Música

Ok, el reggaetón domina al mundo y el rock está muerto, ¿ahora qué diablos?

El reggaetón domina al mundo y el rock está muerto, ¿ahora qué diablos?

Hace algunos años era transgresor decir que el rock estaba muerto. Cada vez que escribía al respecto, los comentarios odiadores llenaban mis redes sociales. Comparaban a Radiohead con cualquier reggaetonero. Cuestionaban mi trabajo hablando de reggaetón. Y de lo que más has he aprendido en estos cuatro años que llevo pagando mi renta con textos sobre música popular, es que a la gente le duele, pega y derrite sus venas adaptarse al cambio. Y más a las personas que escuchan rock todo el día. Es entendible, somos animales de costumbres.

Es 2019. Bad Bunny y J Balvin van a tocar en Coachella. Los Artic Monkeys sacaron un disco y no importó demasiado. El hip hop es lo más cercano que tendremos a lo que significaba el rock y el punk hace décadas; y el acto nuevo más relevante de rock es Greta Van Fleet. El reggaetón es el género más escuchado del planeta. Y algunos de los más puristas amantes del rock se sientan en las butacas de atrás y se autoproclaman “contracultura”.

Videos by VICE

Vivimos en una época difícil y oscura. Internet domina nuestros pensamientos y acciones. Nuestra personalidad online (una que ya sabemos y reconocemos falsa y efímera) es la reina de todas las verdades. O las posverdades. Preferimos ver historias de Instagram de gente comiendo algún pie de limón, bailando la canción que más streams tenga o teniendo citas precariamente divertidas luego de semanas aburridas con sus parejas; que asistir a ese tipo de eventos en carne y hueso para verdaderamente vivirlos. Es un voyeurismo con router inalámbrico y wifi. Además —quizás como castigo y ventaja a su vez—, las redes sociales nos han dado un megáfono que jamás en la historia habíamos tenido. Luego del fuego y la bomba atómica, las redes sociales son el invento más transgresor de la historia del homo sapiens. Nos regalaron el presente eterno, y nos dejaron en un plano de la existencia regido por la más democrática ––y menos profunda–– de las redes: las opiniones. Todos tenemos esta ridícula idea de que nuestra opinión importa. Opinamos todos y nadie escucha es la realización más básica que podemos tener en la segunda década de los dosmiles. Un romance entre emisor y receptor con características nunca antes vistas: un público virtual mediado con la ventaja de poder hacer resonar, estirar o descontextualizar, ––llegando a los lugares más inesperados–– hasta la más tibia de las opiniones. Algo nunca antes visto.

Repasar ligeramente las dos últimas décadas más importantes de la música popular nos puede dar ciertos indicios de qué vendrá luego de esta ola de reggaetoneros. No hay mejor forma de aprender del presente y poder anticiparse al futuro que adentrándonos en qué diablos pasó años atrás. Por qué somos como somos. Es como si vamos al psicoanalista: para poder entender por qué carajo no podemos sostener una relación amorosa en el 2019, tenemos que ver cómo nos construimos y qué patrones de nuestra infancia nos están jodiendo hoy en día. Hay que ir hasta Sigmund Freud para poder entender a J Balvin.

En los ochenta

1547753927166-motley
Motley Crue después de un show en 1984. Redferns / Getty Images

Estamos condicionados. Esto es clave para entender la música popular que consumimos. Vayamos a los años 80. Nació el new wave. La música disco se desvanecía en el fondo. El rock dominaba casi todos los estadios, y se desprendieron sub géneros como el soft rock y trash, y el whammy en las guitarras se volvió uno de los sonidos más necios que recordamos. A finales de los ochenta, Bret Michaels y los cabellos con mucha laca se convirtieron en música popular. Se puso de moda grabar digitalmente; y quizás aquí es que viene la clave de todo lo que sucedió luego. Los sintentizadores. Empezaron a jugar con riffs o leads de teclado increíbles. La década de los ochentas fue quiás la más brillante en la historia para los teclados. Aún hoy en día se siguen sampleando muchísimos tecladitos que se hicieron en esta época. Al parecer había demasiada sensibilidad con este tipo de instrumentos y sonidos nuevos para ese momento. Y con esto obviamente los primeros pasos de la música electrónica inevitablemente: el techno, electro, house y más hasta llegar a los noventas. En Europa, el techno, rave y reggae fueron muy exitosos. Es difícil imaginar Berlín sin techno. Sin los verdaderos raves. Hoy aún existen los raves por culpa de Berlín. Y David Guetta dominó los dos miles y puso de moda las tachas y la cocaína en Tomorrowland por culpa de Berlín. Si en algún momento quieren entender la música electrónica tienen que viajar a Berlín. Yo nunca he ido y por eso me cuesta tanto trabajo entenderla. Hángalo y no sean como yo.

En los noventa

1547754369051-oasis

El hip hop adquirió su mayoría de edad en esta década y el R&B adquirió un segundo aire, asociándose al nuevo chico en la cuadra. En estos años llega realmente el hip hop a las áreas urbanas de las grandes metrópolis del mundo y comienza un largo proceso de globalización del rap, que terminó hasta hace relativamente poco. Los años noventa también son considerados como la época de oro del hip hop en Estados Unidos. Sin embargo, el rock seguía guardando con soltura su papel en las jerarquías, con algunos de los más importantes actos de la música de guitarras de la historia: los hermanos Gallagher, Kurt Cobain, la voz rasposa ––y un poco cansadora–– de Eddie Veder. Y como consecuencia de esto, surgió la peor época del rock alternativo. Nadie al día de hoy quiere que lo encasillen ahí. Y vaya que existieron bandas que se metían en ese cajón y en los dosmiles llegaron propuestas como Nickleback. Pero la década de los noventa fue la que puso la primera piedra para que, en algún momento, pudiera surgir lo que conocemos como música urbana.

En los dosmiles

1547754725374-white-stripes

Está fue la última década donde hubo rock. El momento donde presenciamos en primera fila cómo iba a morir. Que Jack White y los Black Keys hayan puesto el blues en lo más alto de la tabla por un par de años a lo mucho, era como leer una página de Crónica de una muerte anunciada. Estados Unidos dio lo mejor de toda su cultura llena de big macs, unida a al dios más inteligente que ha dado el pop: Max Martin. Dios lo bendiga. Backstreet Boys, Britney Spears, *NSYNC, Christina Aguilera y más de ese club. Hasta Simon Cowell entendió y dio vida a Westlife. Existió Five. La tecnología, las computadoras y el Internet, empezaron a llevarnos al terrible desastre que somos hoy. Empezó a existir la tendencia de agregar “nu” o “post” a géneros que ya habían estado en el pasado. El terrible post rock o nu metal, por ejemplo. Los Limp Bizkit, los Korn. El Auto-Tune empezó a popularizarse y dejó grandes frases de músicos que quizás si hoy estuviesen lúcidos pedirían perdon: “Hay que prohibir el Auto Tune”, dijo Charly García luego de recibir un premio Gardel. Jay Z cantaba su muerte. Qué risa le debe dar a mi amigo Kanye esto.

Pero en el 2004 se abrió un portal hacia el futuro que logró que nada fuese igual de nuevo. Se unieron todos los Bret Michaels, todos los Justin Timberlake, todos los MCs que estuvieron jodiendo en los 90 en alguna calle de Brooklyn. Incluso Madonna tuvo que ver en esta canción. Apareció “La gasolina” y Daddy Yankee. El punto de quiebre más importante en los últimos 20 o 25 años de la música popular. Sin Raymond Ayala o sin esa canción, tal vez la necesidad actual del planeta por bailar y escuchar reggaetón sería diferente. Necesito que haya más análisis de música popular alrededor de esta canción. Necesitamos más textos que nos hablen y dejen registro de qué significó. Todo mundo habla de “Believe” de Cher. Todo mundo habla de “Hey Jude”. Todo el mundo habla de Tupac y Biggie. ¿Pero cuándo vamos a poner esta canción en el mismo cuarto donde duerme “Let it be”? “La gasolina” es la canción más importante de la música popular en español (por cuestiones de cimientos y quién hizo qué primero) del siglo XXI. Y sé que poco a poco se está llegando a esta conclusión, pero aún necesitamos amplificadores más grandes para que esto se normalice.

En la segunda década de los dosmiles

1547755402326-bad-bunny

¿Hay alguna forma de devolver a la música con guitarras al número uno? Obvio volverá. Toda tendencia es cíclica, hay mucha información al respecto. Hoy el hip hop y el reggaetón son la música pop por culpa de los años noventa y dosmiles. La música que estaba en las calles, en el subterráneo. Los beats. Los ritmos. El rock dejó de ser un movimiento contestatario y mutó en pop que suena en un comercial de Trident. Jack White tuvo algo de culpa. The White Stripes no eran AC/DC y no soportaron el pasar del tiempo. Solo “Seven Nation Army”, y tristemente se convirtió en un sampleo para canciones de chicos que suenan techno. Y en este tipo de grupos está la clave de cómo y por qué murió el rock. Se llevó a lugares que ya no eran transgresores ni relevantes. Se volvió una música muy cómoda que no nos dejaba nada. El reggaetón aún no está en ese lugar, pero sí corre muchísimo peligro.

¿Han oído la cantidad de reggaetón horrible que hay? No todos son Bad Bunny. No todos son Ozuna. Un A&R de Warner me comentó que la orden que tienen todos es encontrar a los mejores exponentes de música urbana posible. Y que a veces firman nuevos talentos solo porque se ven bien en Instagram y tienen una canción trap medio decente. Este es el gran peligro. Cuando todos empiezan a hacer lo mismo, inevitablemente la calidad general del género baja y todo se va a la mierda. ¿Se acuerdan cuando todas las bandas con guitarras tocaban una especie de lado B de cualquier canción medio decente de los Artic Monkeys? Ese fue el principio del final. Y ya miren donde anda Alex Turner hoy en día en comparación de hace ocho años. Ni Gustavo Cerati vio venir todo esto.

Los caminos de la música popular van a seguir estando en el reggaetón y hip hop. En la música que siga hablando de lo que sucede en las calles. Sea mediante sus beats o sus letras. Sea porque nos hace bailar y en el 2019 necesitamos bailar para sacar nuestros males. Ya las clasificaciones no importan. Solo importa si tu música genera en alguien una sensación de libertad y de que todo puede estar mejor en tu vida. Rosalía es trap. Rosalía es rock. Rosalía es Metallica. Bad Bunny ya hace happy punk (“Tenemos que hablar”) y rock ochentero (“Otra noche en Miami”). Kendrick Lamar es lo más cercano a una banda punk inglesa que tenemos. Este año tiene la importante tarea de hacernos ver si estamos presenciando realmente la muerte del reggaetón como el género más importante y popular del momento. Saber si tendremos que hacerle un funeral. J Bavlin y Bad Bunny en Coachella tienen una gran tarea, porque, después de ellos, ¿qué artistas latinos y blancos son del agrado del público gringo? Pienso que ninguno. Y si ya ellos hacen esto en Coachella, ¿quién viene después? Ojalá este show en Coachella no sea el punto más alto que va a alcanzar la música latina y, por ende, el reggaetón y trap hecho en español.

Siéntense desde sus mejores sillones. Pónganse esos audífonos que todo el mundo tiene ahora que son inalámbricos. Disfruten ver cómo vemos la muerte del reggaetón como música pop o su acentuación para llegar a niveles que aún no están escritos en ningún libro. E, inevitablemente, veamos cómo poco a poco el género que antes conocíamos como rock va mutando a cosas que aún hoy no entendemos, pero en poco tiempo se convertirá en algo bastante hermoso.

Conéctate con Noisey en Instagram.