Kim Kardashian con trenzas
Collage por el staff de Vice | Imágenes a través de Getty y Marc Piasecki
Identidad

Kim Kardashian me ayudó con mi identidad racial, hasta que dejó de hacerlo

La ambigüedad racial de Kim se debate acaloradamente por buenas razones. Pero los jóvenes armenios del mundo no siempre pueden ignorar las complicadas preguntas raciales como ella.

Artículo publicado originalmente por VICE Canadá.

El viernes pasado, Kim Kardashian West lanzó su nueva colección de mascarillas inspiradas en el coronavirus, para tonos de piel blancos, morenos, marrones, marrones oscuros y negros. Si bien las mascarillas marrones y blancas reflejan muy bien la piel oliva y durazno, la más oscura para la piel negra es solo eso: color negro.

"El tono para el modelo color negro es inexacto, ofensivo y culturalmente ajeno a la realidad", dijo un usuario de Twitter.

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Kim solía ayudarme a dar sentido a mi propia identidad racial, hasta que dejó de hacerlo, en gran parte debido a la cascada interminable de tropiezos relacionados con asuntos raciales, entre los cuales su línea de mascarillas es solo el más reciente.

Recuerdo un día cuando era adolescente esperar a que mi madre pagara los víveres en la fila de la caja del supermercado cuando fijé la vista en una revista de chismes: el rostro innegablemente hermoso de Kim mirándome de vuelta. Soy polaca y armenia, así que, como Kim, tengo una herencia armenia mixta (ella es parte armenia y parte blanca). Claro, ella representaba una versión curada y obscenamente rica de alguien como yo, pero ver a una mujer con raíces armenias y rasgos del Medio Oriente exhibida en revistas como un símbolo sexual opulento cambió la forma en que me veo a mí misma, para bien o para mal, incluso si no cambió la forma en que me ven amigos y desconocidos.

El duelo de miradas con la brillante imagen de Kim se produjo en un momento en que me sentía particularmente incómoda conmigo misma. Con mi piel morena, cabello negro y ojos oscuros, no me veía tan "canadiense" como mis amigos, lo que dificultó mi paso por la preparatoria católica en Edmonton. Las preguntas sobre mi raza y etnia me siguieron como una sombra. Cuando estaba ocupándome de mis propios asuntos en clase de biología, un compañero blanco se dio la vuelta y me dijo: "Serías más atractiva con los ojos verdes, estilo libanés"; en clase de matemáticas en el 12° grado, una amiga me miró y de la nada me bautizó como una "persona polaca marrón"; la gente profería insultos raciales dirigidos a la gente marrón cuando yo estaba cerca (aunque no lo sufrí con tanta frecuencia como algunos amigos que son más oscuros que yo o no son mestizos). Me han preguntado —y siguen preguntándome— de dónde soy con demasiada frecuencia. Entonces, ver a Kim no en una, sino en varias portadas, provocó una especie de revolución interna, especialmente cuando solo hay unos 11 millones de armenios en todo el mundo.

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"Kim está creando conciencia sobre cuestiones importantes y creo que tiene buenas intenciones", dijo Aram Mrjoian, escritor y editor armenio-polaco. "Pero ella no puede darse la vuelta y decir: 'Bueno, estoy haciendo cosas buenas, pero no estoy haciendo mi tarea sobre el racismo'".

Sería negligente no mencionar el reciente trabajo que ha realizado para la reforma de la justicia penal. Ha presionado con éxito al presidente Donald Trump, ayudando a varias personas —condenadas de manera injusta o que cumplen sentencias severas— a obtener clemencia y pagar facturas legales. Incluso completó un año de estudios de derecho en enero.

Pero es imposible —y poco ético— hablar de Kim sin mencionar su punto ciego ante cuestiones raciales, particularmente la negritud. A pesar de tener cuatro hijos negros, Kim, junto con sus hermanas Kylie Jenner y Khloe Kardashian, ha construido un imperio al apropiarse de la cultura y la belleza negra. Hasta el día de hoy, Kim publica fotos con peinados negros, y a menudo mancha su ya de por sí piel morena con cualquier producto de belleza que esté tratando de vender. Los comentarios inundan sus redes sociales, criticándola por "pintarse la cara color negro".

Pero las personas en las redes sociales también la critican por ser blanca. Si bien podría ser una evaluación justa —sin duda se beneficia del privilegio blanco—, siempre aparecen comentarios que destacan sus raíces del Medio Oriente. Esta oscilación entre ser blanca y marrón en la sección de comentarios de Kim se ha convertido en una metáfora de la identidad racial armenia.

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Cuando la gente me pregunta con qué raza me identifico, les digo honestamente: no siempre lo sé. Sufro de discriminación racial, porque mi vida cotidiana está marcada con micro agresiones y preguntas sobre mi origen étnico. Y debido a que gran parte de mi identidad, al menos en lo que respecta a la raza, está definida por la forma en que los demás me perciben, "la discriminación racial" se convierte en un término que describe sucintamente ese proceso. Sin embargo, llamarme marrón a menudo se siente injusto teniendo en cuenta que mi piel oliva es morena, pero solo de forma ligera, y como persona mestiza, tengo un nombre polaco y soy parte de una cultura blanca.

Los armenios de todas partes, particularmente los millennials, están lidiando con la misma pregunta racial. Karoun Chahinian vive en Etobicoke, a las afueras de Toronto. Chahinian, que ahora tiene 24 años, recuerda haber estado en clase con sus amigos de la escuela preparatoria cuando una niña le dijo: "Eres la persona más marrón del grupo", dijo Chahinian. "Pensé, '¿Soy marrón? De acuerdo, supongo que soy marrón', porque fue la primera vez que aprendí cómo me veían los demás".

Mrjoian me dijo que inicialmente se identificaba como una persona blanca. Pero luego agregó que su identidad racial es "condicional". "Siempre habrá ciertas personas que me verán como blanco y siempre habrá personas que me verán como alguien complicado", dijo Mrjoian. Lo han llamado "menos blanco", "alguna variedad de blanco" y "blanco picante", agregó.

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La autodenominada refugiada iraní-armenia-estadounidense y escritora independiente Liana Aghajanian dijo que los armenios se identifican como marrones, pero muchos creen que son blancos y otros no se sienten cómodos identificándose de una forma u otra. "Tenía un amigo que una vez dijo algo como: 'Para los blancos eres demasiado marrón y para las personas marrones no eres lo suficientemente marrón'". Según Aghajanian, su identidad cambia en función de con quién está interactuando y depende de cómo la percibe la gente. "Es una cosa muy complicada", dijo. "Cuando tengo que llenar formularios (como un censo) que preguntan sobre mi raza, no hay opciones que representen quién soy, así que elijo no identificarme".

Aghajanian señaló a la historia armenia como otro factor que complica aún más las cosas. Las diásporas armenias existen en gran parte debido al genocidio. Millones de armenios étnicos fueron ejecutados o expulsados de Turquía por el Imperio Otomano entre 1914 y 1923. Mi familia huyó a Polonia, pero una gran parte de la población armenia terminó en Estados Unidos, particularmente en Los Ángeles, cuando el país aún reservaba la naturalización para la gente blanca. En 1909, un caso de la Suprema Corte dictaminó que los armenios son legalmente blancos, pero en 1923, cuando el residente armenio de 20 años Tatos Cartozian solicitó la ciudadanía estadounidense, los tribunales dijeron que tenía que pasar por un "escrutinio visual", un control para determinar si Cartozian era de hecho lo suficientemente blanco.

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Cuando la oficina del fiscal general intentó revocar el derecho de Cartozian a la naturalización, llevó su caso a una corte de distrito federal, donde los armenios nuevamente obtuvieron el estatus legal de ser blancos. Al ser vistos como blancos por el estado, miles de armenios que quedaron apátridas durante el genocidio pudieron reclamar la ciudadanía estadounidense.

Hasta 1952, solo los inmigrantes blancos eran elegibles para la ciudadanía estadounidense, dijo John Tehranian, profesor de derecho en la Southwestern University de Los Ángeles. Actualmente, la ley de Estados Unidos considera que las personas de Medio Oriente y el norte de África son blancas. "Yo diría que está fuera de sintonía con la percepción pública", dijo Tehranian.

Tehranian también es armenio. "No me considero blanco porque no me tratan como tal", dijo. "En concreto, no soy blanco en el aeropuerto, y las cosas empeoraron después del 11 de septiembre y la guerra contra el terrorismo", una realidad verdadera para la mayoría de personas marrones provenientes del Medio Oriente y el sur de Asia.

En su libro Limits of Whiteness, la profesora de sociología de la Universidad de Toronto, Neda Maghbouleh, describe la forma en que estas cuestiones raciales afectan a los iraníes. Ella relata cómo, a pesar del estatus legal de ser blancos en Estados Unidos, la forma en que tratan a los iraníes —blancos, marrones o intermedios— depende de una serie de contextos. "El concepto de ser blanco es voluble y volátil", escribe.

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La geografía también añade otra capa a la identidad racial armenia. El país se ubica entre Turquía, Georgia, Azerbaiyán e Irán, en las montañas del Cáucaso, que se extienden en la frontera entre Europa y Asia. Chahinian dijo que ella y sus conocidos armenios han debatido si son europeos o asiáticos, y las conversaciones siempre resultan en una división bastante pareja. "Personalmente, no siento la necesidad de poner etiquetas", dijo.

Aquí es donde entra Kim Kardashian. Su identidad racial es maleable y libre de etiquetas, lo que le permite pasar de ser blanca a marrón y de nuevo a blanca, construyendo con eficacia una marca agradable al paladar que es fácil de vender porque nos permite definirla como nosotros queramos. La escritora y académica Lauren Michele Jackson calificó a Kim como una metáfora del problema racial de Estados Unidos: "La fama particular de Kim se deriva de un lugar muy estimado en la imaginación racial estadounidense que, combinada con la riqueza, evita el contacto con los efectos mortales (y melancólicos) que afectan a la gente marrón de este país mientras se beneficia del exotismo de no ser totalmente blanca", escribe.

El problema es que la mayoría de los armenios no disfrutan de este privilegio. Mientras Kim juega con su origen étnico dependiendo de lo que se venda mejor en las redes sociales, sin decir nunca públicamente si se identifica como blanca o marrón, el resto de nosotros intentamos dar sentido a respuestas complicadas en torno a la raza de manera que honren nuestras experiencias con el racismo sin trivializar el racismo violento y sistémico que daña a las personas de color y a los pueblos indígenas, que a menudo son más oscuros y menos ambiguos en su raza que nosotros.

"A pesar de ser el foco de atención, Kim Kardashian no ha ayudado a aliviar estos problemas", dijo Aghajanian. "Los ha complicado aún más".

La forma en que Kim manipula su ambigüedad racial para obtener ganancias comerciales tiene el efecto adverso de dañar la identidad armenia y relega las conversaciones complicadas sobre identidad racial a las secciones de comentarios de internet, donde hay poco espacio para los matices. Aquí deja de importar cómo se identifican los armenios.

Para Kim, ese podría ser el punto. Para otros como yo, es como si nuestra mente estuviera en arenas movedizas, lo que dificulta abordar las preguntas sobre raza sin examinar primero las interpretaciones públicas de la identidad armenia que existen debido a Kim, intencionalmente o no.

Sigue a Anya Zoledziowski en Twitter.

Corrección, 28 de mayo de 2020: una versión anterior de esta historia dijo que Tatos Cartozian llevó su caso a la Suprema Corte, cuando en realidad lo llevó a una corte de distrito federal en Oregon.