Este es el doloroso retrato de los desplazados en Colombia

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Este artículo fue publicado originalmente en ¡Pacifista! , La plataforma de contenidos para la generación de paz de VICE Colombia.

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“¡Soy estrato cero!”. Un desplazado colombiano le dijo una vez esta frase al fotógrafo estadounidense Robert Pennington, quien siempre recuerda la anécdota para explicar el título de su exposición ‘Cero’. En Colombia se divide a la población en estratos, según su nivel socieconómico de acuerdo a los recibos de agua, luz y gas que llegan a sus viviendas.

La colección de fotografías que retrata la vida de una parte de los casi 7 millones de desplazados que produjo el conflicto armado en el país, estará expuesta al público en la Universidad Externado de Colombia en Bogotá hasta el próximo 28 de abril.

Según un informe de 2016 de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Colombia es hoy el país con más desplazados internos en el mundo entero. Así supera a Siria con 6,6 millones, e Irak con 4,4 millones.

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Pennington es fotógrafo documental y cineasta. Nació en Ohio, Estados Unidos, pero dice que se siente neoyorkino. Se aproxima a la fotografía desde su formación como cineasta, y su trabajo busca analizar la vida de quienes viven en los márgenes o la periferia de la sociedad.

Su interés particular por el desplazamiento forzado nació en 2015, cuando desarrolló el proyecto “Ningún lugar tiene gusto casero”, en el cual documentó el desplazamiento masivo hacia Europa de millones de ciudadanos de Oriente Medio y África, un fenómeno que Pennington considera “el mayor éxodo que ha sucedido en el mundo dese la Segunda Guerra Mundial”.

Pacifista habló con Pennington sobre su labor junto a la pobreza y sobre su experiencia al vivir con familias desplazadas en Cundinamarca, Chocó y el Valle del Cauca.

Robert, ¿por qué decidió venir a Colombia ?

Hice un proyecto en 2015 llamado “No hay lugar como el hogar”, en el que documentó la crisis de los refugiados en los países europeos y a partir de ese momento comencé a estudiar el fenómeno de desplazamiento a nivel global. El caso colombiano me impactó por la gravedad de la situación y los números, pero la fuerza que impulsó la exposición “Cero” fue el hecho de que muy pocas personas fuera de Colombia sabían de esta situación y había muy poca prensa cubriendo este problema. En el momento en que comencé el proyecto, Colombia era el segundo país con mayores desplazados en el mundo y hoy es el primero. Mi sospecha después de dos años trabajando este tema es que la cifra supera las siete millones de personas.

¿Cuándo llegaste al país?

Aterricé en Bogotá en diciembre de 2015. Los primeros lugares que visité fueron Altos de Cazucá y Altos de la Florida, en Soacha, Cundinamarca. Dediqué mucho tiempo tratando de lograr el mayor entendimiento posible de la vida después del desplazamiento, de comprender la experiencia de los desplazados. Generalmente, para lograr esto trato de vivir con las personas que retrato, y eso fue lo que hice en Colombia

¿Cómo fue la experiencia de vivir en Soacha, uno de los municipios que reciben más desplazados?

En Soacha me impresionó el fenómeno de estos kilómetros de desplazados que, forzados a huir de las zonas rurales, migran a las grandes ciudades con la esperanza de encontrar mejores condiciones de vida, oportunidades o servicios sociales. Sin embargo, no encuentran nada de esto. Encuentran barrios con una situación de seguridad muy difícil, sin servicios sociales, donde deben llegar a construirse una casa con lo puedan encontrar: madera, plástico, y en una tierra sobre la que no tienen propiedad, lo cual genera conflictos. Los desplazados tienen problemas emocionales, sicológicos, han sufrido tremendamente y siguen sufriendo en las ciudades.

¿En qué otros lugares estuvo?

En el Chocó, en Buena Vista con el grupo indígena Wounaan, desplazado en 2015 presuntamente por las FARC, y con una comunidad de pescadores en Togoromá, desplazados en 2013 por Los Urabeños. Finalmente, en el Valle del Cauca conviví con una comunidad ubicada en Triana, que sufrió varias masacres por parte los paramilitares entre 1999 y 2003, y con la comunidad de Aguaclara, también obligada a desplazarse por las incursiones paramilitares y por masacres ocurridas entre 2002 y 2003.

¿Qué impresión es la situación económica por la que pasan los desplazados?

Me sentí muy preocupado, sobre todo, por la idea de los estratos sociales. Es algo sobre lo que no sabía nada cuando llegué, y luego me di cuenta de que es una idea muy incrustada en la cultura colombiana. Eso no existe en Estados Unidos. Hay estructuras de clase en todos los países, pero el único lugar a dónde he viajado que tiene un tipo de estratificación similar al colombiano es India. Por bien intencionado que sea el sistema, creo que a la larga se ha convertido en un estigma. Cuando les preguntaba a los desplazados cómo se sentían en la sociedad colombiana, casi todos me respondían: “Me siento como si fuera de estrato cero”. Era un tema común: se sienten invisibles y olvidados por la sociedad. Por eso me sentí obligado a intentar darles una voz a través de “Cero”.

¿Qué aprendió de este trabajo con las víctimas?

Aprendí sobre la capacidad de resiliencia y la perseverancia de los desplazados, que a pesar de haberse enfrentado al conflicto, amenazas constantes y muchas dificultades, tratan de sacar lo mejor de sí. Es una experiencia increíble e inspiradora. Estoy convencido de que la mayor riqueza de Colombia es su gente.

Todas las fotografías pertenecen a Robert Pennington.

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