Esta mexicana patentó una nanopartícula que elimina patógenos

Gabriela León aún conserva el microscopio Mi alegría que le regaló su papá cuando tenía 6 años. El juguete es un recordatorio de lo que la apasionaba desde niña. Eso que está oculto detrás de las demostraciones científicas. Algo que con aquel utensilio de juguete no podía sino imaginar: la increíble complejidad de los objetos y los millones de partículas que los componen.

Con 50 años, Gabriela ha logrado obtener la patente de una nanopartícula muy especial. El pasado 14 de junio del 2016 el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) certificó Nbelyax, una partícula pequeñísima que actúa como antiséptico, desinfectante y elimina todo tipo de patógenos: hongos, bacterias y virus. También es la primera patente en México que se solicita simultáneamente en 140 países (incluido México).

Videos by VICE

Para tratarse de algo tan pequeño, Nbelyax ha comenzado en grande. Una nanopartícula es un material de un tamaño específico: debe medir de 1 a 100 nanómetros, es decir, es el resultado de dividir de un milímetro en un millón de veces. A este tamaño, todo cuanto conocemos cambia radicalmente. Las propiedades de los elementos se transforman y adquieren otros usos. Así, cada pequeño cambio puede abrir nuevas e inesperadas posibilidades.

Para imaginárselo hay que pensar primero en algo muy pequeño que quizás aún podemos ver. Un pelo, una pestaña o ese vello facial que arrancamos con pinzas. En cambio, el prefijo nano se utiliza para nombrar algo imperceptible para el ojo humano, digamos, la diezmilésima parte de ese cabello. Y la nanotecnología es la herramienta para manipular la materia a esa escala, un alcance que permite modificar los átomos y de este modo las cualidades de los elementos. La nanotecnología está presente hoy en casi todas las industrias tecnológicas, sobre todo la energética, la medioambiental y la médica, donde se los avances se dan a pasos agigantados. Encima, los nanodesarrollos pueden ser más accesibles de lo que cualquiera podría imaginar.

Gabriela se acercó por primera vez a este mundo en la universidad. Estudió Ingeniería Bioquímica Industrial en la UAM Iztapalapa y más tarde trabajaría con su papá en un proyecto relacionado con almacenamiento de agua potable en la Ciudad de México. Luego trabajó fabricando productos de limpieza general para abasto de marcas propias. Ahí aprendió qué químicos mezclar para fregar un piso, para lavar un plato o para quitar la grasa de la estufa.

Poco después, en 1999, fundaría Gresmex, su propia empresa dedicada —también— a productos de limpieza para el hogar y de uso personal. Sus limpiadores se vendían en el pasillo de detergentes y jabones bajo el nombre de algún supermercado —Chedraui, Walmart, Sorian — eso sí, con una etiqueta que para el año 2000 era innovadora: “biodegradable”.

Gabriela se acercó a Tessy María López Goerne, especialista en nanotecnología y nanomedicina, con la idea de crear una molécula nano que eliminara patógenos igualmente pequeños.

En 2008, la suerte —o más bien la mala suerte— cambió su vida: su hijo mejor enfermó de rotavirus. En poco tiempo y en un afán por buscar soluciones para mejorar la salud de su familia y protegerla de las enfermedades, investigó todos los productos desinfectantes, medicinales, antisépticos y limpiadores. Su búsqueda la llevó a bibliotecas, expertos, doctores. Para cuando su hijo sanó, sabía que no había nada en el mercado que pudiera limpiar verdaderamente superficies. Esto es desinfectarlas y dejarlas totalmente libres de cualquier virus, hongo o bacteria.

En ese momento nació Nbelyax, o por lo menos la idea de crear un producto para cubrir un nicho vacío del mercado.

Los meses siguientes fueron de ejecución. Gabriela se acercó a Tessy María López Goerne, especialista en nanotecnología y nanomedicina, con la idea de crear una molécula nano que eliminara patógenos igualmente pequeños. Una de las premisas era utilizar productos naturales y ser fiel a la esencia biodegradable de Gresmex. Según Gabriela, aquella primera fórmula no funcionaba y al contener platino iba en contra del objetivo de crear un producto libre de metales. Esa relación laboral no funcionó y tras una una serie de litigios legales —que aún continúan—, decidieron separarse.

Esto no frenó la llegada de Nbelyax, sino todo lo contrario. Una segunda colaboración dio con la fórmula actual a base de extractos vegetales que, según Gabriela, son bactericidas utilizados en varias civilizaciones como la china, la azteca o la maya.

Por supuesto, la innovación de Gabriela no vale nada sin el sustento científico. Sin el registro de la patente, su invención podría haber terminado en un infomercial de productos milagrosos. Los primeros certificados los obtuvo en 2011. Entender lo que podría significar su nanopartícula requería un cambio total en su empresa, comenzando por la comunicación. ¿Cómo acercar la nanotecnología al gran mercado?

Una pieza clave en el proceso fue su abogado Kiyoshi Tsuru, quien recomendó registrar Nbelyax y obtener la certificación. Primero pensó hacerlo en Estados Unidos, pero era demasiado costoso y entonces aún no había certeza de la eficacia de la nanopartícula. Mientras meditaba si certificar en México o en el extranjero, Miguel Ángel Margáin, Director del IMPI, se acercó a Gabriela y le ofreció cooperación del gobierno mexicano para hacer más eficiente el proceso de la patente.

En tiempo record, o sea tres años —pues en promedio estos trámites se hacen llevan a cabo en seis—, Gabriela obtuvo su certificación y patente. Con la certeza de tener un producto funcional comenzó el crecimiento de Gresmex fuera de las fronteras nacionales: en 2015 se estableció en Londres bajo el nombre de Inmolecule. El movimiento territorial respondió a la necesidad de un cobijo global para su tecnología. El estereotipo pesa, o eso cree Gabriela, sobre todo cuando se trata de temas tecnológicos. ¿Nanotecnología mexicana? El tener relación con Inglaterra cree que le ayudará a abrir puertas que de otro modo costaría más trabajo siquiera tocar.

¿Nanotecnología mexicana? El estereotipo pesa, cuando se trata de temas tecnológicos

Estar al tanto de todos esos patógenos con los que lidia Nbelyax no ha transformado a Gabriela en una persona paranoica ni mucho menos. De hecho, a pesar de su ocupada agenda, es una mujer de trato sencillo: se levanta temprano, deja a sus hijos en el transporte escolar y, si tiene tiempo, hace algo de ejercicio. La actividad física la ayuda a relajar su aballestada rutina. Ha llegado a participar en triatlones e incluso ha atravesado la bahía de Acapulco nadando. Cada prueba dice, “la ha fortalecido”, no sólo en cuanto a lo físico sino sobre todo en el apartado mental.

No tiene engorro en mencionar cómo su condición femenina ha representado un reto más: “Todo suma y todo resta cuando eres mujer”. Gabriela piensa cómo se va vestir cuando va a una cita de trabajo o cuando debe dar una conferencia, analiza si habrá público femenino o masculino; decide cómo será su lenguaje no verbal. No deja pasar detalles. Asegura que muchas veces ha recibido comentarios misóginos, pero también ha tenido malas experiencias con mujeres, y considera que deberían ser más solidarias.

Toda la vida ha trabajado rodeada de hombres, pero eso no la limita. Su primer socio y cómplice es su hermano Sergio León. A su lado fundó Gresmex, con la ayuda financiera de sus padres.

Gabriela proviene de una familia acostumbrada a alzar la voz. Su abuelo materno, el ingeniero Juan Gutiérrez Lascurain, fue diputado por el Partido Acción Nacional (PAN) en la década de los 40, y uno de los precursores de la ley que le daría el voto a la mujer en México. En cambio, su abuelo paterno era general. La unión de sus padres cerró la frontera entre poder y oposición, aunque no del todo. Su mamá siempre fue activista y Gabriela recuerda la opresión institucional de los años 70 y 80: “La casa de mi mamá la balacearon y teníamos los teléfonos intervenidos”.

Cuatro décadas y media después de que su padre le regalara aquel primer microscopio de juguete, Gabriela ha visto cristalizado ese primer enamoramiento con lo invisible, un amor por la ciencia que fue alimentándose lo mismo con los aciertos que con las pequeñas derrotas.

Nbelyax es la coronación de este esfuerzo. El nanocompuesto activo es utilizado en varias aplicaciones. Éviter es su línea más conocida la cual incluye crema, jabón y sanitizante para uso personal e industrial; y está por lanzar EION, una línea de productos para el aseo bucal que incluye pasta de dientes, enjuague antiséptico, pomada para los fuegos bucales y para aftas.

Las aplicaciones aumentan cada día. También, según Gabriela, se han hecho pruebas en la industria agropecuaria —con 90 por ciento de eficacia— para el control de plagas, hongos y bacterias en los cultivos; así como el lavado de las cosechas para alargar la vida útil de los alimentos.

Otra aplicación de Nbelyax es en la bioconservación del patrimonio cultural. Por ahora trabajan en la conservación de la Biblioteca Palafoxiana de Puebla y del Museo del Castillo de Chapultepec.

El alcance de la nanopartícula creada por Gabriela parece ser infinito. Según cuenta, incluso tiene planes de hacer lubricantes vaginales con el objetivo de evitar el contagio de VIH y detener el desarrollo del virus del papiloma humano.

El recorrido hacia el interior de la materia es fascinante. Este viaje subatómico quizá más asombroso que ha emprendido el ser humano. ¿Será Nbelyax un paso firme en este recorrido que busca enaltecer la grandeza de lo diminuto y acercarnos a cierta verdad presente pero invisible ante nuestros ojos?