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A mediados de 1990, Leonardo DiCaprio era el rey del mundo; la estrella de cine con carita de bebé estaba a punto de interpretar el papel principal en Titanic y le gustaba pasar parte de su tiempo libre con Dana Giacchetto, un ex inversionista bancario y miembro del nuevo grupo de música new wave Breakfast in Bed. Los dos tenían un par de cacatúas, llamadas Ángel y César, y organizaban fiestas espléndidas para las personas más poderosas de las industrias del cine, la moda y las finanzas de la década de 1990, como Michael Stipe, Andrew Cuomo, Kate Moss, Winona Ryder, Harmony Korine y Alanis Morissette, entre otras celebridades.
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Entre las cosas que suelen hacerse en las fiestas que terminan tarde —como regar excelente champaña por todos lados—, algunos invitados hacían tratos de un millón de dólares ya avanzada la noche, al menos eso es lo que cuenta Giacchetto. Su vida de lujo se acabó en el año 2000, cuando fue arrestado y declarado culpable por haber cometido fraude bajo el Acta de Asesores de Inversión. Después de eso, la mayoría de sus clientes lo abandonaron y la corte lo sentenció a una condena de 57 meses como máximo en la cárcel por apropiarse indebidamente de aproximadamente nueve millones de dólares. Gracias a su buen comportamiento, el tiempo ya cumplido en prisión y su voluntad por entrar en un programa de rehabilitación, fue puesto en libertad antes de tiempo, pero su vida no ha vuelto a ser la misma.
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