Dos semanas después de morir asesinado de un disparo a los 18 años, Renard Matthews presentaba el mismo aspecto que habría tenido en vida. Para su velatorio, dispusieron a Matthews sentado en una butaca, delante de un televisor, con las manos cerradas en torno a un mando de la PS4 y “jugando” al NBA2K. Y no solo eso: el joven llevaba unas gafas de sol, calcetines, chanclas y una camiseta de los Celtics, y tenía un paquete de Doritos y cerveza de raíz a mano. Todo se había organizado así por deseo expreso de la familia.
El de Matthew es el último de una serie de funerales que los profesionales de este sector llaman “no tradicionales”, en los que, en lugar de exhibir al fallecido en un ataúd, las familias prefieren mostrarlo en situaciones cotidianas para recordarlos tal y como eran en vida. Esta práctica surgió por primera vez en Puerto Rico en 2008, como una forma más festiva de despedirse de los muertos. Allí, la Funeraria Marín ha preparado varios difuntos, haciéndolos posar
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En 2012, los “embalsamamientos extremos” llegaron a Nueva Orleans, cuando la familia de Lionel Batiste —batería de la famosa Treme Brass Band— solicitó a la funeraria Charbonnet-Labat-Glapion que lo exhibieran junto a su bombo, con la mano descansando sobre el bastón que siempre llevaba. Cuando Mickey Easterling —miembro de la alta sociedad de Nueva Orleans famosa por sus extravagantes fiestas— murió, dos años después, su familia dio indicaciones a la funeraria Jacob Schoen & Son para que la exhibieran en una última fiesta póstuma, ataviada con su característica boa de plumas, un cigarrillo en una mano y una copa de champán en la otra. Luego llegó Miriam Burbank, fan de los Saints, cuyas hijas acudieron a Charbonnet para que la mostraran como siempre la recordarían: sentada a la mesa, vestida de negro y dorado, con un cigarrillo mentolado entre los dedos y una lata de cerveza Busch junto a ella.
Vivimos en una época en la que es posible lanzar las cenizas de nuestros seres queridos al espacio, por lo que los embalsamamientos no tradicionales no son más que otra forma creativa de rememorar a los difuntos y de cambiar la narrativa en torno a la muerte. Hablamos con Patrick Schoen, director de funeraria y responsable del velatorio de Easterling, para que nos contara cómo se organizan este tipo de funerales, por qué están ganando tanta fama en Nueva Orleans y por qué las familias lo prefieren a un velatorio tradicional.
VICE: ¿Me puedes hablar un poco de quién era Mickey Easterling?
Patrick Schoen: Pertenecía a la alta sociedad de Nueva Orleans y siempre había sido el centro de atención. Era una auténtica vividora y solía entretener a las estrellas de Hollywood que venían aquí. Siempre salía en los periódicos, pasándoselo en grande. Tenía una casa muy bonita, junto al lago, en la que celebraba fiestas de lo más extravagantes.
¿Cómo se organizó su funeral?
Siguiendo su voluntad. Se la había hecho saber a su hija, por lo que cuando murió, la hija me llamó y me habló de los intereses de su madre. Lo preparamos todo juntos. La premisa del velatorio era la celebración de una fiesta con champán. Entonces, la idea era que la madre había salido al jardín, se había sentado en un banco y se quedó dormida, con la copa de champán de cristal de Waterford todavía en la mano y un cigarrillo en la otra. También llevaba un pin de diamantes de verdad en el que ponía “ bitch” (zorra).
Uno de los restaurantes más famosos de Nueva Orleans es el Galatoire’s, donde ella iba a comer sus platos favoritos. Y claro, siendo Nueva Orleans, no podía faltar una banda de jazz. Fue una fiesta muy bonita, la verdad. Pusimos orquídeas y otras flores seleccionadas por su florista a su alrededor, para que pareciera que estaba en un jardín. Al lado le pusimos una cubitera con una botella de champán y la vestimos con una boa rosa y sus prendas de diseño. Su peluquera la peinó.
¿Alguna vez habías hecho un velatorio como ese, exponiendo así al difunto?
No, nunca lo habíamos hecho exactamente así.
¿Cómo reaccionaste cuando la familia te contó su idea? ¿Tenías reservas al respecto?
A ver, nuestro trabajo es satisfacer a las familias. Si esos eran los deseos de la señora Easterling, nosotros nos limitamos a darle lo que quería. Para nosotros, lo más importante era cumplir.
No sabía que tenía esa capacidad, la verdad. Me dije: “Esto hay que sacarlo como sea, pero ha de salir”, y al final todos lo sacamos. Fue todo un reto, eso sí.
¿Cómo respondió la gente al funeral?
Pues lo creas o no, fue muy bien recibido. A nadie le resultó chocante ni inapropiado, y eso que servicios así no se ven todos los días. Fue una sorpresa para todos los asistentes. Nuestro objetivo era que todo el mundo recordara aquel momento, y lo conseguimos, porque dio la vuelta al mundo. Puse un coche fúnebre en la puerta del teatro, para que pareciera un funeral y la gente no se extrañara y se sintiera un poco más cómoda. Pero ella no llegó en el coche fúnebre, claro, porque ya estaba embalsamada en la posición que debía tener, así que la llevamos en una furgoneta normal.
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¿Hubo alguien que reaccionara mal?
Creo que la gente más bien estaba sorprendida y comentaba lo distinto que era y cosas así. Pero diría que nadie hizo comentarios despectivos. Como mucho decían que era extravagante, pero la propia Mickey Easterling lo era.
¿Qué es lo más complejo de organizar un funeral así en comparación con uno tradicional?
Para empezar, a los tanatoprácticos no les han enseñado cómo preparar un cadáver para sentarlo en un banco. Esas cosas no te las enseñan en ningún curso. Ese aspecto fue un reto, pero lo consiguieron. Recuerdo que cuando se lo pedí, me llamaron diciendo: “Dios mío, pero ¿estás loco? ¿Cómo quieres que hagamos eso?”. Y yo les dije: “Es lo que hay. Vamos a satisfacer los deseos de la familia, así que tendremos que apañárnoslas y se acabó”. No quiero entrar en muchos detalles para no ofender a la familia, pero sí, fue complicado.
¿Usáis alguna técnica de embalsamamiento especial?
No es tanto el embalsamamiento como encontrar una forma de estabilizarla. La técnica de embalsamamiento es la misma.
¿Qué opinas de los funerales no tradicionales que se han celebrado en Puerto Rico, en los que el difunto aparecía subido a una moto o en un cuadrilátero?
Si es lo que la familia quería, no veo nada malo en ello. Mientras que todo el mundo salga satisfecho del funeral, me parece estupendo. Cada cultura tiene su forma de abordarlo. Está claro que esa es su cultura y les gusta.
En el caso de la señora Easterling, la idea era representarla durmiendo. En los otros casos, los difuntos están representados en escenas de acción cotidianas. A mí me parece un poco más realista representar a un difunto como si estuviera durmiendo que subido en una moto, cantando o lo que sea, pero bueno, no hay nada malo con ese tipo de funerales. Si es lo que quiere la familia, estoy de acuerdo al cien por cien.
¿Qué te pareció el velatorio de Renard Matthews?
Hizo feliz a la familia y a todo el mundo. El funeral era para él, no para los demás. Simplemente lo pusieron haciendo lo que siempre hacía, por lo que no importa mucho lo que pensaran los demás. Yo soy partidario de seguir siempre los deseos del difunto.
Tú que estuviste en el funeral de Easterling, ¿en qué medida cambia el ambiente respecto a un funeral más tradicional?
No era tan triste, ¿sabes? Cuando llegas y ves esa presentación, no tienes la misma sensación que viendo el ataúd con el difunto. El sentimiento es como de felicidad, a decir verdad. Piensas, ¡Mira qué buen aspecto tiene! Te hace sentir como si de verdad estuvieras en una fiesta, y eso es lo que ella quería: una celebración de la vida.
¿Qué crees que este tipo de ceremonias les da a las familias, en comparación con las tradicionales?
Que representan a la persona difunta tal como era en vida. Mi familia lleva 144 años en este negocio. Durante los primeros 120, todos los funerales eran exactamente iguales, sin excepción. Lo único que cambiaba era el cura que oficiaba la misa, ya está. Ahora, en cambio —desde hace unos 15 años, diría—, la cosa ha cambiado mucho. Organicé uno en una mansión preciosa, con unos jardines maravillosos en los que exhibimos el difunto. Pusieron un cuarteto y un bar al aire libre, y allí se celebró el funeral. En nuestra ciudad hay un jardín con esculturas botánicas, y el artista [fallecido] había hecho varios trabajos famosos, así que lo exhibieron en el jardín de esculturas, con una de sus obras frente al ataúd. Ahora hay más margen para experimentar y personalizar más el funeral.
¿Crees que van a empezar a popularizarse este tipo de funerales?
Pues quizá sí, con el tiempo. Ahora existe una opción que antes no tenían las personas que quieren transmitir algo distinto con motivo de su muerte. No sé decirte si se va a convertir en moda o si será solo para ciertas personas que en vida eran muy especiales.
¿Te ha venido más gente a pedir que les prepares un funeral no tradicional?
Me ha venido gente a pedirlo para su propio funeral. No sabían que se podía hacer algo así.
¿Por qué crees que estos funerales se han hecho tan populares en Nueva Orleans? ¿Se debe a la cultura de la ciudad, que permite celebrar funerales no tradicionales?
Nueva Orleans tiene un espíritu diferente. El hecho de que estemos hablando de un funeral no quiere decir que no se pueda celebrar ni pasar un buen rato. Muchos de los difuntos habrían querido eso, que la gente se lo pasara bien.
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Este artículo apareció originalmente en VICE US.
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