Cuando Amy Purdy tenía 19 años contrajo una meningitis bacteriana que casi acaba con su vida. Antes de que finalmente venciese a la enfermedad, le fallaron los riñones, se quedó sin bazo y sus dos piernas tuvieron que ser amputadas por debajo de las rodillas.
Pero en lugar de caer en lo que habría sido el abismo de autocompasión más justificado del mundo, Purdy optó por otro camino. Decidió que ese golpe devastador sería, en cambio, solo un contratiempo; incluso una oportunidad única. Si tenía que encontrar un modo de seguir haciendo las cosas, ella tenía que hacerlo mejor que el resto de la gente.
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Empezó a trabajar con un fabricante de prótesis para diseñar sus pies y piernas, y eso le permitiría no solo volver a andar sino también correr, hacer snowboard y poder volver a desfilar. Ahora, en su larga lista de logros, cuenta con medallas de profesional de snowboard, una aparición en “The Amazing Race”, una charla en TED Talk, un show de moda con Nikki Sixx, y es la fundadora de la organización sin ánimo de lucro Adaptive Action Sports. Tiene 33 años.
También sabe muy bien, como cualquier otra persona, que ella no es “normal”. No siente vergüenza de que unas prótesis avanzadas sean lo que la impulse a través de la sociedad, y no necesita de nuestras miradas compasivas y “ooohs”, porque la chica es un cyborg y ella lo sabe. O aún mejor, es una mujer robot. Después de todo, su blog se llama A través de los ojos de una mujer robot.
Quedé con Purdy en la PopTech conference de este año, donde la chica ofreció otra de sus actuaciones que tantas ovaciones reciben. Hablamos de la vida de las mujeres robot en EEUU y de cómo es tener partes del cuerpo biónicas y una existencia alterada e incluso mejorada.
VICE: Así que eres una mujer robot. Tú lo partes. ¿Qué significa ese término para ti? ¿Cuál es tu relación con esa idea?
Amy Purdy: Creo que todo trata de divertirse en la situación en la que uno esté, y darse cuenta de que no tiene por qué ser una discapacidad o una desventaja. Todo el mundo cree que los robots molan, y yo no puedo evitar parecer medio robot. Y eso simplemente despertó un instinto en mí. Los niños del barrio me llamaban robot, y yo pensaba que eso era alucinante.
Creo que lo que despertó eso de la mujer robot (y esta es la primera vez que alguien me pregunta esto) fue Amy una chica con la que trabajé. La llamaba “mini yo” porque ella también llevaba dos prótesis en las piernas, como yo, y se esforzaba mucho para que no se riesen de ella en el colegio. Una vez me preguntó qué hacía yo cuando la gente me llamaba robot, y yo le contesté que me daba igual, porque los robots molaban. Lo compartimos de un modo distinto, yo no lo veía como una discapacidad.
Totalmente. Claro que, desde mi perspectiva, hemos llegado a un momento en el que estas mejoras están más que aceptadas. Mientras hablabas te estaba mirando las piernas y creo que son geniales…
[Se ríe] Como si fuesen un accesorio. Es interesante porque yo también me sentía así al principio. También pasé una fase de no aceptación, pero al mismo tiempo me seguía sintiendo la misma persona. Aunque tampoco podía evitar pensar que esas piernas nuevas molaban un poco. Todavía puedo hacer las cosas que hacía antes, solo que de una forma diferente. Pero el hecho de estar haciéndolas con unas piernas de metal mola bastante.
Y eso es lo que sentía en mi interior, pero no tenía ni idea de cómo expresarlo. No fue hasta que encontré los deportes adaptados cuando empecé a ver que había comunidades de atletas haciendo lo mismo. Y conocí a gente muy guay, por ejemplo músicos con prótesis en las piernas. Ellos me decían que tampoco sabían dónde encontrar gente como ellos. Ahora la comunidad está creciendo, porque nosotros somos muy abiertos acerca de nuestras partes del cuerpo biónicas.
Es que ya parece normal, cuando estás ahí, en el escenario, hablando. ¿Sientes la responsabilidad de ser la portavoz de la causa?
Bueno, no es algo que me hubiese podido imaginar, ni tampoco algo por lo que hubiese abogado. Esta fue la primera vez que hablé de ser una mujer robot y oí una respuesta de la gente. Esta era la primera vez que señalé el quid de la cuestión.
Y la gente no se empezó a preguntar cosas tipo “¿Y cómo camina?”. Simplemente me di cuenta, mientras hablaba, de que esto podía ser algo bueno para cualquiera, especialmente para chicas jóvenes que crecían sin tener en cuenta sus diferencias, que simplemente seguían a la masa. Pensé que esto no afectaba únicamente a la gente en el sentido de los cambios físicos, sino que puede ser de ayuda para todo el mundo.
¿Qué sabes de la robótica que compone tus piernas? ¿Estás metida en la mejora de esta tecnología?
Sí. Tengo un patrocinador, que es el que hace mis piernas, y otro que hace los pies. Trabajo con el que hace los pies desarrollando nuevos proyectos y probando diferentes tipos de pie. También estoy metida en el desarrollo de otros tipos de pie. Lo que encuentro interesante es que, personalmente, no creo que haya que hacer ya ninguna mejora más en el desarrollo de los pies. Pero supongo que eso depende del mercado. Por ejemplo, he aquí Mike Schultz [amputado, Campeón de X-Games], que desarrolló su propia pierna para poder hacer motocross y es diferente a todo lo que se ha producido hasta ahora. Y yo lo mismo: hice mis propios pies para poder hacer snowboard, porque entonces no existía nada así en el mercado.
¿Cómo lo hiciste?
Bueno, debería reformular eso, porque no es que me sentase en el garaje, como Mike, y me construyese mis propios pies, sino que fui al fabricante de prótesis y le dije lo que quería. Le expliqué que no había pies como los que yo necesitaba en el mercado.
Así que trabajamos juntos y juntamos diferentes partes de otros pies. Juntamos todas esas partes con un poco de madera y funcionó a la perfección. Todavía tengo que adaptarme a ellos, no tienen sistema de choque, todavía necesitan mejoras, pero es alucinante lo bien que puedo hacer snowboard con estos pies de Frankenstein. Si practicas deportes especializados, necesitas pies especiales para cada deporte. Sin embargo, para las piernas del día a día, ya está todo inventado. En cuanto a correr y a caminar y a hacer los deportes que me encanta hacer, normalmente dispongo de todos los pies necesarios para practicar cada cosa. Y son de mucha calidad.
¿Aún te encuentras con gente que se sorprende de lo bien que funciona la tecnología?
Bueno, algunas personas asumen que el hecho de que yo pueda hacer snowboard con prótesis significa que debo llevar unas prótesis de la hostia. Dicen que las piernas lo son todo. Pero qué saben ellos; en realidad estoy haciendo snowboard con pies de madera con tornillos oxidados y cinta adhesiva, y en eso no hay nada de tecnología.
La gente asume que las prótesis son lo que convierten a Oscar Pistorius en el atleta de primera que es. Yo te aseguro que si le pones unas piernas de madera, Oscar aún batiría récords. Por eso digo que no solo se trata de la tecnología que nos mueve hacia delante, aunque ayude, sino que es la persona que usa esa tecnología la que se mueve adelante sola.
Nosotros vamos por delante de nuestras prótesis. Pero claro, también está la otra perspectiva, y es que la gente está fascinada por lo que la industria de las prótesis ha conseguido hacer, y lo que nosotros somos capaces de hacer con las prótesis.
Entiendo. ¿Cuál es tu implicación con respecto a la tecnología de las piernas? ¿Qué consideración les tienes?
A ver, son mis piernas, y yo quería sentirlas mías lo antes posible. Creo que, siendo masajista [Ah, sí. También es masajista, ¿olvidé mencionarlo?], conozco muy bien mi propio cuerpo. Inmediatamente supe que si yo aceptaba mis nuevas piernas mentalmente, entonces mi cuerpo también las aceptaría.
Empecé a hacer yoga y Pilates para poder conectar con mis piernas. No quería que significasen una molestia, quería que formasen parte de mí. No quería tener que pensar cada mañana “Ah, tengo que ponerme las piernas”, aunque así es como me sentía al principio, puesto que antes de poder incluso levantarme de la cama, tenía que ponerme las piernas. Y eso me volvía loca, saber que dependía de ellas para hacer cualquier cosa. Simplemente quería acallar esa voz lo antes posible, así que me puse a hacer un montón de actividades físicas para conectar con mis piernas. Y ahora, a no ser que esté hablando de ello, como ahora, ya no me parece nada raro. Me levanto y me pongo las piernas, y hago mi rutina y no es hasta que me pongo a hablar de ello cuando me doy cuenta de que “joder, si es que llevo prótesis”, y eso es lo que es una locura.
¿Cómo te ves en el futuro? ¿Todavía existen límites que quieras cruzar?
Claro que sí. Muchos. De todo tipo. Por ejemplo, estoy entrenando para el equipo de snowboard. Quiero entrenar para el campeonato paralímpico de 2014, y además de eso, quiero que mi organización siga creciendo y trabajando en muchas otras causas, porque me importan muchas más causas aparte de la mía. Una vez empiezas a trabajar en algo y sabes que estás ayudando, es imposible no querer hacerlo toda la vida.
Propagar la palabra de la mujer robot.
Solo quería decirlo. Solo quería mostrar que me divierto cada día. Uno debe divertirse consigo mismo.