Es hora de hablar acerca de manejar un carro trabados

Pocos giros más bruscos que el que dio la sociedad frente a los conductores borrachos: mientras que en la época de nuestros papás el hecho de jartar y manejar no solo era permisible sino normal, hoy en día conducir bajo los efectos del alcohol está ahí arriba, junto a acosador de Transmilenio y taxista incendiario, en la lista de conductas despreciables. 

En cambio manejar trabados nos parece perfectamente normal. ¿Habrá que esperar el relevo generacional?

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A medida que el consumo recreativo de marihuana aumenta y se legaliza, científicos y autoridades alrededor del mundo—en realidad solo en Estados Unidos y el norte de Europa— han comenzado a enfrentarse a todo este asunto de los marihuaneros al volante. 

Existe entre los que fumamos marihuana la creencia generalizada de que manejar bajo sus efectos no es peligroso, o al menos no TAN peligroso.  Rituales como el sauna—encerrarse  en un carro parqueado a fumar marihuana hasta que el parabrisas no se pueda ver desde el asiento trasero—y el tovuel—hacer exactamente lo mismo pero con el vehículo en movimiento y las ventanas abajo—son testimonio de la estrecha relación que existe entre la bareta y el volante. 

¿Estaremos en lo correcto o será un pajazo mental de marihuanero?     

Luego de conducir varios experimentos con conductores bajo los efectos del THC desde el año 2000 hasta 2016, el doctor Johannes Ramaekers, profesor de toxicología de la Universidad de Maastricht, Holanda, asegura que el efecto negativo del cannabis a la hora de conducir un vehículo es “clínicamente considerable”. 

Las investigaciones adelantadas por Ramaekers y sus colegas sugieren que “una dosis normal de marihuana” afecta a un conductor de una manera similar a la que lo harían dos tragos en un hombre de 73 kilos, lo que para la ley colombiana sería considerado el primer grado de embriaguez (entre 0.40 y 0.99 miligramos de alcohol por mililitro de sangre).

Sin embargo, Ramaekers  reconoce que la marihuana es menos peligrosa que el alcohol tras el volante en la medida que el trago “induce a tomar decisiones riesgosas mientras que la marihuana no”.

Obviamente estar trabados afecta la manera en la que conducimos. Lo que no es tan claro es si ese efecto negativo se traduce peligro al volante. 

Luego de analizar los datos de más de 200 mil accidentes de tránsito en una docena de países, el politólogo Rune Elvik, quien se especializa en temas de seguridad vial en el Instituto Noruego de Investigaciones en Transporte, asegura que manejar trabado no es significativamente más peligroso que manejar de noche. 

“La probabilidad de estar involucrado en un accidente aumenta alrededor de un 30%, lo cual es un aumento de riesgo similar al que asociamos con conducir en la oscuridad”, contestó el investigador noruego cuando le envié un correo preguntando por los riesgos de conducir bajo el efecto de la marihuana. 

“En el caso del alcohol, el aumento del riesgo es de un 3500%, casi 100 veces más que con la marihuana”, agregó.  

Según Elvik, los resultados que el doctor Ramaekers había obtenido en pruebas motrices y simuladores de conducción no se veían reflejados en los datos de accidentalidad que él había analizado “porque  los conductores (que están bajo los efectos de la marihuana) pueden hasta cierto punto compensar por la influencia del cannabis. Lo que no pasa con el alcohol que debilita tus habilidades al igual tu capacidad para comprender sus limitaciones”                 

Pero el doctor Ramaekers no cree en el cliché del marihuanero que conduce a cinco kilómetros por hora y es extra cuidadoso precisamente porque se sabe trabado: “Sí, los conductores fumados son conscientes de sus limitaciones y pueden tratar de compensar. Pero siempre FRACASAN”, aseguró, con mayúsculas y todo, en un correo electrónico. El toxicólogo holandés también aseguró que los datos de accidentalidad alrededor del mundo indican que el riesgo aumentado por manejar bajo la influencia de la marihuana es de un 100%. 

Los  gobiernos que han comenzado a tomar medidas frente a todo esta fumadera de bareta en los carros se han tenido que enfrentar a dos grandes problemas.

El primero es determinar cuando una persona está legalmente impedida por la traba. En Estados Unidos, cinco estados han establecido límites exactos para la concentración de THC que una persona puede tener en la sangre mientras conduce. Pero estos límites han sido cuestionados por científicos que aseguran que consumidores regulares pueden superar estos valores con facilidad incluso semanas luego de parar de fumar. 

Además está el problema de cómo detectar el THC a la orilla del camino. A la fecha no existe en el planeta un equivalente al alcoholímetro para detectar el consumo de marihuana. Y el hecho de que los niveles de THC en la sangre suban y bajen rápidamente luego de fumarla hace difícil detectar  qué tanto THC tenía una persona en la sangre mientras conducía a través de un prueba posterior.  

Nicholas Lovrich, profesor emérito de Ciencia Política en la Universidad Estatal de Washington, en Estados Unidos, está trabajando para desarrollar un aparato portátil que sea capaz de medir la concentración de THC en el cuerpo de una persona de manera inmediata. En enero de este año, Lovrich le dijo a The Atlantic que faltaban “al menos dos años” para ver un producto terminado.

Mientras tanto, en Colombia

“Estaba manejando y fumando marihuana cuando me di cuenta de que venía detrás mío una patrulla de policía”, me contaba Theo, un estudiante de ingeniera de 21 años que está acostumbrado a fumar marihuana mientras conduce por Bogotá. “Cuando me pararon el carro apestaba a marihuana, pero afortunadamente yo me alcancé a engüevar todo. Los tipos me requisaron, amanzaron con inmovilizar el carro, pero al final, como no encontraron nada, se fueron”. 

Esta mañana un subintendente de la policía de tránsito, al que sorprendí en un retén me explicó como debieron haber manejado sus compañeros un caso como el de Theo: 

“Cuando usted tiene alguna sospecha de que un conductor se encuentra bajo efectos de la marihuana—o de cualquier otra droga—usted tiene que hacerle una prueba de embriaguez, no de alcoholemia”, me explicaba el policía, quien parecía llevar seis horas  preparándose para mi pregunta: “la de embriaguez es una prueba distinta que solo puede realizar un médico de Medicina Legal. Si el médico determina que es necesaria una prueba de sangre o de orina, entonces tenemos que llevar al conductor hasta un juez de garantías”, concluyó el subintendente, quién afirmó haber recurrido a este procedimiento una sola vez en su carrera como policía. 

Según voceros de la Policía de Tránsito “no es común encontrar” casos de conductores bajo la influencia de marihuana u otras drogas, pero, de encontrarlos y llevar a cabo todo el procedimiento, los infractores se exponen a las mismas sanciones que los conductores borrachos.  

Antes de despedirse el subintendente me preguntó: 

—¿Sabe porque yo puedo darle toda esta información?
— Por qué— contesté
 —Yo soy el encargado de capacitar a todos los agentes de tránsito en pruebas de alcoholemia y embriaguez— Luego, apuntando con la nariz hacia sus compañeros que registraban varias motos en el retén, agregó: 
— ¿Pero usted cree ellos saben eso?

Un vocero de Medicina Legal aseguró que no se tienen registros de casos de conductores que llegan a la institución por que la policía sospecha que están bajo los efectos de la marihuana. “La verdad aquí nadie sabe de esos casos”, comentó  

Independientemente de lo difícil que sea diagnosticar los efectos de la marihuana y de qué tan capacitados estén nuestras autoridades para hacerlo, queda la pregunta: ¿es seguro manejar trabado? 

Digamos que no es como manejar luego de ocho horas de sueño, con gafas polarizadas, el celular en la guantera, y las manos firmes a las 10 y las 2 del volante— es decir, no es 100 % seguro.