Foto tomada del Facebook de Monilogue.
Minilogue son de esas recomendaciones valiosas que aparecen con cada equinoccio. La primera vez que los escuché sentí tanta felicidad apelmazada en el estómago que juré que estaba drogada. En el lugar había un montón de fritos que se la pasaron espolvoreándole químico a las chelas. Así que cuando empecé a sentir el rush del tecno, lo primero que pensé fue en la probabilidad de haberme confundido de vaso.
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Luego de una hora terminó el set. Lo que sea que haya sido dejó de revolotear en mi interior y la sensación suavecita en el cuerpo se esfumó. Me di cuenta que yo no estaba drogada y ellos no estaban tan fritos. Lo que antes estaba fluyendo tan bien dentro de la habitación, se había terminado. Nos quedamos en silencio unos segundos. Un vato parado cerca de la computadora notó que la tensión se colapsaba entre las paredes y dijo: “¿lo ponemos otra vez” Ni siquiera esperó una respuesta. El set ya estaba de nuevo en las bocinas. Nos salvó la vida.
Minilogue son dos DJ´s que producen sus tracks de manera análoga. Sebastian y Markus prefieren el contacto directo con su público. Sin pantallas. Ellos mismos hablan de su música como un equilibro entre naturaleza e improvisación. No les gusta la saturación y están en contra de sobrepensar la rola.
Hace ya un tiempo mandaron construir su estudio a la mitad de la nada. La cabaña totalmente blanca, sumergida dentro de un bosque en Malmö, es el lugar en donde grabaron su último disco, The island of if. El álbum dura alrededor de cincuenta minutos y está diseñado para ser escuchado de corrido, la idea es sumergirte dentro de una historia que tiene finales bastante indefinidos. Los suecos crean una isla en tres mil segundos de la que no quieres salir nunca. Desde el momento en el que los tracks empiezan a girar te conviertes en un títere que se mueve involuntariamente. El cuerpo de quien sea que lo escuche, será- dentro de los próximos minutos- un circuito electrificado que hará que el orgasmo auditivo no dejé de multiplicarse.
Para dejarlo más claro, suenan a chocolate derretido en la boca. Aquí una probada:
Para que les entendamos mejor, los señores hicieron un videíto con clases de música análoga para dummies en donde explican su proceso de creación:
También se armaron un mini documental hippie para que les agarremos la onda:
Tal como se muestra en los videos: el yoga, la serpiente, el bosque, los pantalones guangos y la pasividad en el fondo, son algunas de las pistas que usan estos vatos para dejarnos claro que su fin último es hacer música más humana para nosotros, los fritos más deshumanizados del mundo.