“Ese feminicida tiene que pagar”: detienen al acusado del asesinato de Fanny

El feminicidio en México es un problema que nos debe importar a todos. Del 1 de enero al 14 de febrero se han reportado 236 feminicidios, principalmente en el Estado de México con 27, Guanajuato con 21, y Guerrero, Veracruz y Puebla con 17 cada uno.

El 17 de diciembre de 2017, el cuerpo de Fanny fue encontrado en el kilómetro 9.5 del libramiento en el municipio de Acambay, en la comunidad de Detiña, Estado de México. Tenía 29 años y era la madre de un pequeño de seis meses.

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En enero, Rosalinda, la madre de Fanny, me recibió en su casa con un abrazo. Nos sentamos en el comedor y llamó a su esposo, José Luis Morales. Mientras platicaba con ellos escuché el quejido del pequeño de siete meses y lo conocí, un bebé de ojos enormes que ahora se ha convertido en el hijo de Pepe y Rosalinda. “Imagínate, Frida, a mis 50 años vuelvo a ser mamá”, me comentó devastada.

Rosalinda me cuenta que Fanny tuvo una buena infancia, dentro de las posibilidades que pudieron ofrecerle. Era hija única, le gustaba el futbol, la patineta y patines. Era muy estudiosa y dedicada. Aprendió a ser independiente desde pequeña. Durante la adolescencia estudió en la Telesecundaria y luego cursó la preparatoria en una escuela privada. Después terminó su carrera de comercialización y mercadotecnia. “Era fanática de los tatuajes, por lo que se hizo cinco e iba por otro con el que se identificara con su hijo”, recuerda su madre.

Fanny —o Beba, como le decía su familia de cariño— desapareció el 14 de diciembre de 2017. Trabajaba en el Organismo de Agua y Saneamiento de Toluca, Estado de México. Ese día Fanny tenía mucha gripa. “Te cuidas”, le dijo su madre, quien salió muy temprano de casa a su trabajo como maestra, “ve al doctor”. Más tarde Rosalinda le envió un mensaje: “Me avisas qué te dijo el Dr.” Fanny contestó con un Ok y un corazón.

A las seis de la tarde, tras no saber nada de su hija, Rosalinda comenzó a preocuparse. “La gorda no se ha comunicado”, le dijo a su esposo. A las nueve de la noche tocaron a su puerta, primero con golpes muy cortos, después más fuertes. Era la hija de Eli, una de las amigas de Fanny: “Señora, es que, ay, no sé cómo decirle, mejor márquele a mi mamá”, recuerda Rosalinda.

Entonces Eli, la amiga de Fanny, le hizo saber que alrededor de las seis de la tarde recibió un mensaje del número de Fanny que decía: “Me levantó un taxi en Metepec y el chofer no me deja bajar”. Le envió el número de las placas también. “Sentí que se me cayó el cielo”, me contó Rosalinda. “Tomamos al bebé y nos dirigimos de inmediato a poner la denuncia”.

Al llegar al Ministerio Público, el padre de Rosalinda describió cómo iba vestida su hija ese día: “Mallón negro y blusa blanca, no recordaba los zapatos”. Eli también les hizo saber que Fanny se vería con Fernando, el padre de su bebé, y que no había acudido a trabajar ese día.

El asesinato de Fanny se convirtió en una noticia nacional. La mayoría de los medios informaban sobre la desaparición de Fanny luego de haber abordado un taxi. Sin embargo, algo no le cuadraba a la familia de la joven madre. Las investigaciones de los padres no concordaban con que su hija subiera a un taxi. Presionaron a las autoridades y dieron con la dirección de la dueña del taxi. Entrevistaron al conductor del transporte y se confirmó que, en efecto, él nunca vio a Fanny ni la había subido a su vehículo.

Cinco años atrás, Fanny conoció a Fernando, el padre de su hijo y con quien durante años tuvo una relación conflictiva. “Recuerdo que en enero de 2017, él vino a la casa y nos hizo saber que se iría a trabajar a un pueblo en Querétaro. Nos dijo que quería hacer mucho dinero para casarse con mi hija. Sabemos que su padre tiene tráileres. Él trabajaba como chofer”, cuenta Rosalinda. “Tenían muchas discusiones. Él era celoso, creo que por eso ella trataba de alejarse de él. Sin embargo, regresaba”.

Rosalinda me contó que Fernando mentía y manipulaba a su hija para conseguir dinero. “Le empezó a sacar todo el dinero posible, hasta llegar a pedirnos dinero para ayudarlo. Ella decidió tener un bebé de él por las promesas que le había hecho para formar una familia. Él dejo toda la responsabilidad en nosotros. En febrero del 2017 se fue a trabajar a un pueblo en Querétaro”.

Rosalinda recuerda que al inicio de la separación el individuo llamaba a Fanny todos los días, después solo de vez en cuando. “Antes de que mi hija se embarazara la trataba como reina, pero después la dejaba afuera de la casa o dejaba que ella se viniera sola. Mi hija se endeudó mucho para darle dinero a él. El día que el bebé iba a nacer, ella le habló, pero él nunca acudió. Prácticamente ella lo obligo a conocer al bebé”.

En septiembre de 2017, Fanny fue a buscar a Fernando a Querétaro. Entonces acordaron no terminar su relación. En tres ocasiones más Fanny fue a verlo. Después, en noviembre, el empezó a ir a Toluca. Rosalinda dice estar segura que el día que se vio con Fernando fue el día que desapareció.

El 27 de enero, cuando me entrevisté con los padres de Fanny, me dijeron que tenían todos los elementos para que el sujeto fuera aprehendido. Sus investigaciones arrojaron que el día que desapareció, Fanny y Fernando se encontraron en la avenida López Portillo, colonia San Lorenzo Tepaltitlán, en Toluca. Abordaron un vehículo compacto y en un momento determinado iniciaron una discusión que derivó en el feminicidio. El teléfono de Fanny fue apagado justo después de que enviaron el mensaje de auxilio. Pepe y Rosalinda, ayudados por un buen elemento de la Fiscalía, siguieron el rastro de los celulares de ambos y descubrieron que los dos estuvieron en Acambay, lugar donde fue abandonado el cuerpo de Fanny después de ser asesinada. El rastro del celular de Fernando siguió hasta Querétaro.

Mientras redactaba estas líneas, Rosalinda me llamó para notificarme que fue girada la orden de aprensión y que Fernando fue detenido el 13 de febrero de 2018. Ahora espera que la justicia para su familia llegue. “Se lo dije a él en una ocasión. ‘Ella es el amor de mi vida, es lo que más vale para mí. Si le tocas un pelo, te vas a arrepentir’. No le tocó un pelo, le tocó la vida. Me la arrancó y va a pagar por cada herida que le causó a mi beba”.

“La extrañamos. Me dejó a su Chemita, un pedazo de su corazón, un ángel. Ese feminicida tiene que pagar por habérmela arrancado”, me dijo Rosalinda.

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@FridaGuerrera

fridaguerrera@gmail.com