días seguidos, mientras transcurre el festival más del putas de Colombia, podrán ser una fuga gruesa en la economía de sus padres, pero qué verracos para armar bien porros. La logran inclusive en las condiciones más adversas: al sol y al agua, entre el pogo, acurrucados, jinchos… cómo sea la logran. Por eso hicimos esta galería, para rendirle un homenaje al arte milenario de rolarse un tales.
Péguelo hijuemadre y…¡Póngale patines!