Artículo publicado por VICE Colombia.
Cuando anochece en Bogotá todo puede pasar. De las calles y esquinas de esta enorme ciudad emergen todo tipo de personajes que se relacionan y se apropian del territorio, irrumpiendo en el espacio, a veces de maneras no convencionales.
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Con las acciones disruptivas, y la conciencia que se teje a partir de ellas, el fotógrafo y publicista Alex Ríos Londoño decidió salir a las calles al lado de Tina Pit, una artista visual que empezó a practicar el transformismo en Bogotá desde 2011, convirtiéndose en una referencia en la ciudad, y quien desde hace varios años dirige Ciudad Disforia, un laboratorio de exploración artística y de género que “busca generar estrategias de subversión para desestabilizar y abolir la idea de las identidades estáticas que regulan nuestros cuerpos dentro de un contexto social heteronormativo y patriarcal”. A través del cabaret, el teatro, la fotografía, el video, la poesía y el arte performático, Ciudad Disforia expresa en conjunto, como colectiva, este descontento social.
Ríos, entonces, teniendo en la cabeza el factor memoria, y queriendo retratar el estilo de vida de personas con el poder de poder inspirar arte, evolución y cambio en los más jóvenes, quiso hacer una sesión fotográfica con Tina Pit, a quien sigue desde hace mucho tiempo, y su manera de relacionarse con la ciudad de noche, para ver qué podía salir de esto. Para este fotógrafo, la fotografía ‘es el arma no bélica más contundente cuando se cuentan narrativas fuertes, vanguardistas, alejadas de las estéticas comerciales’.
Tina, que no se denomina una drag queen, asegura que hacer transformismo desde hace tantos años no fue fácil pues, según ella, la práctica está asociada a algunos prejuicios; esto la hizo dar el salto del transformismo de discoteca al transformismo performático, donde, con los años, fue ganando su propio espacio y su propio público, haciendo las cosas a su manera, una manera que constantemente está cuestionando las categorías identitarias del género.
Así, a su manera, recorrió una noche entera varias zonas de Bogotá, en lo que Ríos llamó un “ejercicio de mezcla entre cuerpo y la arquitectura (…), dos elementos desde lo humano y lo inhumano de los espacios, lo que repuja la fuerza de las fotos”. Así, la iglesia de Lourdes, el Transmilenio en obra, las licoreras, el asfalto y la bruma bogotana, se mezclan con vestidos, flores, pelucas y mucho maquillaje.
La post producción de esta sesión fue realizada por Alejandro Osorio y el maquillaje por la Mala Makeup.