Con tan solo ver el arte de Bienaventuranza, el cuarto álbum del argentino Pedro Canale bajo el alias Chancha Vía Circuito, se empieza a sentir la conexión con esa región andina que tanto ha informado y moldeado su obra musical en una década de carrera. En parajes vastos rodeados de montañas, se observan disfraces como los que se utilizan en celebraciones autóctonas del Carnaval en poblados de países como Bolivia, Chile y Perú. Pero para quien conozca su discografía, está claro que la visión de Chancha nunca ha estado limitada por la tradición, sino que es un vehículo para la innovación.
Desde la salida de Amansará en 2014, Canale ha gozado de una atención internacional sin precedentes, llevándolo a girar alrededor del mundo numerosas veces, trasladando su característica versión de música de baile a los rincones más inesperados. En estas presentaciones, compartidas con dos integrantes en vivo, Heidi Lewandowski (a.k.a. Kaleema) y Federico Estévez, fue donde se comenzó a reorientar el camino de Chancha haca un enfoque más asociado a una banda que a un proyecto electrónico de estudio, que finalmente desembocó en Bienaventuranza.
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A pesar de que hay numerosas ocasiones que llaman al baile, Bienaventuranza no se podría catalogar como un disco para el club. Es más bien un disco cuidadosamente construido que barre sentimientos desde la contemplación hasta el júbilo, y que genera la sensación de que la música emana desde el interior de uno mismo hacia afuera, y no al revés.
Abriendo con los conmovedores rasgueos de charango en la hermosa versión que hace de “Los Pastores”, del boliviano William Centellas, hasta el cierre del disco con la desgarradora oda al amor “Gira Gira”, Bienaventuranza es una aventura inspiradora que, al conjugar sonido y sentimiento, recompensa al oyente con emociones duraderas.
Canale cuenta también con colaboradores que fungen como guías en esta aventura. La ganadora del Polaris Prize Lido Pimienta y el MC de dancehall Manu Ranks aparecen en su coqueteo con el dembow titulado “La Victoria”; Mateo Kingman sorprende en la plegaria bailable “Ilaló”; Gianluz aporta voces a la fábula etérea “Niño Hermoso”; y Miriam García, folklorista y colaboradora habitual de Chancha, canta a dúo con Canale la evocadora y misteriosa “Nadie Lo Riega”. Su banda en vivo juega un papel fundamental en la interpretación de instrumentos, y Kaleema incluso aporta la voz principal en “Kawa Kawa”, una canción nacida de la improvisación en uno de sus ensayos.
Aprovechamos una pausa en la reciente gira europea de Chancha Vía Circuito para conversar con Canale quien, desde Suiza, nos habló sobre los detalles del Bienaventuranza, su amor por la música Latinoamericana, su conexión con las audiencias internacionales, y su evolución a una década de la salida de su debut Rodante.
NOISEY: Lo primero que indudablemente salta a los oídos al escuchar Bienaventuranza es su intención cercana al formato banda, además de un mayor uso de instrumentación orgánica. ¿Crees que la reciente iteración en vivo de Chancha Vía Circuito con Kaleema y Federico Estévez terminó manifestándose en las grabaciones?
Pedro Canale: Esa es justamente la visión más cercana a la realidad. Sucedió que, después de que sale Amansará, el disco anterior en el 2014, nos pusimos a trabajar mucho en el show en vivo, que estaba muy verde. Entonces, fue tanto el trabajo tocando con Heidi y con Federico en formato banda que las primeras composiciones que salieron del disco fueron parte del juego de ir ensayando y de improvisar en la sala. Es un disco que tiene un trabajo más de equipo, donde hay mucho más protagonismo de parte de Federico y de Heidi. Y claro, salió así, un disco como menos electrónico y como más parido de banda.
El disco trae desde canciones como “Barú”, que es prácticamente un track de hip-hop, a “Gira Gira”, un tema de solo voz y golpe de tambor. ¿Qué les dirías a las personas que hoy todavía usan la etiqueta “cumbia digital” para describir la música de Chancha?
A mí eso me hace pensar que o que mucha gente no termina de entender lo que es la cumbia, o que piensan que lo de la cumbia digital es algo más abierto de lo que es, en donde podrían caber estas canciones. Pero la verdad es que con el tiempo el proyecto se fue alejando del sonido más cumbiero, y me resulta muy gracioso, muy simpático que la gente siga hablando de cumbia digital.
Nuevamente cuentas con Andrés Oddone como coproductor del disco. ¿Qué sientes que aportó para materializar las ideas de tus canciones y aterrizar el concepto del disco?
Su participación en este disco fue muy importante, porque sí pasó que en el proceso de armar en el disco entré en una crisis y estaba como confundido, porque por un lado sabía que el disco estaba yendo por un camino más acústico, y por otro lado, las expectativas de gente con la que trabajo y de otras personas entraron en juego para que no perdiera la parte electrónica y que no desatendiera la pista de baile. Todas esas cosas son voces que en la cabeza de uno siguen hablando y estorban, también.
Estaba como conflictuado; estaba hasta peleado con las canciones, en ese proceso como que pasaba del amor al odio, cuando ya no querés escuchar más. Le digo, “Andrés, por favor, escuchá estos demos que te mando a ver qué te parecen, qué pensás vos, por dónde puede ir el disco”. La primera orientación me la dio él. Me dejó tranquilo, porque me dijo, “Bueno, las expectativas sobre lo que tiene que ser tu próximo álbum dejáselas a los demás. Si es más acústico, vamos por ahí, está buenísimo. Me parece que estas canciones pueden andar muy bien si las trabajás un poco más”. Fue como ese palo que funciona como guía de las plantitas que se están torciendo. Eso fue: ayudó a enderezar y que esta plantita crezca ahí orientada al sol, y sobre todo a aceptar que iba a ser un disco distinto.
Y también aporta la magia de siempre, que él es muy buen mezclador. Las canciones, como yo se las doy, están como en dos dimensiones y él las vuelve tridimensionales. Eso es como algo que no me deja de sorprender. Él es el responsable del 3D sin necesidad de gafas.
¿Cuál consideras que es tu ganancia personal al rescatar los sonidos y texturas que atraviesan Sudamérica a través de Los Andes y composiciones como “Los Pastores”, que una canción del maestro boliviano William Centellas?
Sigue pasando que las canciones que más tocan mi corazón vienen de Latinoamérica. En el caso de esta composición “Los Pastores”, fue muy mágico cómo la descubrí, porque era la primera vez que iba al norte de Argentina y la estaban pasando en una feria del pueblo de Tilcara. A fin de cuentas es eso: ahí te das cuenta de que más allá de lo que uno pueda pensar en lo conveniente o no conveniente, lo que sigue apareciendo en los discos es lo que a mí me enamora y lo que siento más personal.
Uno de los temas más exitosos de Amansará fue “Jardines”, y en Bienaventuranza vuelve a colaborar Lido Pimienta, esta vez en dupla con Manu Ranks. ¿Pensaste que tenía sentido volver a contar con ella en esta ocasión?
Esas cosas no son especulaciones de, “Funcionó ‘Jardines’, voy a volver a hacer algo con Lido”. Esta canción, “La Victoria”, es una composición que hicieron hace como nueve años atrás Lido Pimienta y una amiga que se llama Victoria Fabrice, que fue compañera mía en la universidad, y también fue la que me dijo, “¿Escuchaste Lido Pimienta?”. En un momento Victoria me compartió esta canción, y me había regustado, pero era muy rudimentaria; era un demo, una primera maqueta.
Y bueno, las vueltas de la vida, ¿no? Esa canción ninguna de las dos terminó de producirla y quedó archivada. A mí me pareció una lástima que no la terminaran, porque me encantaba la idea y la letra. Entonces, yo lo que les ofrecí fue, “La producimos para que salga en un disco de Chancha y la pueda conocer más gente”. Esa fue la intención. Me imaginaba que una voz masculina también le podía sumar mucho, y ahí fue que Lido me habló de este amigo Manu Ranks, que conocí en Bogotá, y me pareció que él podía aportar mucho. Y sin duda, mandó unas líneas que terminaron de completar la canción.
La salida de Bienaventuranza coincide con los 10 años de la edición de Rodante. En retrospectiva, ¿cómo sientes que ha evolucionado tu enfoque como productor y compositor a lo largo de esta década?
Es un proceso que va mutando siempre. Por ejemplo, Rodante estaba llenos de samples de otras canciones y me encantaba mucho la estética collage, es algo que igualmente sigo haciendo y me sigue gustando. Pero a partir de que en Río Arriba tuve esos problemas de copyright con el remix de José Larralde, ya para el disco Amansará, que fue el tercero, decidí no usar samples ilegales.
De alguna manera todas esas decisiones estéticas fueron cambiando la paleta, y ahora justamente con este disco vuelve a haber como un cambio de paradigma porque, como te contaba, ahora fue un disco donde también muchas de las ideas fueron naciendo en los ensayos con la banda. Es lindo que en un proceso de abocarse a la música y de producir constantemente haya cambios. Creo que es lo que le sigue dando vida y sentido, sobre todo, porque es como uno va renovando y encontrándose con nuevas cosas.
Has girado incesantemente por países fuera de Latinoamérica, especialmente en Europa, donde justamente ahora tienes fechas. ¿Tiene algún significado para ti que tanta gente de culturas distintas puedan conectar con tu música de una forma tan intensa?
Lo que yo encuentro es que en cualquier parte del mundo, hasta en los países en los que menos luz existe, donde más frío hay, como en Noruega o Dinamarca, Suiza, donde la gente y las culturas son tan distintas, siempre hay una necesidad de calidez y de soltar el cuerpo, de poder tener una experiencia más física de la música, que en Latinoamérica uno ya de alguna manera ya nace con ese entorno que invita a eso.
Siempre digo como en chiste que a nosotros en un momento nos picó algún bichito que nos metió el virus tropical, y lo que hacemos es seguir infectando a la gente de todos los continentes con el mismo virus que es muy bueno. Es un virus sano que trae calor a las zonas más frías y gélidas, y también trae la pasión por el baile, por la danza, eso que para mí es un ritual que es muy necesario; es algo que uno ve que a la gente le hace bien.
Hace dos días estuvimos acá en Basilea, la ciudad suiza, y veíamos a la gente bailando; se volvía loca, y decíamos, “Qué lindo”. Que esa gente tenga una experiencia así con un recital me parecía muy lindo, como muy de exorcismo, por decirlo de alguna manera. Esa catarsis de las que hace muy bien, decís, “Oh, esto es muy sano, qué lindo”.
Es un poco lo que a uno le quita todo el cansancio y el estrés de viajar tanto y tomar tantos aviones, descansar tan poco. No soy de los que disfruta mucho de las giras, y de hecho estoy como si tuviese la batería interna siempre con las rayitas en rojo. Y sin embargo, es tan emocionante lo que pasa cuando uno llega a una ciudad donde la gente baila así de esa manera, a uno se recarga [y dice], “Vale la pena todo esto”.
‘Bienaventuranza’ ya está disponible a través de Wonderwheel Recordings, y lo puedes escuchar y comprar aquí.
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