Medio Ambiente

El plan de energía limpia de Biden podría destruir territorios en Latinoamérica

La demanda de metales utilizados en vehículos eléctricos y paneles solares va en aumento, pero la estrategia de energía limpia de Biden, aunada a la pandemia, significa que Latinoamérica está a punto de ser saqueada.
Mina de cobre a cielo abierto cerca de Calama, Chile
Una mina de cobre a cielo abierto cerca de Calama, Chile, en 2018. En toda Latinoamérica, la minería de metales de tecnología limpia podría aumentar durante el mandato del presidente estadounidense Joe Biden. Foto: Cristobal Olivares, Bloomberg vía Getty Images

Artículo publicado originalmente por VICE en inglés.

JERICÓ, Colombia - Desde un yacimiento de rocas en la finca de café de Ariel Velásquez puede escucharse el estruendo de una cascada en la lejanía. Su espumoso rocío es el principal atractivo para los turistas cafeteros que visitan la zona. El paisaje es impresionante. Los esbeltos árboles de nogal se equilibran perfectamente como lápices en la pared rocosa de la montaña. El zumbido meditativo de los colibríes, turpiales y chachalacas resuena con intermitencia.

Publicidad

Debajo de este paisaje virgen, una compañía llamada Anglo Gold Ashanti quiere excavar en busca de cobre, un metal que será clave para la revolución de la energía limpia y la producción de vehículos eléctricos en territorios como China, Estados Unidos y Europa.

“Sería muy triste ver cómo se seca la cascada”, dice Velásquez durante una visita de VICE World News a Jericó, un poblado a unas tres horas en automóvil al oeste de Medellín, Colombia. Un espeso barro rojo recubre sus botas de goma negras y una barba incipiente envuelve su rostro.

“Si abren la mina, la tierra se secará y estos cultivos no valdrán nada. Los turistas dejarán de venir. Estaremos arruinados”, advierte el agricultor de 36 años.

Por desgracia, Velásquez podría no tener otra alternativa a medida que se intensifica la revolución de la energía limpia. La combinación del COVID-19 y la presidencia de Joe Biden ha acelerado la tendencia a alejarse de los motores de combustión interna y la contaminación por carbono, y acercarse a fuentes de energía renovable como la eólica y la solar, así como motores de batería. La percepción de la ahora llamada energía limpia es que salvará el clima, lo cual satisface cómodamente a los sectores políticos liberales de todo el mundo. La cuestión es que cuanto mayor sea la presión que ejerzan Biden, la Unión Europea y China para que la gente reemplace sus motores de combustión interna por automóviles que funcionan con baterías y por paneles solares, serán necesarios más metales de tecnología limpia para fabricarlos.

Publicidad

El 20 de diciembre, Biden prometió que al ser presidente, pondría a Estados Unidos “en el camino de crear un sector eléctrico libre de contaminación de carbono para 2035”.

El inversionista multimillonario de Silicon Valley Chamath Palihapitiya, empresario de la tecnología limpia, respondió de inmediato. “Si es el caso, necesitaremos muchos metales de tierras raras para que eso suceda”.

La demanda de metales como el cobre y el litio aumentará a medida que avance la revolución de la energía limpia, según un reporte de Carbon Brief, una organización sin fines de lucro. La vasta riqueza de recursos naturales de Latinoamérica es un objetivo primordial. En Chile, las empresas estadounidenses y chinas ya extraen cobre y litio. Un empresario chino está desarrollando una mina de litio en el desierto de Sonora, al norte de México. Brasil está lleno de metales de tierras raras como el niobio, que es una alternativa al cobalto, un metal utilizado en la fabricación de vehículos eléctricos. Estos vehículos —como los producidos por Tesla— utilizan cantidades significativas de cobre para conducir la electricidad y proporcionar energía al automóvil. También se usa litio en las baterías que los impulsan. En Colombia, el interés de Anglo Gold Ashanti en el yacimiento de cobre bajo los cultivos de Velásquez es el más reciente capítulo de una “fiebre del oro” literal por metales de tecnología limpia.

Publicidad

Pero la creciente extracción de minerales en los frágiles ecosistemas de los que dependen los cultivos de Velásquez podría poner en peligro su sustento.

“La extracción de metales para estos vehículos tiene muchas consecuencias preocupantes. Por ejemplo, el desierto de Atacama en Chile es el segundo lugar más seco de la Tierra y [el proceso de minería] está eliminando el agua del sistema. Básicamente debe evaporarse para concentrar el litio”, explica Thea Riofrancos, científica política del Providence College que estudia los impactos ambientales y sociales de la energía limpia. 

“También hay una reducción en el nivel del manto freático. Está siendo gravemente afectado por la minería del cobre. Ambos sectores extractivos ejercen una presión enorme sobre los sistemas hídricos del desierto de Atacama, un área actualmente vulnerable”.

En Jericó, una serie de invernaderos triangulares cubren el ondulante paisaje verde. Dentro hay hileras de gulupas, una fruta exótica que se exporta a los mercados internacionales. Tupidos árboles de aguacate salpican el paisaje con elegantes patrones de lunares. Los cultivos de cítricos y café se esparcen por las montañas como cortinas. El agua es el elemento vital de esta ciudad, argumentan sus agricultores. Sin ella, el tipo de agroturismo que quieren construir es inconcebible.

Anglo Gold Ashanti ha esperado pacientemente para abrir esta mina de cobre. Ha llevado a cabo revisiones rigurosas del impacto ambiental y ha prometido una recuperación vanguardista de los ecosistemas afectados. La mina será subterránea; no un monstruo a cielo abierto como la mina de cobre Escondida de Chile. “Llevamos 14 años en Jericó y después de años de estudios hemos encontrado cobre de muy alta calidad. Queremos convertirlo en un progreso social, ambiental y económico para la región y el país”, dijo un vocero de la compañía. Anglo Gold Ashanti reconoció que el área alrededor de la finca de Velásquez es parte de la zona afectada de la mina, pero promete que no impactará negativamente la dinámica del agua de la que dependen los productores de café.

Publicidad

Aun así, los residentes locales no están convencidos de poder impedir el proceso. Cerca de las faldas de la montaña, Anglo Gold Ashanti planea apilar los relaves, el material sobrante de la extracción de cobre, oro y plata. Los relaves almacenados a lo largo de la cuenca del río Cauca podrían generar una fuga tóxica con el tiempo. A corto plazo, la gente de este poblado —donde los homicidios son casi desconocidos en una nación ampliamente marcada por la violenta— teme que la mina atraiga criminales que se dedican a excavar ilegalmente las áreas alrededor de los sitios de minería oficiales.

Latinoamérica es famosa por las arcaicas regulaciones que rigen sus prácticas ambientales. Salvo algunos avances recientes en la creación de mejores regulaciones, las leyes no suelen cumplirse, o en el mejor de los casos, se aplican sin firmeza, según un reporte reciente del Banco Interamericano de Desarrollo sobre gobernanza ambiental. El reporte determinó que la industria extractiva de Colombia deja la marca más severa en el medio ambiente en comparación con sus vecinos latinoamericanos.

Pase lo que pase en Colombia, es poco probable que el plan de energía limpia de Biden encuentre muchos obstáculos en un congreso liderado por los demócratas. El mandatario ha hablado de gastar dos billones de dólares en un plan de energía limpia. Es la apuesta de Biden para revivir el cinturón industrial de Estados Unidos, una región gravemente afectada por la pérdida de empleos. La fabricación de vehículos eléctricos es clave para crear empleos en una economía azotada por la pandemia. Biden se suma a muchos otros expertos en la creencia de que es la vía principal para combatir el cambio climático, pero es una estrategia con sus propias consecuencias ambientales y sociales.

“Si yo estuviera asesorándolo, en primer lugar, la pregunta sería cómo brindarle electricidad a los medios de transporte de una manera que consuma menos recursos”, dice Riofrancos. “Creo que el primer paso es restarle importancia a la propiedad individual de un automóvil. Cuantos más automóviles haya en los caminos, más difícil será reducir las emisiones de carbono, porque se necesitarán más vehículos eléctricos para reemplazar los tradicionales. Entre mayor sea nuestra capacidad de transportar a la gente en el mismo vehículo —como en autobuses, tranvías— mayor será nuestra habilidad de crear medios de transporte masivo, volviendo más eficiente el uso de nuestros recursos”.

Esto podría solucionar el problema del uso del transporte. Pero la realidad, agrega Riofrancos, es que sin reglamentos internacionales estrictos que regulen dónde deben obtenerse los minerales de tecnología limpia, es muy posible que la estrategia de Biden pueda provocar más daño que beneficio en los frágiles ecosistemas de Latinoamérica. Las empresas como Anglo Gold Ashanti pueden crear empleos y generar ganancias en el corto plazo, pero habrá una mínima repartición para los habitantes locales, que deberán enfrentar solos los costos ambientales.

En su finca de café en Jericó, Velásquez se derrumba en una silla de plástico en su pórtico rojo y amarillo. Detrás, el río Cauca resplandece. Velásquez recuerda cuando la presa brasileña Brumadinho —que albergaba relaves de hierro— tuvo una ruptura en 2019 e inundó a los pobladores. Más de 250 personas murieron. El agricultor vio en la televisión como el río espeso, fangoso y rojo se desbordaba por el paisaje verde. Es el mismo color rojizo del barro en sus botas. Esto le provoca malestar.

“No queremos correr este tipo de riesgos”, dice. “Estamos felices aquí. Y si perdemos nuestra agua, nuestros cultivos morirán. Eso significa que perderé mi sustento”.