Este artículo fue publicado originalmente en VICE News, nuestra plataforma de noticias.
Imaginen que sus hijos aprendieran cómo usar un rifle en clase. Que sus mentores les alentaran a convertirse cuando grandes en los portadores de “antorchas de fuego con las que quemarán a los Cruzados y a sus agentes”, y que aquellos profesores que no cumplan con las directrices del currículum escolar sean castigados físicamente en público. Exactamente eso es lo que experimentan diariamente los niños y niñas de Raqqa, Deir Ezzor o Mosul en sus escuelas, convertidas en fábricas de nuevos muyahidin para el Estado Islámico (EI). Escuelas convertidas en espacios en los que el terror es la cotidianidad.
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El pasado 11 de noviembre, la oficina de información del Estado Islámico en la provincia de Aleppo (Wilayat Halab usando su terminología) difundió por Telegram y otras redes sociales un video de unos 20 minutos titulado La juventud noble en el que se podían observar las escuelas y campos de entrenamiento reservados a los hijos de los muyahidin luchando en la zona.
La estética no puede ser más terrorífica: mientras una voz en off presenta a los niños y jóvenes como la avanzadilla de la lucha contra los infieles, estos aparecen realizando un performance propio de unidades militares en el campo de fútbol de la escuela. Luego empiezan las lecciones sobre la Sharia y jurisprudencia islámica, redondeadas con una clase maestra sobre cómo limpiar, cargar y utilizar un Kalashnikov.
En la provincia de Deir Ezzor, en el sureste de Siria, el nuevo curso escolar empezó a finales del pasado octubre con la puesta en marcha de nuevas escuelas de primaria. Bajo amenaza de multas e incluso castigos físicos, los padres tienen que cumplir todas las exigencias del grupo terrorista.
En Mayadeen, por ejemplo, los alumnos deben acudir a clase con uniforme negro de manga larga (“estilo Pakistaní”). Adentro, se les segrega por género desde el primer curso y a las chicas sólo se les permite estudiar hasta cuarto de primaria según informó el grupo Deir e-Zor is Being Slaughtered Silently.
Raqqa, la autoproclamada capital del Estado Islámico, viene experimentando el modelo educativo del grupo armado desde su captura a principios de 2014. Un comunicado del 30 de agosto ya establecía cuáles eran las directrices que los maestros debían obedecer, como por ejemplo eliminar cualquier elemento en las asignaturas de matemáticas o física que contradiga su interpretación de los textos sagrados, o eliminar cualquier concepto relacionado con el patriotismo, nacionalismo o los estados existentes y sustituirlos por referencias al Estado Islámico. Abu Abdullah, un antiguo maestro de primaria en Raqqa detalló a Syria Direct cómo un antiguo compañero suyo recibió 30 latigazos por dibujar un mapa de Siria y escribir los nombres de los estados contiguos.
“Estamos delante de una generación sin educación. Los niños están creciendo acostumbrados a las pistolas e incluso a las ejecuciones públicas”, apunta Abu Abdullah.
Según la propaganda difundida permanentemente por el Estado Islámico, la educación primaria es uno de los pilares del día a día bajo su autoproclamado califato. Una educación, no obstante, que cuenta con un currículum académico hecho a medida para las intenciones de la organización: la reescritura de la Historia y la deformación de la realidad.
Historia, ciencias naturales, literatura, matemáticas o inglés son sólo algunas de las asignaturas cuyo currículum ha sido rediseñado hasta el último detalle en las poblaciones que se encuentran bajo el dominio del Estado Islámico. La enseñanza de ciencias como la biología se encuentra encorsetada por la interpretación que el EI hace de varias fuentes religiosas, lo que lleva a la desaparición de cualquier mención, por ejemplo, de Darwin y su Teoría de la Evolución.
El estudio de ciencias como la física es especialmente fomentado en las escuelas del Estado Islámico, aunque su finalidad radica en lo que resulta evidente: asegurar conocimientos básicos para el desarrollo de infraestructuras, explotación de recursos y confección o manipulación de dispositivos bomba.
Asignaturas como historia del mundo, filosofía, literatura, arte o música no tienen lugar en las aulas del Estado Islámico. La distorsión de las mentes de los alumnos en período de crecimiento es abrumadora: a cambio de las mencionadas prohibiciones, se añaden lecciones de fe islámica, educación en el Corán , enseñanzas del Profeta, o política en la ley islámica. Todo, bañado en la casi apocalíptica estética que utiliza el Estado Islámico en todos sus contenidos, desde panfletos propagandísticos hasta videos de guerra o libros escolares.
Unos 20 libros conforman actualmente el currículum del Estado Islámico para niños de entre 6 y 12 años, diseminado extensamente por las redes sociales a finales del pasado octubre. Cabe decir, no obstante, que antes del desarrollo de su propio plan educativo, el Estado Islámico utilizaba libros de texto muy parecidos a los utilizados en Arabia Saudita.
Sólo hace falta observar las portadas o leer unas pocas páginas para darse cuenta del mensaje que se intenta transmitir. En el libro sobre actividades físicas, dos palabras se repiten como un mantra: permanecer y expandirse. Las mismas palabras que configuran el lema del grupo terrorista: baqiya wa tatamaddad. El libro de matemáticas, por su parte, cuenta incluso con problemas aritméticos adaptados a las intenciones del EI: ” Si el Estado Islámico tiene 275.220 héroes en una batalla y los infieles (al-kafireen) 356.230, ¿quién tiene más soldados?”.
Si por un lado queda claro que el objetivo es adoctrinar las mentes de los varones más jóvenes viviendo bajo su yugo, el Estado Islámico relega a la mujer a un papel residual en lo que a educación se refiere. El manifiesto Mujeres del Estado Islámico, escrito por la Brigada Al-Khanssaa, ya se encargó de demonizar a las mujeres “occidentalizadas” que buscan profundizar en lo que la brigada considera “ciencias inútiles”, en detrimento de afianzar conocimientos entre los 7 y los 15 años como coser o cocinar.
Entre 300.000 y 400.000 estudiantes, cuyos actuales estudios no serán reconocidos por el Gobierno iraquí, viven actualmente en Mosul, una de las poblaciones más importantes bajo el dominio del Estado Islámico. Piensen en ellos, en los niños educados en el terror y el fanatismo. Piensen en los niños que llevan años sin poder ir a la escuela por culpa de la guerra. Una generación que, si el Estado Islámico consigue permanecer a largo plazo, estará plenamente socializada en el terror y la violencia. En Raqqa, Deir Ezzor, Mosul o en las afueras de Aleppo. Terror que no es puntual, sino que está en el día a día que penetra casas, libros y vidas.
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