Atardecer de fuego en Agua de Oro. Durante semanas continuas y lidiando con el pico de casos de una pandemia respiratoria, los cordobeses llenaron día tras noche sus pulmones de humo.
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La temporada de incendios del año 2020 ha sido la peor de la cual se tenga registro en la provincia de Córdoba. En cenizas quedaron alrededor de 400 mil hectáreas; más de 100 mil hacían parte del poco monte nativo que resta en un lugar que en los últimos cien años deforestó el 95% de sus montes y bosques originales. Biólogos y ambientalistas lo llaman un ecocidio, y lo es. También es una gran estafa. Una estafa que como botín se lleva el futuro y, a cambio, deja beneficios a pocos. Una estafa complicada y difícil de probar, aunque tremendamente evidente para quien la quiera ver: el fuego es la forma de desmonte más económica y que mejor oculta al culpable. El gobierno provincial sabía que se podía presentar una situación así. “Córdoba es uno de los 10 lugares del mundo más propenso a incendios forestales...”, escribió en un tweet el pasado agosto el gobernador Juan Schiaretti. En otro agradeció a Dios por apagar las llamas antes de que llegaran a la localidad de Capilla del Monte, no muy lejos de donde una persona perdió la vida combatiendo el fuego, a falta de autoridades que completamente superadas apagaban cuarenta focos en simultáneo. A esta muerte el gobierno provincial respondió cabreándose con los vecinos que, solidarios a los llamados de auxilio que llegaban por doquier, estaban desperdigados por los montes apagando incendios por su cuenta. Bloqueó el acceso a brigadistas formados y principiantes por igual y tardó más de un mes en pedir auxilio al escaso Plan Nacional de Manejo del Fuego, un cuerpo de menos de un centenar de brigadistas y un par de aviones hidrantes que al final traería poca diferencia.
Vecinas, bomberos y policías lidiando con un frente de fuego a menos de cincuenta metros de un barrio en la localidad de San Roque.
Frente de fuego dentro de un desarrollo privado inmobiliario en La Calera. Muchos de los montes que se queman en el creciente cono urbano de Córdoba terminan siendo emprendimientos privados inmobiliarios de lujo.
Bombero tomando un descanso en la madrugada luego de más de 16 horas de lucha continua. Los bomberos, aunque financiados parcialmente por el Estado, son un cuerpo voluntario que no percibe sueldos ni mayores beneficios por su sacrificio.
Fuego quemado a metros de un hogar en Ongamira. La temporada de incendios del 2020 se cobró la vida de tres personas, miles de animales de granja y tal vez millones de animales salvajes. Sudamérica tiene los registros más altos de pérdida de biodiversidad del mundo.
Incendio en las cercanías de Capilla del Monte.
Los aviones hidrantes cargan entre 1000 y 1500 litros, mucho más que las mochilas de los brigadistas. Mucho menos que otros aviones que se utilizan en el primer mundo. Ongamira.
Resistir: un acto de voluntad
Jorge Martini, brigadista de la Brigada Ambiental de Cosquín quien combatió los incendios durante cuarenta días continuos sin descanso.
El pájaro carpintero se convirtió en uno de los símbolos de la resistencia. El arte se usa como herramienta de difusión pacífica.