Música

Exploramos nuestras raíces desde otro país: Una charla con Insólito Universo

Insólito Universo

Había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron por casualidad con un pez mayor que nadaba en dirección contraria; el pez mayor los saludó con la cabeza y les dijo: “Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?”. Los dos peces jóvenes siguieron nadando un trecho, por fin uno de ellos miró al otro y le dijo: “¿Qué demonios es el agua?”.
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David Foster Wallace

Según Naciones Unidas, son cerca de tres millones, pero hay fuentes menos oficiales que estiman que el número es mayor. La migración venezolana ha hecho que salgan del país incontables historias, de médicos a comerciantes, de ingenieros a abogados. Y en medio de la multitud también han formado filas los artistas, aquellos que a través de sus oficios se han dado a la tarea de tratar de entender Venezuela a la distancia. No es raro escuchar hablar hoy en día de un cine venezolano de la diáspora, o una literatura venezolana en el exilio. Y la música, obviamente, no podía ser la excepción.

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María Fernanda Ruette y Raúl Monsalve viven en París y se podría decir que estaban destinados a conocerse. Los dos llevan años en ese proceso de entender sus raíces, ella a través del cuatro, el cancionero venezolano y la poesía; él a través de una exploración a fondo de la tradición afrovenezolana y afrocaribeña.

“Creo que hay una cosa muy en común entre ambos y es que estamos sedientos de explotar la música venezolana que conocemos y de seguir investigándola porque sentimos que es infinita” explica Raúl a Noisey al referirse a su relación con Mafe. “Nada más te mueves entre pueblos vecinos y consigues otro ritmo, otras celebraciones, poesías distintas. Aprendes algo y lo investigas para asimilarlo y ahi te lanzas para el siguiente. Primero los tocamos de manera tradicional y luego experimentamos y hacemos fusión con instrumentos que no son tradicionales. Ambos estamos en esa búsqueda”. De esta convergencia entre ambos nació Insólito Universo, ese proyecto que actualmente está sonando fuerte a lo largo del continente europeo y otras fronteras, acumulando elogios a su paso.

Al poco tiempo de aquel encuentro inicial, a Mafe le ofrecieron una residencia artística en el Centro FGO Barbará, un espacio dedicado a la diversidad cultural y la música contemporánea, enclavado en el distrito 18 de la capital francesa. La situación fue ideal para que, junto a Raúl, iniciaran un camino de exploración que cubrió las influencias más variopintas imaginables. “Al principio escuchábamos de todo. Desde Gualberto Ibarreto hasta Yo La Tengo”, explica Raúl. “Mucho Stereolab y música contemporánea de improvisación libre. Portishead estaba rondando por ahí, mucha salsa también. Moondog escuchamos muchísimo. Como puedes ver, la cosa iba para cualquier lado”, concluye mientras ríe.

Estos fueron los días en los que Insólito Universo definió sus bases como grupo, ese credo por el cual aprenderían a regirse de ahí en adelante. Fueron los momentos para inspirarse con los cuadros de la artista plástica venezolana Marisol Escobar y los lienzos de Armando Reverón, de entender a fondo los versos del poeta José Antonio Ramos Sucre. Estudiaron celebraciones populares de todas las regiones del país, desde el joropo en la región del Llano hasta la fiesta de San Juan y la parranda de San Pedro en la región central del país. Se nutrieron de los que exploraron las fronteras de la música venezolana en el pasado como Aldemaro Romero y Vytas Brenner y los que lo siguen haciendo hoy en día como Tuyero Ilustrado y Augusto Bracho. “Siempre tratamos de traer esa imágenes para construir sonidos y por otro lado hay una búsqueda de que no se quede el proyecto en lo netamente musical. Queremos algo más como una experiencia, algo que raya en lo espiritual”.

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Foto cortesía de la banda

La primera canción que compusieron juntos fue “Tonada”, la cual tardó tres meses en finalizarse. “Es una tonada llanera pero tocando el bajo como si fuese una guitarra eléctrica, algo bien loco”, explica Raúl antes de reconocer que si hay algo que define a los integrantes de Insólito Universo es que son perfeccionistas y obsesionados con el detalle. “Somos unas personalidades en contra de la mediocridad y nos gusta que las cosas queden bien. Para que sea inédito y suene bien hay que esforzarse mucho y estar atento a los detalles”. Canciones como Pájaro, La tonada del guante, Machurucuto… Todas tienen en común un conjunto de complejas métricas rítmicas que dan fe del tiempo invertido en preproducirlas. “Somos personajes con metabolismo lento”, bromea Raúl.

El grupo se completó con la llegada del pianista Edgar Bonilla Jiménez y el baterista Andrés Sequera, ambos venezolanos, perfeccionistas y en búsqueda de una conexión con sus raíces culturales a través de la música. Su llegada amplió aún más el abanico de influencias de Insólito Universo, agregando elementos de la música clásica, el jazz y el rock. Si bien todos provienen de caminos musicales muy distintos, tienen claro que con este proyecto el todo debe ser más que la suma de las partes. “La cosa grupal es esencial para mí, obtener un sentimiento de colectividad muy fuerte. Es lo que tiene en común un concierto de punk y una fiesta tradicional en el llano venezolano: la experiencia es lo que está por delante, más que el ‘mírenme qué bien toco’. Queremos que la gente salga de los conciertos no pensando ‘wow, qué musicazos’ sino conmovidos por algo más”.

La grabación de La Candela del Río se llevó a cabo en dos sesiones de tres días cada una en un mítico lugar de punk parisino de los 80 llamado La Fugitive, “un estudio pequeño pero perfecto para lo que queríamos”, como recuerda Raúl. En el estudio, el grupo cosechó los frutos de su investigación y del trabajo previo para finalmente tomar vuelo. Al poco tiempo comenzaron a sumar colaboradores de alto calibre: Alex Figuera, venezolano y referente del undergound psicodélico, quien mezcló la primera tanda de tracks grabados; Malcolm Catto, baterista, productor y fundador de la banda de jazz funk experimental los Heliocentrics, quien mezcló cinco canciones y terminó coproduciendo el disco; y sobretodo Miguel Colmenares, creador de Olindo Records, la disquera basada en Londres que decidió firmar a la banda, tan sólo dos horas después de haber escuchado las primeras mezclas que mandó Raúl. “Lo bueno es que ya no somos nosotros solos. Que alguien se obsesione con la misma intensidad que tú es algo increíble. Es una pequeña familia, todos trabajando juntos”.

Olindo se hizo cargo de llevar el disco a otro nivel, haciéndose cargo de el arte del disco y la prensa de la banda, por mencionar un par de cosas fundamentales. En sólo meses, Insólito Universo pasó a ser plato principal en Band Camp Weekly, conseguir un lugar en los 50 mejores álbumes de 2018 de Vinyl Factory y tocar en la prestigiosa Worldwide FM. Pero sobre todas las cosas, Olindo le allanó el camino a la banda en Londres, lugar que se ha convertido en el epicentro de su popularidad.

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Foto de Ciara Bolivar Garcia

En el escenario la banda ha logrado conectar con públicos franceses e ingleses que no conocen demasiado de la música venezolana. Pero la verdadera magia ocurre con la audiencia oriunda de su país natal. No es raro ver personas emocionadas hasta las lágrimas en sus conciertos, transportadas por las imágenes que la banda evoca, trastocadas aún más por la la situación actual que transita el país. “Para mí este proyecto habla de imaginar soluciones, de imaginar un país que respete las tradiciones y que busque disipar las contradicciones que vivimos ahora. Creo que eso es lo que tiene que pasar para arreglar los problemas de identidad que tenemos”.

Mientras comienzan a componer las canciones de su próximo disco, Insólito Universo está actualmente presentando La Candela del Río en distintos escenarios en Francia e Inglaterra. El futuro es promisorio para la banda, aunque tal vez el mayor logro del proyecto se consiga en el efecto paliativo que ha tenido para sus integrantes y la nostalgia que acarrean, propia de la distancia. “Exploramos nuestras raíces desde otro país”, concluye Raúl. “La distancia hace que puedas ver desde afuera tu casa y te das cuenta de que hay cosas que no habías visto. Es una buena manera de vivir en el extranjero, te traes la casa contigo cuando haces música de tu país”.

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