Tenías razón, tu adicción a la música de Les Claypool, Victor Wooten o Thundercat no es una coincidencia. De acuerdo con un nuevo estudio realizado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, a los humanos nos encanta el sonido del bajo porque desprende vibraciones sonoras que percibimos mejor.
“En este estudio, demostramos que, cuando dos tonos se presentan de manera simultánea, el cerebro detecta mejor las desviaciones de tiempo inferiores que las que se están altas y la sincronización de ambos tonos es más influenciado por la corriente de menor intensidad”, se puede leer en el resumen de la investigación. “Nuestro experimento revela que, con sonidos simultáneos, la temporización de sonidos bajos es superior a los de niveles altos porque se eleva con facilidad en la vía auditiva de la cóclea, ubicada en el oído interno”, concluyen los científicos.
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En otras palabras, lo que nos gusta tanto del bajo es que su sonido viaja en frecuencias bajas, las que nuestro cerebro reconoce más fácilmente. Lo que significa que: A) Cualquier humano promedio ama el bajo; B) Por eso las canciones que más nos nos molan usan el bajo como hilo para el ritmo. ¿O de dónde creías que salían esas vibraciones que masajean tu cerebro cada vez que escuchas My Name Is Mud de Primus?
Puedes leer el estudio completo aquí.