Una manifestación en las oficinas de uno de lo directores de Walmart.
Las protestas estallaron en las tiendas Walmart de todo Estados Unidos el jueves pasado, debido a que los trabajadores y sus defensores exigen a la corporación más grande del país ofrecer un salario digno. En Los Ángeles, Denver, Dallas, Chicago, Orlando, Washington, y en otros lugares de costa a costa, las entradas principales a Walmart estaban bloqueadas con hombres y mujeres de camisetas de color verde brillante que leían, Nuestro Walmart, una campaña para mejorar las condiciones de trabajo de la mega cadena y en sus proveedores.
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Empleados de Walmart —o “asociados” como la empresa se refiere a ellos— se quejan de los bajos salarios, la falta de seguro medico, los dobles turnos, la intimidación y la discriminación de los ejecutivos en la tienda. Wal-Mart tiene a 1.3 millones de estadunidenses en su nómina. Seis miembros de la familia Walton, descendientes del fundador de Wal-Mart, Samuel Walton, y los propietarios de la mayoría del capital de la corporación, tienen un patrimonio que supera más del 40 por ciento de las familias estadunidenses combinadas. Walmart ganó 16 mil millones de dólares el año pasado, pero la empresa se ha convertido en un símbolo de la explotación.
“Si la gente supiera lo que está ocurriendo a puertas cerradas”, dijo Lucus Handy, un ex empleado en el departamento de servicio al cliente en un supermercado Walmart en Fort Dodge, Iowa, “obligarían a Walmart a cambiar”.
Explicando por qué decidió unirse a Nuestro Walmart, Handy dijo que cuando su supervisora se enteró de que era gay, ella le dejó saber que no le gustaban los homosexuales. “Ella me daba órdenes fuera de lo común, diciendo cosas como: ¡Ven aquí, mariquita!” Cuando él se quejó con superiores, Handy enfrentó un descenso. “Ellos me quitaron de atención al cliente en el que estaba trabajando 40 horas a la semana y ganaba 10.25 dólares por hora, y me cambiaron al departamento de farmacia donde trabajaba 35 horas a la semana por 8.50 dólares la hora”.
Incluso antes de su descenso, Handy apenas podía pagar su seguro médico de Walmart y cuando se le redujo su salario y las horas tuvo que dejar de pagar su seguro. “Sólo ir a la sala de emergencia con seguro medico de Walmart me costaba 300 dólares. Yo no tengo esa cantidad de dinero. Tengo que comprar comida y pagar la renta”.
Una vez que los ejecutivos se enteraron de que Handy estaba conspirando con sus compañeros de trabajo, lo dieron de baja. Nuestro Walmart afirma que aproximadamente cien trabajadores han sido reprendidos o expulsados por organizar el movimiento junto con otros compañeros. La huelga golpeó duro a las tiendas durante el Black Friday —el día de más compras del año— en noviembre.
En la Quinta Avenida y la 52 en Manhattan el jueves, Handy y otros empleados despedidos llegaron a las oficinas de Christopher Williams, el CEO de Williams Capital Group, que forma parte del Consejo de Administración de Wal-Mart y que en su tiempo libre tiene un blog llamado The Black Socialite. Los antiguos empleados realizaron una petición con 200 mil firmas pidiendo que sean reintegrados a sus puestos de trabajo.
Susan Gulick estaba entre ellos. “He trabajado como panadera, un operadora de maquinaria, y todo tipo de trabajos en tiendas departamentales”, dijo. Nacida y criada en Nueva York, Gulick se dirigió hacia el sur de Estados Unidos después de la recesión en busca de empleo y, finalmente, encontró trabajo como empleada en un supermercado en Carolina del Norte. Trabajó allí durante casi un año hasta que fue expulsada. “Trabajar para Walmart fue el peor trabajo que he tenido”, dijo. “El salario es pésimo. El trato es horrible. Tratan mal a las personas. Los tratan como objetos. Después del trabajo, me sentaba en mi coche y no podía dejar de llorar”.
“Me despidieron por hablar, por ser un activista”, afirmó Gulick. Tendrá unos 45 años, y le preocupa que debido a su edad no pueda encontrar otro trabajo. Ella quiere volver a Walmart, pero quiere que las cosas cambien allí. Al prohibir la entrada al edificio de las oficinas de Midtown de Williams, ella junto a Handy, fue esposada y movida por la seguridad del lugar y miembros del Departamento de Policía de Nueva York.
Mientras tanto, Wal-Mart trató de proteger su imagen pública. “Es sólo un espectáculo”, dijo Dan Fogleman, a quien contacté por teléfono, a través del departamento de relaciones públicas de la empresa. “Con muy pocas excepciones, los miembros de la manifestación no trabajan en Walmart ni están afiliados a Walmart”. Fogleman culpa a la Unión Internacional de Trabajadores Unidos de Alimentos y Comerciales (UFCW) y afirma que en muchos casos la unión “paga a su propia gente o pide a otra gente de otras organizaciones aparecer y participar en estos hechos para salir en televisión. Muchos de ellos trabajan para los competidores”.
Cuando se le pregunta si estaba infiriendo que Nuestro Walmart es un esfuerzo de tiendas departamentales de la competencia, Fogleman se negó a confirmar su especulación.
En cuanto a la UFCW, dicen que su objetivo no es sindicalizar trabajadores de Walmart, pero que están apoyando a este movimiento con el fin de mejorar las condiciones de trabajo. Mientras Fogleman sostiene que Walmart paga salarios que son competitivos y consistentes con el sector del comercio.
La UFCW también está preocupada de lo que podría suceder si se sindicalizan los empleados de Walmart, ya que nada podría evitar que Walmart pueda cerrar una tienda de UFCW y abrir una tienda no sindicalizada con un nuevo equipo de empleados. Sin embargo, los ex empleados Lucas Handy y Susan Gulick confesaron que, además de tener de regreso sus empleos también les formar un sindicato.
“Walmart afirma tener una política abierta”, dijo Handy. “Pero las puertas están cerradas. Si tuviéramos un sindicato tendríamos a alguien para ir con nuestras quejas. Nos gustaría tener algún tipo de protección”.
Las manifestaciones del jueves llegan poco después de las protestas de los empleados de Burger King, Dairy Queen, McDonalds, Wendy y otros establecimientos de comida rápida que se declararon en huelga la semana pasada por un sindicato y por su pago de 15 dólares la hora. Este descontento hacia Walmart y la industria de comida rápida representan un creciente malestar entre los que no están incluidos en la supuesta recuperación económica de Estados Unidos. Cincuenta y ocho por ciento de los puestos de trabajo creados desde que comenzó de la recesión, en 2008, pagan el salario mínimo y los recursos para los cupones de alimentos de cuales estos trabajadores dependían se encuentran actualmente fuera del presupuesto Congreso.
“Las conversaciones de derecha sobre los valores de la familia”, dijo John Cronan, del Centro de Oportunidades de Restaurantes, que participó en la manifestación Nuestro Walmart en la oficina de Williams el jueves. “Ser capaz de mantener una familia con un salario digno. Esos son valores familiares”.
Cronan ha estado organizando un sindicato en los restaurantes Capital Bar and Grille, de Nueva York, y el director general de Walmart, William Simon, está en el Consejo de Administración en Darden, dueños de la cadena de Capital Grille. Cronan, sin embargo, dice que está motivado para apoyar a los trabajadores de Walmart más allá de la actitud “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Él ve a Nuestro Walmart como parte de un mismo esfuerzo.
“No es la misma economía en la que mi padre, que no tenía un diploma de secundaria, podía conseguir un trabajo sindical del ferrocarril y se jubilaba con una pensión”, dijo. “Es una economía en la que hay gente egresada de la escuela secundaria o de la universidad y entran directamente a trabajos sin futuro. No es sólo por el dinero. Se trata de respeto. Se trata de cuestionar la mentalidad de pensar que está bien poner el dinero antes que las personas”.
Un empleada despedida de Walmart, Susan Gulick, declaró: “Queremos respeto y un salario digno y no queremos descuido. Cuando ves a tus compañeros de trabajo laborar tiempo completo en Walmart y ves que necesitan usar cupones gubernamentales para alimentos, sabes que algo está mal”.