Todas las fotos cortesía de Peter Janssen.
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Minutos antes de saltar al ruedo, Peter pasa desapercibido entre el público. Y eso que es uno de los activistas más conocidos, y su foto circula por foros taurinos en los que le llaman de todo menos guapo. "Sí, a veces tengo miedo", reconoce. "Pero aun así, me resulta fácil acceder a la plaza entre el gentío. Eso sí: el tiempo que estoy esperando en las gradas a que llegue el momento de saltar es muy tenso: temo que me reconozcan". En esta última acción, Talavante pasó a escasos metros de él. "Si llega a girar la cabeza, me ve seguro". El torero extremeño fue la víctima del primer salto de Janssen, en 2013. Y el cariño es mutuo.Hay algo que parece escocer especialmente a los aficionados a la tauromaquia: que venga un extranjero a restregarles su crueldad en su propia casa. "La verdad es que cuando salto no estoy pendiente del público, sino de lo lejos o cerca que estén los policías y los toreros, pero lo he escuchado en infinidad de ocasiones: 'puto holandés, vuélvete a tu país'. Y no sólo por parte del público enfurecido, sino también en boca de agentes de la Guardia Civil. Muchos de ellos también son aficionados a los toros y, tras pedirme el pasaporte, me espetan frases como: '¿por qué vienes aquí?' '¿Por qué haces esto?' Está claro que les cuesta mucho entenderlo".Ha sido la más dura de las plazas a las que hemos saltado: nunca antes se habían mostrado tan violentos. Esa hostilidad es fruto de que están con las emociones a flor de piel
El precio que Peter paga por su activismo es variable. Desde 200 o 300 euros de multa a una noche en el calabozo. Pero está convencido de que vale la pena. Una de estas acciones tiene más repercusión que diez manifestaciones en la puerta de la plaza, pues YouTube y las redes sociales hacen de amplificador: hay vídeos de acciones que superan las 80.000 visitas. "Cuando estás protestando en el exterior, los taurinos se ríen de ti. Pero una vez estás dentro, la cosa cambia: te has metido en el corazón de su fiesta y no están dispuestos a consentirlo".La creciente atención mediática a su cruzada antitaurina es, para Peter, síntoma inequívoco de que las cosas están cambiando poco a poco. "Veo con mucha esperanza cómo se están dando pasos en la buena dirección. Cataluña prohibió las corridas y, aunque mantuvo los correbous, fue un punto de inflexión. En Zaragoza se han dejado de dar subvenciones a la tauromaquia, y ciudades como Palma de Mallorca se han declarado oficialmente antitaurinas. Es algo simbólico, porque a menudo se trata de eventos privados en los que el Ayuntamiento poco puede hacer, pero no me cabe duda de que estamos viendo el principio del fin. De hecho, creo que por eso se están organizando tantas corridas en los últimos tiempos: saben que se les acaba el chollo". Y Peter seguirá estando ahí para que eso ocurra lo antes posible.Me dicen: 'puto holandés, vuélvete a tu país'. Y no sólo el público enfurecido, también agentes de la Guardia Civil. Muchos de ellos son aficionados a los toros.