En una pequeña calle contigua al famoso y ancestral Gran Bazar, junto a un hermoso patio medieval, existe un espacio diminuto donde un anciano prepara té para cientos de personas.
En el Gran Bazar, el té fluye a raudales. Se sirve fuerte y negro, en vasos con forma de reloj de arena, junto a los cubos de azúcar y cucharas pequeñas.
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Las paredes de este lugar están tapizadas con docenas de teléfonos, cada uno conectado directamente a una tienda diferente del mercado.
Las órdenes para hacer el té de manera tradicional —usando una tetera de doble nivel llamada āaydanlık—. El operador abre una llave y deja correr agua hirviendo a través de un colador con hojas de té para llenar los vasos que luego manipula diestramente con una sola mano.
El pedido está listo en cuestión de minutos y cargado en una bandeja por el encargado del local. El hombre acomoda la bandeja antes de salir corriendo por el laberinto de calles entramadas que componen el bazar. Hay un breve silencio, un corto descanso, y luego entra otra llamada.
Este artículo es un extracto de Fare, una nueva revista que explora la cultura urbana a través de la comida, la historia y la comunidad. Fare presenta a sus lectores una sola ciudad y permite a sus habitantes expresarse: te llevan por las calles pequeñas y a través de historias olvidadas. explorando barrios e instituciones locales. Es algo más que probar la comida disponible.