Música

El sangriento debut de Brujería inspiró a una generación de metalerxs latinxs

Este artículo apareció originalmente en Noisey US.

Uno no ve cabezas decapitadas todos los días. Y sin embargo ahí estaba esta, colgando contra una tela blanca, sostenida por una mano anónima para la inolvidable portada del álbum debut de 1993 de Brujeria, Matando Güeros. Los responsables de este acto profano —al menos por implicación— aparentemente fueron los miembros de una pandilla mexicana de narcotráfico que practicaban el satanismo, y que además tocaban heavy metal del más extremo.

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Mucho antes de que Breaking Bad y su precuela Better Call Saul llevaran la brutalidad de los carteles de droga al dramático mundo de la cultura pop, y antes de Donald Trump y su preocupación por la amenaza que representan los MS-13, estaba Brujería. Escuchar Matando Güeros en 1993 y empaparse de todo lo que representaba su portada se sentía como si uno se encontrara con algo verdaderamente ilegal, como descubrir la existencia de una secta que le hace culto a la muerte operando en el sur —e incluso hasta en el norte— de la frontera que separa a México de Estados Unidos. Por medio de seudónimos como “Asesino” y “Juan Brujo”, y del uso de máscaras en las sesiones de fotos para proteger sus identidades criminales, la sola existencia de Brujería parecía ser delincuente y su música en español era algo aterradoramente incomprensible para una audiencia mayoritariamente estadounidense.

Por supuesto, nada de eso fue cierto, pero como explicó uno de sus fundadores, el exguitarrista Dino Cazares, se trataba de más que un engaño. “No era una caricatura de Cannibal Corpse en una portada”, dijo. “Había realismo; temas reales, historias reales, fotos reales”.

https://www.youtube.com/watch?v=NvaH34M2nCE

“De la nada, una banda de death metal mexicana apareció, y la gente quedó como ¿qué mierdas es esto?!“.

Los orígenes de Brujería fueron, más bien, una mezcla razonable de convenciones con un toque macabro. Entre mediados y finales de la década de los 80, antes de su proyecto más exitoso, Fear Factory, Cazares no era más que otro músico de Los Ángeles que hablaba y socializaba con otros músicos de heavy metal. Gracias a Jim Martin, guitarrista de Faith No More, conoció al bajista de la banda, Billy Gould, quien a su vez le presentó al vocalista John Lepe. En una temporada navideña, mientras pasaban el rato en los estudios de KXLU con Pat Hoed, conductor del programa de punk Final Countdown, de la emisora de Loyola Marymount University, Cazares y sus amigos se encontraron con un periódico mexicano que decía en su titular BRUJERíA. El artículo, escrito todo en español, contaba la historia del narcotraficante Adolfo Constanzo y su cartel de devoción satánica, que con sacrificios humanos al ángel caído protegían sus operativos ilegales de los federales.

“Cuando [Constanzo] era niño, su madre practicaba santería: magia blanca”, explicó Cazares. “A medida que fue creciendo e involucrándose con las personas equivocadas dijo, a la mierda eso, hagamos brujería“.

Con fascinación y una influencia inmediata de ese terrible relato, que además fue infame por nunca resolverse y por su investigación alrededor de la desaparición del estudiante universitario Mark Kilroy, Cazares (Asesino), Gould (Güero Sin Fe), Hoed (Fantasma), y Lepe (Juan Brujo) decidieron formar Brujería en esa coyuntura. Todos los elementos espeluznantes y abominables de una banda de extreme metal estaban ahí: drogas, secuestro, asesinatos rituales y, sobre todo, satanismo. Sin embargo, la agenda del grupo creció a algo más grande, como dijo Cazares, que la simple explotación de temas controversiales.

Foto cortesía de Dino Cazares

“La mejor manera de describirlo era como políticas de fronteras”, dijo. “Sé que todo es brutal y siniestro y hardcore, pero con el tiempo se convirtió un poco en un mensaje positivo”. Brujería no solo tomó temas prestados del crimen de Constanzo, sino de temas contemporáneos de sentimientos antimexicanos y racismo, particularmente en el estado en el que vivía.

“Aquí en California, todos los gobernadores y alcaldes siempre dijeron tenemos que controlar las fronteras, como lo que hace Trump hoy en día”, dijo Cazares. Citó específicamente al republicano Pete Wilson, quien fue senador y gobernador del estado en diferentes épocas entre 1993 y 1999, con políticas antiinmigración inhumanas como redadas armadas y separaciones familiares forzadas que se asimilan a las prácticas que se ejercen hoy en día en todos el país. “Lo que hacen los agentes de ICE ahora, lo han estado haciendo desde siempre aquí” (En 1995 Jello Biafra interpretaría a Wilson en una parodia de la banda en su segundo disco Raza Odiada).

Esa atmósfera de abuso institucional y de miedo motivado por la política estaba intrínsecamente vinculada al tráfico de droga y a la trata de personas, lo cual hizo que temas como “Cruza la Frontera” y “Leyes Narcos” se sintieran más realistas para aquellos que pudiesen entenderlas. Cazares lamenta la forma casi caníbal en la que las condiciones precarias en México y en países más al sur generaron la inmigración a lugares como California, que luego reaccionó con agresión y violencia frente a todos los que cruzaran la frontera mientras llenaba los bolsillos de los carteles cada vez más. “Todo es por el control de la puta frontera”, dijo sobre el álbum, que es un oscuro retrato que captura brillantemente la esencia de esa lucha.

https://www.youtube.com/watch?v=T8F1ov6mqrw

La actual integrante de la banda, La Bruja Encabronada, que se rumora es la actriz Jessica Pimentel de Orange Is The New Black, no estuvo en Brujería durante Matando Güeros, pero recuerda perfectamente al álbum. “Me asustó hasta la mierda, honestamente”, dijo; había conseguido una copia pirateada en su secundaria. “Era la primera vez que escuchaba música que realmente me hacía sentir físicamente incómoda. Cruzaba la línea de muchas manera y aún hoy lo hace”.

“Nos reíamos del black metal”, dijo Cazares. “Esto era mucho más pesado y real que cualquiera de esos tipos noruegos”.

Aunque líricamente Matando Güeros haya excluido a los angloparlantes, con amenazas literales y performativas de masacrarlos en el primer track “Pura De Venta”, visualmente el álbum se apropió de algo que teóricamente está a la mano del gringo blanco, pero que en la práctica es inaccesible: los tabloides en español. Uno en particular, llamado ¡Alarma! era similar al National Enquirer, con la excepción de que con frecuencia publicaba imágenes grotescas de muertes para que sus lectores ojearan. “Uno abría el diario y podría leer historias como que le dispararon a un policía”, dijo Cazares sobre su contenido. “Y mostraba una foto del policía con su cabeza estallada. No les importaba una mierda”.

¡Alarma! proveyó a Brujería con imágenes perturbadoras para hacer de Matando Güeros un álbum inolvidable. El desafortunado caballero con rostro desfigurado que sale en la portada salió directamente de esas páginas, al parecer por un negocio de drogas que no salió como debía. “Amarraron a este tipo, lo tiraron a las vías del tren, fue arrollado, decapitado y sus piernas fueron cortadas”, explicó Cazares. La brutalidad de la fotografía hizo que él tuviese que contactar al tabloide, que respondió diciendo que mandaría las imágenes por 250 dólares.

Después de tres semanas de haber enviado el pago, llegó un sobre con todas las fotografías de la escena del crimen, que Brujería luego usó para el empaquetamiento del CD. “Los fotógrafos tomaban las fotos y se las daban a la policía, pero por debajo de cuerda también las vendían a estos periódicos”, dijo. “Así fue como conseguimos las fotos reales”.

Foto cortesía de Nuclear Blast

Considerando que el año era 1993, con la vocera del PMRC Tipper Gore en la Casa Blanca, la industria de la música reaccionó como uno esperaría frente al arte escalofriante de Matando Güeros. A pesar de que la banda contaba con el apoyo de Roadrunner, el sello tuvo que tomar precauciones para asegurarse de que el disco llegara a las tiendas. “Tuvieron que ponerle una cubierta negra en el frente”, dijo Cazares.

Puede que esa jugada haya tranquilizado las consciencias de los vendedores, o incluso engañarlos, pero no previno la reacción de una parte de la industria que rara vez se involucra. “Quienes empacaban los CDs debieron ser hispánicos”, dijo. “En las cajas había oraciones que bendecían el disco porque creían que era diabólico”.

Brujería pudo haber aterrado a los distribuidores, pero no cabía duda de que los metaleros astutos que ponían a sonar Matando Güeros detectaban rastros musicales de Fear Factory, que también estaba firmada bajo Roadrunner en esa época y que había sacado su álbum Soul Of A New Machine en 1992. El rol compositivo de Cazares en ambos proyectos hizo que eso fuese más o menos inevitable. Sin embargo, gracias a la confidencialidad por parte de la banda y el sello, las identidades de los miembros fueron de pura observación especulativa en ese momento. Y aunque eso era más posible que simplemente creerles en su imagen, había una inocencia juvenil y suburbana que reinaba en los días antes de Google y Wikipedia. De nuevo, estamos hablando de 1993, una época en la que un adolescente con suerte podría conseguirse una copia de Faces Of Death en alguna videotienda sin muchas restricciones y quedar boquiabierto con escenas sumamente gráficas, incluso para el horario nocturno de la televisión por cable.

Factible o no, era más divertido para los oyentes creer en la fantasía asesina, como sucede todavía con mucha de la música rap. En cierto nivel, queríamos estar moviendo la cabeza con las canciones interpretadas por narcos-satanicos autoproclamados.

Otro componente práctico de la mística de Brujería tiene que ver con permitir una alineación más o menos flexible. “La verdadera razón por la que usamos máscaras era porque a lo largo de los años tocamos con diferentes artistas, y algunos de ellos estaban en grandes sellos”, dijo Cazares. “¡Warner Bros. nunca dejaría que los tipos de Faith No More fueran parte de Brujería!”. Esta solución contractual los encasilló en el truco incluso cuando circularon rumores de sus identidades. Esto también hizo que la banda dejara de tocar en vivo, años después de Raza Odiada.

La Bruja Encabronada gira haciendo parte de su última encarnación, que todavía depende mucho de máscaras y a propósito hace confuso determinar quién es quién en el escenario. Ella lo considera un honor.

“Ser alguien de ascendencia latinoamericana, ser capaz de cantar sobre tu herencia o lo oculto en la lengua de tus padres es una experiencia visceral”, dijo. “Veo eso en los rostros de muchos fans que están gritando, llorando, cantando y alzando el puño con nosotros”.

Aunque esta teatralidad sí profetizó lo que grupos como Slipknot harían después, Cazares aclara que esa condición también refleja aspectos importantes de la vida mexicana. En la guerra contra las drogas, la policía mexicana solía usar máscaras para proteger sus identidades. Del mismo modo, los revolucionarios izquierdistas Zapatistas del sur hacían lo mismo. “Había un tipo en Chiapas que se hacía llamar Subcomandante Marcos”, dijo. “[Los Zapatistas] usaban máscaras para que que no supieran quiénes eran y mataran a sus familias”.

“Desde el primer momento del primer álbum, Burjeria siempre cruzó la raya”, dijo La Bruja Encabronada. “No creo que todo deba ser tomado literalmente, pero tal vez las metáforas se toman a los extremos para que impacten en lugares donde afecten, y te abran los ojos al mundo que quieren esconder de ti”.

Como con toda buena sátira, el humor mórbido de Brujería nunca perdió el foco de la realidad profundamente oscura de la que hablaba. Al burlarse hacían evidente una herida, exponían la fealdad que rodeaba la frontera, e incluso educaban a la gente en el proceso.

“Nuestra forma de lidiar con eso era burlándonos”, dijo Cazares. “Si uno no se ríe de eso, uno muere llorando”.

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