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Un mallorquín le envía cartas con vídeos y sobrasada a Paul Morrissey

"Letters to Paul Morrissey" recopila las piezas visuales que Armand Rovira ha grabado con cámaras viejas y película caducada para agasajar al cineasta y descubridor de la Velvet Underground.

Letters to Paul Morrissey es un largo de 80 minutos que recopilará las piezas visuales que Armand Rovira ha estado enviando por correo al domicilio del cineasta y descubridor de la Velvet Underground para agradecerle todo lo que aprendió viendo sus pelis de yonquis cuando era adolescente. Diecisiete historias rodadas por el propio realizador mallorquín y amigos a los que prestó viejas cámaras de 16mm y latas de película caducada para que grabasen lo que les diera la gana. Un collage fílmico en japonés, inglés, alemán y latín.

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El último paquete que Rovira mandó a la casa del viejo Paul Morrissey en Nueva York contenía de regalo el libro de una peli de Mauro Bolognini y en el próximo le gustaría incluir también una sobrasada. Morrissey no se cree merecedor de estos agasajos. Le suena marciano que un tipo ruede para él desde una isla española y responde a su correspondencia amable, con distancia. El plan es visitarle en persona y que la cabeza pensante de la Factory aparezca en la última misiva.

VICE: ¿Es cierto que habéis usado la cámara con la que Cassavettes rodó Shadows y Faces?

Armand Rovira: Sí, todo empezó porque mi director de foto Edu Biurrun y yo, que éramos pobres y lo seguimos siendo, queríamos rodar en cine y entonces tuvimos la idea de sacar cámaras viejas a la calle. En ese momento teníamos a mano una Bolex H16 y una cámara rusa Krasnokorg K3, ambas con cuerda. La idea era hacernos chatarreros de la imagen.

Saida Benzal, una de las directoras que participan en el proyecto, con la cámara Eclair con la que Cassavettes rodó "Shadows" y "Faces".

La misma cámara fue usada durante el rodaje del "Magical Mistery Tour" de los Beatles en los 60. En la foto, Paul McCartney (a la derecha).

¿Qué es eso de "chatarreros de la imagen"?

Rodar con material caducado y cámaras que no utiliza nadie y que encontrábamos en mercadillos, subastas o casas de amigos. Y pensando cómo aprovechar ese material reciclado surgió el proyecto. La idea era filmar pequeñas cartas para mi estimado Paul Morrissey, que me enseñó con sus pelis independientes de los 60 que se puede coger una cámara 16mm y salir a la calle con lo que uno tenga. Quería avasallar su buzón con pequeñas historias de gente que se dirigiera a él. Personajes que sufrieran los mismos problemas existenciales que en sus películas.

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¿Y qué fue lo primero que grabasteis?

Salimos a grabar skaters y yonquis. Aún no teníamos actores profesionales. Estuvimos un tiempo rodando con cuerda, que es un coñazo porque la toma solo puede durar 40 segundos. Entonces vimos que la película caducada en blanco y negro nos la podía revelar artesanalmente un colega de fuera de Mallorca (todo esto lo rodamos en la isla) y que salían cosas muy bonitas. Quisimos juntar todas las cartas rodadas de esa manera y conformar un largometraje. La vieja cámara Eclair que usaba Cassavettes apareció cinco meses después.

"Salimos a grabar skaters y yonquis. Aún no teníamos actores profesionales. Estuvimos un tiempo rodando con cuerda, que es un coñazo porque la toma solo puede durar 40 segundos."

¿De donde sacasteis esa reliquia?

Antes rodábamos con latas de 30 metros (3 minutos) pero una persona de una productora de Palma nos contó que tenía una cámara 16mm sin el motor pero que cogía latas de 122 metros (10 minutos). Dicen por aquí que esta cámara la trajo un francés a Mallorca en los 80 y que venía de estar en Inglaterra con el rodaje de "Magical Mistery Tour" de los Beatles en los 60 y antes con Cassavettes en EE.UU. en los 50. La cámara se ve trallada de esa época pero no hay nada que lo certifique. Eso sí, en una guerra nuclear moriríamos todos menos las cucarachas y esta cámara. Su último dueño la había utilizado un par de veces en los 90 para algún videoclip de Sexy Sadie o algo así, pero cuando la batería dejó de funcionar, se quedó ahí durante años llena de polvo.

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¿Cómo solucionasteis lo del motor?

Construyendo una batería de moto para que la cámara funcionara. Funcionó y volvió a rodar. Nos gustó resucitarla otra vez. Tengo una foto de Paul Macartney con la cámara pero a lo mejor es simplemente el mismo modelo porque la mayoría de cámaras de esa época no tienen pedigrí. También nos pasó con una SR II que había en Palma Pictures que decían que era la de Bergman en los telefilms de los 80. Ahora estamos ya a la caza de una Arri SRII porque, como te decía, reciclamos con la imagen.

¿No sería más mucho barato rodar en vídeo?

No, para nada, no es nada caro si te lo revelan artesanalmente. Rodar en 16mm no es caro, lo es en 35mm. Yo siempre he rodado desde 1999 en cine, nunca en vídeo. Si tienes pasta ruedas en fotoquímico en condiciones y cámaras con video assist, revelado en Andec FIlm Alemania. Pero cuando no lo tienes, lo haces reciclando cosas. Si no te gusta el vídeo, no tienes otra opción. Y no es una cuestión de qué es mejor o peor, sino de lo que le gusta a uno. Y el vídeo no nos gusta.

¿Por qué te impactó tanto el cine de Paul Morrissey?

De adolescente en los 90 las películas comerciales me parecían una mierda y me pasaba el día viendo cosas como Pink Flamingos, Yo Cristina F y pelis underground. Y descubrí Trash. Fue como "What the fuck! Yo quiero hacer eso". Salir a la calle y rodar a un yonqui durante 24 horas. Además el yonqui lucía bien porque era Joe Dallessandro. Trabajando en un hostal por las noches, pude pagarme la escuela de cine y rodar personajes de la noche barcelonesa. El vídeo aún era para bautizos, bodas y comuniones y con una vieja Super 8 rodé El bufón de Belzebú , un Jesucristo que volvía a la tierra para ser apalizado por sus apóstoles. Y pude ir a Sitges, estaba en deuda con Paul Morrissey.

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Imágenes del making of de la película "Letters to Paul Morrissey", de Armand Rovira.

Entiendo que estas cartas fílmicas son una forma de agradecerle todo aquello.

Sí, aunque luego el contenido de mi película está más relacionado con los problemas existenciales que podrían aparecer en los films de Bergman o Dreyer que en la brutalidad de Paul Morrissey. Lo de Paul es algo vital, esas ganas de hacer cine como sea. Está lleno de guiños a él, pero intento expresar las cosas que me inquietan y las influencias salen solas. Tampoco se trata de innovar, pero sí reciclar. Igual que lo hacemos con la técnica.

¿En qué fase se encuentra el proyecto?

Probablemente en la mitad, porque lo hemos hecho al revés. La gente está cuatro o cinco años para levantar un proyecto en pre-producción y nosotros dijimos "oye vamos a rodar que lo tenemos todo y ya formalizaremos papeleos, distribución y contactos". Es un suicidio, pero queríamos rodar y lo hemos hecho. Tampoco nos está yendo mal. Realmente el objetivo es la correspondencia con Paul y él ya tiene cartas que le he enviado. Por mí sólo lo habría visto él y quemaría los negativos, pero no puede ser porque la gente está ilusionada y por respeto a los directores (Saida Benzal, Toni Aloy, David Domingo, Oriol Sánchez y Albert Alcoz), al equipo y a la productora en 2016 habrá un estreno de todas las cartas.

¿Cómo reacciona Paul Morrissey al recibir los paquetes que le envías?

Pues el último paquete no sé si le ha llegado pero llevaba un libro de una peli de Mauro Bolognini que le gusta a él. Me gusta hacerle regalos. He pensado en enviarle una sobrasada y todo. Él no se cree merecedor de esto. Le suena muy marciano que un tipo desde una isla ruede para él cosas con película caducada. Me responde amable, como es él. Muy caballero, generoso. Con distancia, pregunta en qué estado está el proyecto. Todo muy sutil. La idea es ir a visitarle a Nueva York y que aparezca en la última carta. No es spoiler, porque él no forma parte de ninguna trama. Debería aparecer por ahí, aunque fuera en un fotograma.

¿Qué opinas de esta moda de la correspondencia fílmica? Tipo Erice y Kiarostami.

Yo eso lo vi después pero está fuera de lo que hago. Lo respeto, pero es demasiado conceptual. Yo quería personajes que le contaran sus problemas a Paul Morrissey. Hacerle una película a él. Lo otro es una correspondencia en toda regla. Yo nunca podría entrar en eso porque ni siquiera el mismo Paul Morrissey va a hacer el esfuerzo de enviarme nada. Paul está mayor, no espera nada en concreto con esto. Le provoca ilusión y ternura pero él no me conoce para cartearse conmigo, quizá cuando acabe todo esto me sorprenda con algo pero ni lo quiero ni lo espero. Además es un hombre serio y algo conservador. La cabeza pensante de la Factory.