Comida

Es hora de calmarnos y comer gluten sin miedo

Las alergias a la comida son miserables. No sólo producen síntomas espantosos y hasta vergonzosos y te fuerzan a vivir para siempre enredado en una red de restricciones alimenticias, sino que llevan a los ignorantes a categorizarte como una persona hipocondríaca y neurótica, incluso algunos pueden decirte que eres una fanática loca de las celebridades. Por ejemplo, si Miley Cyrus escribe en su twitter que probó comida sin gluten, la gente te verá con una mirada que parece decir: “si Miley Cyrus expresara su favoritismo por los licuados de sangre de búfala, ¿también te los tomarías?”, pero no tienen la menor idea de que la intolerancia al gluten es una enfermedad y no una moda en la dieta. Sí, es un mundo difícil para los alérgicos a la comida.

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Lo que una vez fue problema de una minoría, ahora es una moda alimentaria monstruosa. Quizás sea culpa del Internet o del fanatismo desmesurado a las celebridades, pero hoy cualquier hijo de vecino come comida sin gluten o sin lácteos y ya no sabemos si es porque en verdad son intolerantes a dichos alimentos o porque creen —o alguien les dijo— que es una forma saludable de alimentarse. Como dice la eminencia gastroenteróloga, y cabeza del Comité para la Salud de Celíacos del Reino Unido, David Sanders: “Ya no sabemos si la dieta libre gluten es una medicina o una dieta de moda”.

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Revisemos el lado de la moda. Podemos entenderlo perfectamente en este sketch cómico de The Onion, en el que se muestra que el 14 por ciento de los estadounidenses son ahora intolerantes a la palabra gluten. No es que sean alérgicos a la sustancia, sino que piensan que, como está asociado al trigo, es un alimento que debemos evitar en nuestras dietas. Gracias a esta creencia popular, convertida en moda, los supermercados están llenos de productos “libre de…”, algunos incluso llevan etiquetas de “libre de gluten” o “libre de lactosa” aunque el producto ni siquiera contenga trigo o lácteos. Hace pocos años, los productos sin gluten o sin lactosa eran casi inexistentes en los supermercados, porque antes eran vistos como una desgracia culinaria, dirigida solo a los pobres desdichados que no pueden procesar estas sustancias en sus estómagos.

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Pan sin gluten.

Según un reciente estudio, el sector de productos “libre de…” ha crecido un 30 por ciento en todo el mundo sólo en un año, lo que representa un valor de 10 mil millones de dólares.

Es cierto que las alergias alimentarias, la intolerancia a la lactosa y la enfermedad celíaca —intolerancia al gluten— también han aumentado en la población —porque ésta es cada vez más numerosa— pero no es para tanto. La enfermedad celíaca, que consiste en una reacción inmune a la proteína del gluten, es una realidad desagradable y solo afecta al uno por ciento de la población mundial.

No hay explicación médica para las intolerancias o alergias alimenticias. Solo existen. Aparecen y desaparecen como se les da la gana y con frecuencia se confunden con otros malestares, ya que sus síntomas (diarrea, náuseas, gases, brotes en la piel, hinchazón y cansancio) son comunes a otras enfermedades. Sin embargo, no puedes ignorar los malestares cuando te estás convirtiendo en celiaco. Los dolores son tan fuertes, la diarrea y los vómitos son tan desagradables, que una vez que sabes que el gluten es el culpable, jamás querrás comer pan en tu vida. La enfermedad no pasa desapercibida, pero eso no lo saben todos los que creen ser intolerantes al gluten sólo porque tuvieron un leve retorcijón estomacal después de comer pasta (no fue el gluten, amigos, fue el exceso de grasas y carbohidratos).

Lo que es impresionante es la cantidad de celíacos-hipocondríacos que existen en nuestros tiempos. Marianne Williams, una nutrióloga inglesa y especialista en alergias e intolerancias alimenticias, dice que en su clínica en el Reino Unido “aproximadamente un diez por ciento de sus pacientes tiene una enfermedad celíaca-psicológica”. Es decir, no es real, sino imaginaria. “Así que no importa lo que se haga con sus dietas. No mejoran porque el problema está en su cabeza”, dice.

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Pan sin gluten.

Esto no quiere decir, por su puesto, que los síntomas sean menos reales. Los sienten porque su mente indica que deben sentirlos, además de que los malestares son regularmente producidos por el estrés. “Por ejemplo, si te comiste 3 donas en el desayuno y luego presentas un examen que te pone los nervios de punta, es probable que tu diarrea sea peor de lo que hubiera sido sin el estrés del examen. Además de que, vamos, es muy probable que cualquier persona consiga una diarrea después de comerse 3 donas en el desayuno”, dice Williams.

Un estudio hecho en 2012 por el Diario de Gastroenterología Americana concluyó que dos tercios de la gente que piensa que tiene intolerancia al gluten realmente no la tiene, ya que sus síntomas no mejoraron con dietas libres de la proteína. Hamish Renton, un guru del marketing y figura internacional de la escena “libre de…” cree que estas personas son las responsables del crecimiento en la industria de los productos sin gluten y sin lactosa. Él llama a este tipo de hipocondríacos “el manantial de los preocupados”.

“El estilo de vida de la gente no celíaca que evita el gluten es igual al de la gente que evita las grasas y las carnes rojas”, dice Renton. “Porque si te prohibes el gluten en tu dieta, estarás evitando una gran cantidad de carbohidratos. Es como someterte a la dieta de Atkins“.

Renton asegura que la razón por la que la gente está inventándose ser “intolerante al gluten” es porque las marcas han anunciado sus productos “libres de…” como “es mejor para ti y tu salud”. Pero este es otro problema producido por las etiquetas engañosas, como los productos que dicen ser “libres de transgénicos” a pesar de que ni siquiera contienen genes. Pero hay que recordar algo: los alimentos “libres de… gluten, lactosa o transgénicos” no son necesariamente más saludables, a menos, claro, de que en verdad tengas una alergia seria a esos alimentos.

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Mucho tiene que ver el comportamiento llamado “Vicarious Goal Fulfillment”, que consiste en creer que un alimento sin gluten es más saludable que uno normal, a pesar de que el que no tiene gluten puede contener más azúcar y grasas que la versión normal. Lo mismo pasa con los alimentos light, que suelen contener menos calorías de azúcar, pero más gramos de grasa.

Lo peor de todo es la demonización de la comida, que es cada vez más severa. Es increíble cómo funciona nuestra mente de consumidor, que necesita satanizar un alimento con tal de lograr una sensación —falsa— de bienestar. La gente se cree todo lo que lee en Internet con tal de construirse un discurso negativo con relación a algunos alimentos, sobre todo a los “malos”, y escupe su pan al mismo tiempo que lee cómo el trigo hace que crezcan huevos de avispa en nuestros intestinos. Ok, eso es un poco exagerado, pero no tan alejado de la realidad.

Esta obsesión con los alimentos “buenos” o “malos” está alcanzando proporciones peligrosas. Aunque no todos los estudios sobre nutrición son tan terribles como éste. Algunos, por fortuna, nos recomiendan beber al menos 3 copas de champagne a la semana para mantenernos en buena forma.