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Es viernes santo y quiero un bistec

La cuaresma es una época en el calendario que muchos recordamos porque en la escuela nos hacían ver el viacrucis, o porque una tía —muy religiosa— nos obligaba a rezar el rosario o simplemente porque no te dejaban comer carne sin más explicación que: “La Iglesia lo prohíbe”.

Pero sustituir la carne por pescado y mariscos tampoco es la mejor forma de hacer penitencia si la gula está presente, y si realmente no somos católicos activos o, peor aún, odiamos los mariscos.

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Seamos honestos, estos 40 días hacen que la relación con la carne sea más conflictiva, al punto de haber meditado si hacernos o no veganos cuando llega la Semana Santa. Ya no son sólo las innumerables investigaciones médicas que nos dicen que es dañina y que moriremos de cáncer; tampoco los estudios que aseguran que los pedos de las vacas acabarán con el planeta. También es religión católica —y tu familia— que desde hace siglos prohíbe su consumo en honor a los 40 días que ayunó Jesús en el desierto antes de ser crucificado. 

Si no lo haces, y te comer un delicioso y jugoso bistec el castigo (católico) es inevitable: jamás te purificarás de las faltas y pecados —pasados y presentes—. 

Infierno.

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Hay que ayunar y abstenerse, si se quiere ser un buen católico. Para el sacerdote Miguel Portugal, misionero claretiano, el significado de la cuaresma se ha desviado. Sí es un periodo en el que la Iglesia prohíbe comer carne, pero jamás obliga a consumir mariscos: “sólo se trata de comer con sencillez. Y ayunar el miércoles de ceniza y el viernes santo como lo marca la religión católica”.

Pero si pensabas preparar un huachinango hazlo, sólo compártelo con otros que no tienen qué comer. “El sentido de la cuaresma es unirse a la pasión del señor a través del sacrificio”, resalta el sacerdote Miguel.

La idea de comer o no ciertos alimentos como una forma de sacrificio o auto negación de los deseos biológicos vitales, no es algo que sólo el catolicismo impone, pues la idea de comprobar que uno tiene fe a través del control del cuerpo es muy común en otras religiones como el Islam —que prohíbe la carne de cerdo— o el Judaísmo —donde la dieta kosher prohíbe el “consumo de los animales terrestres que tienen pezuñas hendidas y rumian“—.

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Además de este “control”, para la antropóloga Ann Johnson, la práctica de la cuaresma es una forma de crear unión entre la comunidad y un ejercicio de memoria. “Es una práctica en común, pero también es el ritual de Semana Santa, de preparar las recetas tradicionales. Comer juntos es una forma de vivir en el tiempo”.

Aunque hay diferentes interpretaciones sobre la relación de la carne con la impureza, para la especialista hay diferentes interpretaciones, como el hecho de que somos carne, y si comemos carne cometemos un acto de canibalismo. “Hay una fascinación por la carne. Siempre ha ocupado un espacio liminal, los veganos dirán que no podemos comernos a otros animales, los nutriólogos dirán que es rica en proteínas, en fin, siempre es fascinación, deseo y rechazo”, dijo Johnson.

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Y si por alguna razón comes carne en estos días de Semana Santa ¡Tranquilo! No ocurrirá nada, aunque si eres de fe católica deberás confesarte y pedir perdón. 

Según el sacerdote Miguel, las penitencias pueden ir desde la abstinencia de consumir lo que más te guste —como chocolates o alcohol— hasta hacer penitencia para resarcir la pena: “No hay una regla para castigar, primero hay que analizar los atenuantes”, advierte.

Y si por alguna razón quedas atrapado entre tu tía ‘la religiosa’, tu amigo vegano y el sacerdote de la comunidad que prohíbe a los carniceros vender sus productos los días santos, deja de nadar a contracorriente y come una ración grande de ricas tortitas de camarón con nopales y capirotada… No le caen mal a nadie y te ganarás la entrada al cielo.