El regreso del Toro: Fernando Valenzuela salva a Tigres

Fernando Valenzuela encabeza a un grupo de inversionistas que adquirió al Club de Beisbol Tigres de Quintana Roo con nombre e insignias, informó el ya ex propietario del equipo, Carlos Peralta, en rueda de prensa la mañana del domingo.

“Siendo sensibles a las múltiples muestras y expresiones que he recibido de la afición, manifestando su temor de que la gran tradición y el legado de Tigres desaparezca, y ante la oportunidad e interés de un grupo regional de inversionistas con probada calidad moral, amor por el béisbol y un plan de desarrollo futuro para el equipo en la plaza de Cancún, después de meditarlo detenidamente, he tomado la decisión de vender el equipo y el nombre de Tigres”, informó Peralta.

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En días pasados, Carlos Peralta había hecho pública su intención de separar al equipo de la Liga Mexicana, poner a la venta la franquicia, y desaparecer el nombre de Tigres, y sus logos. Hace una semana, se realizó una protesta en el Ángel de la Independencia a la cual asistieron centenares de aficionados de los Tigres para reclamar la decisión. Tal parece que la protesta fue recibida y escuchada por su propietario quien rectificó y optó por vender también el nombre Tigres y sus logos para que pueda seguir con vida la tradición de uno de los equipos con más historia en la liga. Por primera vez en casi 60 años el club Tigres cambia de manos.

El legendario Toro de Etchohuaquila salió al rescate. Desde que alcanzara su máxima popularidad durante la Fernandomanía de 1981, Fernando Valenzuela había permanecido con un perfil discreto desde su retiro. Trabaja como comentarista en las transmisiones en español de los Dodgers, pero no había tomado un papel en activo como coach, manager o directivo.

Desde que Valenzuela fuera comprado por los Dodgers en 1979 luego de una gran temporada como novato con los Leones de Yucatán, el Toro regresó a la Liga Mexicana con los Charros de Jalisco ya veterano en 1992 y 1994 buscando ganarse una nueva oportunidad en Grandes Ligas y la consiguió. La experiencia de Valenzuela en Liga Mexicana de Beisbol se limita a esos tres años con Leones de Yucatán y Charros de Jalisco.

Durante su carrera y después de ella, Fernando Valenzuela se ha mantenido viviendo en Estados Unidos, pero siempre pendiente de lo que ocurre en México. Ha respondido al llamado cada vez que ha sido requerido como coach honorario de algún representativo de México para el Clásico Mundial de Beisbol.

El paso que ha dado Fernando Valenzuela con los Tigres va más allá de todo lo que había hecho el Toro por el beisbol mexicano. Se especula que en realidad es un prestanombres y que el equipo pertenece al gobierno del estado de Quintana Roo. La versión no parece del todo real. Es probable que el gobierno de Quintana Roo tenga participación, pero Valenzuela no tendría ninguna necesidad de actuar como prestanombres si su vida y sus negocios están en Estados Unidos. Al contrario, parece claro que Valenzuela ha invertido de su propio dinero y ha corrido el riesgo de asociar su nombre al proyecto. Parece claro también que Fernando Valenzuela tenía ganas de hacer algo por el beisbol mexicano y ha decidido intervenir. Porque para ser dueño o accionista de un equipo, bien pudo hacerlo en Estados Unidos, porque el dinero y las relaciones para hacerlo allá, también lo tiene.

Fernando Valenzuela, como decíamos, se había mantenido ajeno a los usos y costumbres de la Liga Mexicana de Beisbol por décadas. Por lo tanto, parece poco factible que haya decidido involucrarse para ser mero prestanombres y arriesgar el buen nombre que tanto ha cuidado. En realidad, este es el paso en el que Fernando Valenzuela busca involucrarse en el beisbol mexicano, en específico. El Toro no solo quería involucrarse en el lado operativo del beisbol, de cualquier beisbol, sino hacerlo en México.

De cierta forma, el Toro lo confirmó en la conferencia de prensa en que se anunció la compra de Tigres.

“Me siento contento de que el beisbol siga adelante y nunca me había imaginado estar al frente de una organización”, dijo Valenzuela, en clara alusión a todo el tiempo que se había mantenido ajeno a la operación de un club de beisbol.

El Toro llega precisamente en uno de los momentos más difíciles en la historia del beisbol mexicano, con una amenaza de división. Con visiones encontradas sobre a dónde debe ir la Liga Mexicana. Por un lado, los clubes que quieren limitar la cantidad de peloteros mexicanos nacidos fuera del país, y apoyar al pelotero formado en México; por el otro, un bloque de dueños de equipos que quieren dar espectáculo, cueste lo que cueste. Fernando Valenzuela pretende ser el punto de unión que vuelva a dar cohesión a la liga.

Se trata del regreso del hijo pródigo. Estamos hablando del más grande ídolo en la historia del beisbol mexicano. A comienzos de los 80, Fernando Valenzuela hizo sentir a los mexicanos que todo era posible. Que un joven humilde salido de un poblado hundido en la pobreza podía triunfar en Estados Unidos, y demostrarle a todos sus paisanos que buscaban un símbolo alrededor del cual unirse, que se puede ganar.

Valenzuela fue un jugador descubierto y hecho en México, que se fue muy joven a Estados Unidos. Pero la del Toro es también una historia de migración, como la de los jugadores mexicoamericanos que hoy se quieren limitar en México. Al final, el gran orgullo del beisbol mexicano ha vivido más años de su vida en Estados Unidos, que en México. Así son las migraciones.

Hoy, en tiempos en que el ambiente está tan enrarecido con las políticas de Donald Trump, los mexicanos necesitan de historias como la de Fernando Valenzuela. El Toro lo sabe y ha decidido salir de su perfil discreto para asumir una responsabilidad que él mismo se ha puesto: ser un rostro de influencia. Como lo hizo en los 80, el Toro volverá a señalar el camino.