Música

Es la historia de un amor: una conversación con Poli y Prietto

Poli y Prietto

Sus caminos y sus voces se cruzaron hace algunos años atrás, en las madrugadas del amplio underground de Buenos Aires, aquel que abarca diferentes zonas de la Capital Federal, del conurbano e incluso se nutre de escenas que comienzan a explotar desde el interior de la Argentina. Poli es Natalia Politano, cantante de la banda indie-noise-pop Sr. Tomate, basada en la ciudad de La Plata. Prietto es Maxi Prietto, actualmente una de las voces de Los Espíritus, pero conoció a Poli compartiendo escenarios con Prietto viaja al Cosmos con Mariano, ese tándem de blues electrificado que va y viene en el tiempo. Ella, además, vio varios shows de Prietto en formato solista, en los que derramaba su impronta ciudadana y su canto arrastrado sobre un repertorio de boleros. Aquellos que descubrió una noche, la última de un viaje a la CDMX, y con los que se fanatizó tanto que los editó en un trabajo artesanal-digital, titulado La última noche (2013). Ese es el antecedente de este Boleros y Canciones, en el que ambos compartieron el micrófono y las letras dramáticas de este cancionero que resultó ser el disco más cálido que se pudo conseguir en el crudo invierno argentino. La temporada fría resiste su retirada, incluso ahora, en pleno diciembre.

Boleros y Canciones fue registrado en ION, estudio de grabación icónico fundado en 1956 y en el que grabaron T-O-D-O-S; realmente se podría reconstruir la historia grabada de la música popular argentina del último medio siglo a partir de su memoria. Allí tomaron forma definitiva las diez canciones del álbum, un brumoso blend hecho a partir de clásicos firmados por Agustín Lara, Carlos Gardel, Carlos Eleta Almerán, Cuco Sánchez y María Teresa Vera, más dos originales composiciones de la pluma de Poli.

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El proyecto también contó con el aporte de dos ilustres como Andrés Calamaro y Gustavo Santaolalla. La dupla invitó a Noisey a la terraza de la sala de ensayo en la que se empezaron a amasar estas versiones, para dialogar sobre el disco y tomarlo como punto de partida para pensar en la larga y añosa tradición popular cancionera latinoamericana, de la que ellos también forman parte.

NOISEY: Maxi, vos ya habías grabado boleros y venías tocándolos desde hace unos años. ¿Cómo llegamos hasta este disco?
Maxi: Los boleros que hice los arranqué solo… demasiado solo para mi gusto (se ríe). Disfruté de hacerlos pero sentí que me faltaba la dinámica de un grupo. Yo me había copado mucho con los boleros en México, pero no tenía amigos que escucharan esa música, entonces no tenía con quién compartirla. Al tiempo, armé el cuarteto con Damián Manfredi (contrabajo), Pipe Correa (batería) y Miguel Tennina (piano). Y ya con ese grupo pensamos en que estaría bueno expandirse. Primero la invitamos a Poli y surgió la idea de hacer un disco directamente con ella. Luego apareció Charly Pacini (violista y miembro de la tanguera-punk Orquesta Fernández Fierro), lo que nos llevó hacia otro objetivo: grabar un disco que tuviera cuerdas. De a poco, todo se fue agrandando y agrandando, hasta que terminamos siendo diez arriba de los escenarios.

Poli: Maxi me escribió y empezamos a pasarnos canciones por chat. Después, nos juntamos a ensayar y nos re copamos. Yo nunca pensé que iba a cantar un bolero, jamás en la vida. Aunque es una música que escuché desde chiquita, que estuvo muy presente en mi casa: era lo que cantaba mi papá, especialmente en momentos más festivos. Él cantaba, un tío tocaba el piano, otro agarraba un rallador de queso con un tenedor. Aparte de esos recuerdos, por otro lado, a mí me interesa mucho el drama en la música.

Se nota en tu manera de cantar.
Poli: Sí, claro. Mi voz es una herramienta para dramatizar situaciones. No me parece algo malo el drama, me muevo cómoda en ese concepto.

Maxi: El bolero tiene toda una apertura que va desde lo más doliente, en el estilo mexicano, hasta algo más afro, con mucha percusión, contrabajo y trompetas, como se hace en Cuba. Incluso las líricas son distintas. Puede ser bien sabroso o bien dramático, trágico. El cubano tiene mucho de celebrar a “aquel amor”. El otro es más de hablar de “por qué se fue”. Nosotros mezclamos un poco de las dos vertientes: las cuerdas acentúan lo dramático, mientras que el bongó y la maraca le dan un ritmito más llevadero. A la vez, las cuerdas de la Fernández Fierro, le dan una onda muy tanguera a temas como “Veinte años”.

Se apropiaron del repertorio de una forma muy ciudadana, se palpa ese color tanguero. Solo aquí se podrían hacer estas versiones.
Maxi: Puede ser. Nosotros venimos de la canción del rock y desde ahí nos acercamos al bolero, que es una música mucho más compleja. Hacemos una versión más simplificada de eso y en la que se filtra algo de lo que hay acá, que es tango y cultura rock.

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Foto: Juan Francisco Sánchez.

¿Qué les pasa con todas estas canciones que citan, de autores históricos y muy cantadas en todo el mundo?
Poli: A mí siempre me interesó la canción más que quien la hizo. Después si empezás a indagar, descubrís al compositor. Pero muchas de las canciones que conozco desde chica, ni sé quién las escribió.

Maxi: Son canciones tan populares que parece que el derecho de autor no entra ahí. Por ejemplo, “Historia de un amor” mi abuela la cantó toda su vida, mientras cocinaba o mientras comíamos, en las fiestas también. ¡Es de ella! (se ríe). Tiene que ver con mi vínculo con mi abuela.

Poli: Yo le pedí a Maxi cantar “Perfidia”, que es un hitazo. Una cosa es cantarla en la cocina, picando cebolla (risa de Maxi). Y otra cosa es grabarla.

Maxi: También está “Palmeras”, una canción que me encanta y que toco cada vez que agarro la guitarra. “Veinte años” es una de las preferidas de mi papá… son todas canciones doradas. Y hay tantas que no puedo dejar de ver a este disco como el principio de año. Si me pongo a pensar, al toque me dan ganas de grabar diez canciones más.

La canción latinoamericana tiene una tradición enorme y muy variada, no es igual en cada país.
Los dos: ¡Claro!

Maxi: El vínculo lógico que tenemos con esa música es el idioma, porque no tenemos que atravesar ningún tipo de barrera. Escuchás e inmediatamente la sentís y comprendés, salvo alguna que otra excepción por cuestión de localismos o palabras que quedaron viejas. Pero se genera una unidad muy fuerte entre las cosas dispares que hay en México, Cuba, Colombia, Argentina, Uruguay, Brasil… son músicas muy ricas, muy antiguas. Nosotros estamos parados acá hoy porque hay toda una historia detrás. Y está bueno revisitarla. Siempre son algunos acordes, una letra y las ganas de cantarla. Esa misma canción la podés escuchar con cuerdas, con vientos o a capella cantada por una abuela, y te llega. En la música popular no existe esa división entre el escenario y la calle. La música está en la calle.

https://www.youtube.com/watch?v=DItFw8KOQXI

No es un detalle menor que hayan grabado todas estas canciones en un estudio como ION.
Los dos: ¡Noooo!

Poli: Estuvo buenísimo porque las tomas que se escuchan son las que se grabaron en tiempo real, en vivo. Desde el primer segundo hasta el último, así salió. Hay unas pocas sobregrabaciones pero en alguna boludez.

Maxi: La acústica de ION es fundamental. Y también la historia que tiene el estudio. El dueño veía la lista de temas y se sorprendió con “Mis noches sin ti”. Nos dijo: “Esta canción la grababa todo el mundo… hace como cincuenta años (risas)”. ¡Buenísimo! ¡Volvimos! ¡Somos los nietos de eso!

¿Cómo fue trabajar con los invitados, Andrés Calamaro y Gustavo Santaolalla? Teniendo en cuenta que son colegas de ustedes pero no pares generacionales ni tampoco de escena.
Maxi: Calamaro es un gran importador del bolero. Salió muy natural, de una charla de música. En un momento nos pusimos a hablar de boleros, lo invité a participar y se re copó. No sé si pasó una semana que ya estaba en la casa de él, grabando. Participó en tres canciones: los coros de “Perfidia”, varias voces en “Si no te vas” y también la voz principal de “Guitarras, lloren guitarras”. Santaolalla sumó su ronroco en “Veinte años” casi cuando estábamos terminando disco. Le mostré lo que estábamos haciendo, se ofreció a participar, eligió esa canción y nos mandó el arreglo ya hecho. Un campeón. Ellos se entusiasmaron mucho por estar participando de algo propuesto por una generación posterior a la de ellos. Desde el primer momento nos consideraron pares. También me gustó que no haya sido con canciones de la autoría de ninguno de los dos. Hicimos una música histórica, que es antigua para nosotros y para ellos también. La música popular generó esto, que distintas generaciones se unieran por canciones históricas.

Poli, ¿qué te parece que entre todo ese repertorio hayan dos canciones tuyas?
Poli: Cuando estábamos en esa fase de mandarnos canciones, me acordé de que había escrito un bolero hacía como diez años. Se lo pasé a Maxi y me dijo “¡está buenísimo!”. Es “Témpanos lejanos”. Yo nunca había tocado boleros ni nada, pero cuando la escribí lo sentí así. Tiene esa clave, el chac-cha-chac. Nunca lo había grabado, pero lo rescatamos para el disco y quedó muy lindo. Para mí fue un hallazgo.

Maxi: Yo creo que esa canción y “Cigarrillos”, que es el cierre y tiene un formato más indie rock, son las que le dan sentido al disco porque son originales. Qué mejor forma de darle vida al bolero que haciendo uno nuevo, grabado por primera vez. Si bien todo el disco me encanta, eso es lo que hace que valga la pena. Recurrimos a la historia y de pronto sumamos canciones nuevas esa tradición.

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