Dinero

La pesadilla inmobiliaria: 550 euros al mes por un balcón falso con vistas preciosas

Es una obra de ingeniería perfecta, el ilusionismo final.
Pesadilla inmobiliaria VICE
Todas las fotos vía Fotocasa

'La pesadilla inmobiliaria' es una sección en la que denunciamos los abusos más flagrantes y los pisos más sorprendentes del mercado inmobiliario en España. Si te has topado con algún palacio similar, escríbenos a esredaccion@vice.com.

¿Qué es?: Estudio/vivienda/zulo de 40 m2 situado en los bajos de un edificio. Dispone de una habitación, baño y una “cocina”. Lo de las comillas en la palabra “cocina” ya lo descubriréis más adelante. En el comedor hay una pared empapelada con un bello paisaje, como si hubiera una especie de balcón/terraza que da directamente al mar, justo frente a una isla.
¿Dónde está?: La Barceloneta, joder, menudo sitio. Lo que antaño era un barrio de clase obrera ahora es el epicentro del exceso turístico juvenil. Gente en pelotas por la calle, gente follando en la calle, vómitos en portales y restaurantes caros. Aun así, buscando un poco uno puede encontrar buenos sitios donde comer barato, como el restaurante Can Maño. Dentro de mi corazón, pese al turismo, sigue siendo un lugar entrañable.
¿Qué se puede hacer por ahí?: Bueno, teniendo en cuenta que hay una enorme playa al lado, siempre puedes bañarte un rato. Los de Barcelona siempre nos quejamos de las playas que tenemos, diciendo que están sucias, que te roban a la mínima o que no hace tanto tiempo se ofrecían pajas a turistas por dinero delante de todo dios; pero tampoco están tan mal. Tienen arena y agua, que es todo lo que necesita una playa.
¿Cuánto cuesta?: No está del todo mal el asunto, son 550 euros al mes pero ya viene la luz incluida en el precio. Piensa que esta mierda, al tirar de cocina eléctrica, te puede subir a casi unos 100 euros cada dos meses, así que es algo a tener en cuenta. Ese “favor” que nos hace el propietario, qué buen samaritano. Pero no olvidemos que son 550 euros por un piso de 40m2. Qué buen tipo.

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El piso este tiene las características de mierda habituales de la mayoría de pisos que nos vamos encontrando en esta sección: se trata de un espacio pequeño, de una habitación como mucho, con un precio excesivo (aunque viendo el panorama actual, ahora mismo tampoco es del todo excesivo) y con una cocina poco convincente.

Lo que aquí sorprende más es ese trampantojo que hay en el salón. Esto. Esta cosa:

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Como un observador atento podrá detectar, no se trata realmente de un paisaje real. Eso de ahí no es una isla y esa cosa no es un porche de madera cálidamente bañado por la tenue luz del sol en un atardecer idílico en la Polinesia. Esto es una imagen, un papel de gramaje desconocido impreso por una cara. Las formas y los colores son tinta. Solo tinta. Bueno, solo tinta no, es el sistema que te mantiene con vida; el truco que permite que nuestro cerebro se crea que estamos habitando en un espacio más grande y feliz del que realmente es. Sin esta tinta, probablemente nuestros sesos terminarían esparcidos por la “cocina”. Cuando encontraron el cadáver la mano aún sujetaba con fuerza el puño de la pistola, “sucede muchas veces, es el rigor mortis” comenta el agente de policía durante el levantamiento de cuerpo. En fin.

Si bien en un primer momento este truco puede parecer vil —al fin y al cabo han empapelado esa pared para que nuestro sistema de percepción del mundo piense que se trata de un espacio más amplio y agradable de lo que realmente es— debemos admitir que está terriblemente bien ejecutado, al nivel del programa radiofónico de Orson Welles o de la pantomima de la VO del caso Alcàsser. Si nos fijamos, no hay nada dejado al azar, uno incluso podría llegar a dudar de la formulación de tal mentira, no hablo del conocimiento de que se trate de una mentira, sino sobre de qué modo esta mentira ha sido elaborada.

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Mirad bien. Esa “esquina”, mirad qué bien jugado, mirad qué fino ha estado el empapelador. Ese efecto de perspectiva hacia un ángulo cóncavo es una obra maestra. Las dos líneas diagonales del porche de la foto tienen el punto de fuga sobre esa línea vertical que parece una esquina, coincidiendo además con el bordillo con el que termina el porche ilustrado en el papel. Es una obra de ingeniería perfecta, el ilusionismo final.

Con esta formulación, esa línea nos puede parecer sin duda una esquinita, haciéndonos pensar que han empapelado una pared triangular, con cierta profundidad, cuando realmente se trata de una superficie plana y esa línea es solo el final de cada uno de las dos láminas de papel con el paisaje impreso. No, no nos engañan con lo del paisaje, sabemos que no estamos en puto Polinesia, pero una vez revelado esto, nos pillan con la guardia baja después de la victoria, después de haber descubierto el pastel, y nos la meten haciéndonos pensar que la pared empapelada es profunda. Pues no, es una pared normal de toda la vida. Es una estratagema perfecta, utilizar un fracaso para lograr la victoria, como en los buenos divorcios.

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Fijaos bien, el zócalo nos muestra la verdad, y no es casual que en la foto hayan tapado más de la mitad de este elemento neoniano (de Neo, el de Matrix) que nos muestra la verdad. Menuda jugada colegas.

De todas formas, pienso que este engaño tiene un error primigenio, y es que este supuesto paisaje idílico realmente no lo es. Pensadlo, vivir en estas condiciones sería tremendamente peligroso. Por esta especie de terracita entraría lluvia y lo mojaría todo. Ya sabéis cómo son estos climas tropicales, con El Niño y el sistema estacional de baja presión que produce ciclones. Esto es una puerta abierta al peligro, a la muerte. Bienvenidos tsunamis y bienvenidas tormentas. Vivir aquí dentro es como tener un cuchillo apuntando directamente a la garganta todo el tiempo. Y la cosa no acaba aquí, en este espacio “idílico” pueden entrar también tiburones y piratas violadores, es de puto loco vivir en un sitio así. Suerte que solo es papel. Suerte por todos vosotros de que solo sea puto papel.

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Bien, después de esto creo recordar que os tenía que hablar de la “cocina”, así, entre comillas. Bien, juzgad vosotros mismos. Esto de aquí arriba se asemeja más bien a un juego infantil que a una cocina en la que cocinar cosas de verdad. Esta zona está basada en la volatilidad; ahora hay una cocina pero mañana aquí podría haber una prensa hidráulica. Todo es temporal, movible, mutable. Todos los elementos pueden quitarse, intercambiarse, esto no es una cocina construida. Aquí nada es eterno.

La cocina en sí más bien funcionaría como un muy elaborado invento para cocinar de camping. Ya sabéis, siempre hay esas familias flipadas con la idea de instalarse un verano entero en un camping municipal. Peña que se instala tiendas más grandes que nuestras casas y mobiliario más elaborado que el que nosotros tenemos en nuestros hogares, exquisitez de dominguero, profesionales de lo cutre.

Además, esa pared de contrachapado rara nos hace intuir que la cocina está reposando sobre la nada, no sobre una pared real. Seguramente es una placa alzada en medio de la estancia que se utiliza para separar y generar espacios, así que muy probablemente esa habitación que nos venden que hay en este piso se encuentra detrás de esta cocina, por lo que el estudio sería de un solo espacio. Joder, cuántos engaños.

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En efecto, la teoría podría ser cierta. Puede que esta pared decorada con recortes de periódico que veis al fondo —vaya manía tienen con empapelar superficies esta gente— se encuentre la otra cara del contrachapado y, por lo tanto, la cocina, perdón, “cocina”.

En fin, este estudio de la Barceloneta es una conjunción de engaños sin igual, una espiral interminable de brillantes mentiras. Y así está el mercado inmobiliario en la ciudad.