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Salud

Diez preguntas a alguien que odia el sonido que hacen los demás al masticar o respirar

‘Empecé a gritarle a mi madre porque no soportaba el ruido que hacía al masticar el sándwich’.
Deborah Seymus
Antwerp, BE
chica joven
Foto cortesía de Yaell 

Este artículo se publicó originalmente en VICE Países Bajos.

A nadie le gusta el ruido exagerado que hacen algunas personas al masticar o beber; también resulta muy molesto que alguien esté constantemente sorbiendo en lugar de levantarse, coger un pañuelo y sonarse la nariz, como una persona adulta. Pero para quienes sufren misofonía, hay ciertos sonidos cotidianos que no solo resultan molestos, sino que pueden provocar una reacción emocional y física extrema; la misofonía es un odio profundo a sonidos básicos que se cree que afecta al 6 por ciento de la población.

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Hablé con Yaell, una chica belga de 22 años que, a los cinco, no podía evitar gritar a su madre por el ruido que esta hacía al masticar. Yaell me explicó cómo es vivir con misofonía, por qué las patatas fritas son la peor comida del mundo y qué posibilidades hay de que pueda recibir un tratamiento adecuado algún día.


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VICE: ¿Cuándo empezaste a sospechar que padecías misofonía?
Yaell: Según mis padres, tenía unos cinco años cuando empecé a reaccionar mal a ciertos sonidos. Una mañana antes de ir al cole, por ejemplo, empecé a gritar a mi madre porque no soportaba el ruido que hacía al masticar un sándwich. Cuando dejé de gritar, le di un puñetazo a la pared, me fui corriendo escaleras arriba y me encerré en mi cuarto. Ahí empezó todo. Chillaba a la gente, me ponía histérica y lanzaba cosas o me negaba a comer. Mis padres no entendían qué me pasaba. Durante un tiempo pensaron que quizá era autista, pero me hicieron pruebas y dieron negativo.

¿Cuál es el alimento que menos soportas oír comer?
Seguramente las patatas fritas, aunque me encanta comerlas. Es que hacen tanto ruido… El sonido que hace la gente al comer palomitas es bastante horrible, también. Aparte de eso, creo que la gente que sorbe la sopa o la bebida ha sido enviada desde el infierno para castigarme.

¿Cómo reaccionas ahora cuando oyes a alguien masticar de forma muy ruidosa?Obviamente, ahora ya no lanzo cosas como cuando era pequeña, pero no puedo evitar enfadarme mucho. Para que lo entiendas, es como si sonara una alarma de incendios en mi cabeza: me hace alejarme corriendo de ahí tan rápidamente como pueda. Si se trata de alguien que conozco, le llamo la atención. Si no, no digo nada, porque es de mala educación quejarse de la forma de comer de alguien.

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¿Te molesta el sonido que tú misma haces al masticar?
No cuando como cosas como patatas fritas, pero sí que odio cuando de repente oigo el rechinar de la mandíbula. La mayoría no se da cuenta, pero para mí es horrible. Si lo oigo, tengo que parar de comer.

¿Te has planteado someterte a una terapia?
No, porque prefiero no pensar mucho en que tengo misofonía. Por ahora, es lo que es, y quién sabe qué pasará en el futuro. A lo mejor dentro de diez años ya no me molesta que la gente haga ruido al masticar.

¿El ruido que te molesta es exclusivo de los humanos o también de los animales?
Odio el ruido asqueroso que hace mi perro cuando se lame los genitales. Es vomitivo.

¿Hay ciertos lugares que intentas evitar, como los restaurantes?
No, me resultaría muy duro renunciar a los restaurantes para siempre. Pero algunos son peores que otros. Un sitio al que no volveré nunca es un restaurante de Amberes al que fui hace un tiempo con mi ex y mis padres. Sirven costillas y, ya sé que es inevitable, pero el ruido que hacía la gente rechupeteando los huesos me pone de los nervios.

¿Haces algo concreto para intentar sobrellevarlo?
Con la edad he desarrollado una técnica con la que prácticamente consigo bloquearme mentalmente cuando las cosas se ponen muy mal. Es como si construyera un muro psicológico entre esa persona y yo.

¿Hay algún otro sonido que te resulte insoportable?
No puedo con el ruido que hacen las uñas al rascar una pizarra. De pequeña también odiaba el sonido que hacía la toalla en mi oreja cuando mis padres me secaban después de bañarme. Otro sonido que odio es el roce de la tela de un pijama de satén o el de la pana. Por suerte, prácticamente lo tengo superado.

¿Y el sonido del sexo oral te molesta?
La verdad, sí, sobre todo si es un polvo de una noche. Cuando se trata solo de sexo, tiendo a centrarme en los pequeños detalles a mi alrededor. Eso no quiere decir que no disfrute cuando un chico me hace llegar al orgasmo; disfruto, pero no tan intensamente. Cuando estoy enamorada no es tan malo, porque no me centro solo en el sexo, sino en las otras emociones que siento.

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