Los miembros de Estado Islámico (EI) creen que habrá 72 vírgenes esperándoles tras la muerte. Sin embargo, si mueren en batalla a manos de una mujer, temen que no recibirán su botín virginal. De hecho, morir a manos de una mujer significa para los seguidores del EI que ni siquiera llegarán a pisar el paraíso. La Brigada de las Chicas del Sol (BCS) es un batallón de mujeres soldado yazidíes que luchan para asegurarse de que ningún miembro de las fuerzas de Estado Islámico atraviese sus preciadas puertas celestiales.
Los yazidíes tienen su propio idioma y su propia religión, creen que el ser supremo Yasdan encarna al poder superior y que de él emanan otros siete espíritus. Uno de ellos es un ángel con forma de pavo real conocido como Malak Taus, que también es el alter ego de Yasdan. El apodo de Malak es Shaytan, diablo en árabe, lo que lleva a la idea errónea de que los yazidíes adoran a Satán.
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Este error de concepto ha convertido al pueblo yazidí en objetivo de Estado Islámico. El EI está totalmente decidido a destruir a toda la comunidad yazidí, que cuenta con una menguante población de unas 700.000 personas, haciendo de todo desde violar y secuestrar a sus mujeres, hasta asesinar a sus familias.
El infierno no posee tanta furia como una mujer despreciada, así que las Chicas del Sol van a arrasar al EI sin más dilación
Según el Daily Mail, la BCS fue fundada el 2 de julio de 2015 en el Kurdistán iraquí por una popular cantante yazidí llamada Xate Shingali. El nombre (no oficial) de este grupo es una referencia al inmenso respeto que sienten hacia el sol como símbolo de protección. El infierno no posee tanta furia como una mujer despreciada, así que las Chicas del Sol van a arrasar al EI sin más dilación.
Una fuente de Kurdistán informó a Broadly de que una mujer conocida como Comandante Khatey tomó el mando de la Brigada de las Chicas del Sol. Nuestra entrevista con la Comandante de habla kurda fue traducida por el Dr. Niaz Biban.
Khatey nos informó de que las mujeres yazidíes de la BCS no tienen miedo a defenderse a sí mismas o a su país.
“Me uní a las fuerzas porque quiero luchar por mi gente y por el Kurdistán”, afirmó Khatey.
Los yazidíes están principalmente formados por kurdos, y llevan siendo defendidos de la persecución a la que les somete Estado Islámico de forma continuada por grupos como el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y las Unidades de Protección de las Personas (YPG) de Siria.
“Nos va muy bien y contamos con el apoyo total del gobierno kurdo”, explicó Khatey.
Antes de unirse a la BCS, la Comandante Khatey formó parte del Peshmerga, otra fuerza militar del Kurdistán iraquí. Las nuevas reclutas de la BCS empiezan su entrenamiento con soldados de Peshmerga, que les enseñan a usar los AK47. Desde su creación, el ejército que ahora dirige Khatey ha aumentado hasta contar con más de 400 mujeres soldado.
Familias enteras están luchando, mujeres de todas las edades forman parte de este movimiento, algunas madres incluso luchan al lado de sus hijas
“Familias enteras están luchando, mujeres de todas las edades forman parte de este movimiento, algunas madres incluso luchan al lado de sus hijas”. Khatey añadió que cinco grupos dentro de su propia familia están en combate actualmente, incluyendo su hermano, su hermana y los hijos de ambos.
La Comandante de la BCS es originaria de una región situada al noreste de Mosul, en el norte de Irak, llamada Sheikhan. Su impulso por luchar es algo personal. La fecha en que Khatey tomó el control de la BCS es muy significativa para los yazidíes: el 3 de agosto era el primer aniversario del día en que se produjo la Masacre de Sinjar a manos del ISIS.
Miles de yazidíes fueron masacrados como animales, las mujeres fueron asesinadas, violadas y esclavizadas, aquellas que sobrevivieron se vieron obligadas a huir y decenas de miles se vieron abandonadas a su suerte sin recursos. Naciones Unidas tachó recientemente este acontecimiento de posible genocidio. Justo después de aquello nació la Brigada de las Chicas del Sol. El 3 de agosto de 2015, la Comandante Khatey dio un paso al frente con toda su munición y con cientos de mujeres tras ella.
El ciclo de lo que es noticia y no lo es gira a una velocidad enorme, de modo que los yazidíes han sido esporádicamente foco de atención de los medios. Pero su historia está lejos de acabar, desde el centenar de luchadoras en sus inicios hasta las cuatrocientas que alcanzaron el pasado otoño —y muy pronto bien podrían llegar a ser miles—, estas mujeres son una manifestación de lo que significa reclamar el poder.
“Algunas mujeres combaten por su honor y otras por el Kurdistán”, afirmó la Comandante Khatey. “Estamos progresando mucho”.