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18+

Los penes enormes están sobrevalorados

No quiero ofender a los superdotados que andan por ahí, pero aunque probablemente tu pene sea bonito, no creo que sea para mí.

A los 18 años conocí a un chico que trabajaba en una tienda de surf cuando compré un pequeño bikini blanco con flores. Su nombre era Zane, que en ese momento me pareció bien. Nunca pregunté su edad, pero podemos decir que era mayor que yo. Era la tarde de un jueves, después de la escuela, y yo seguía en uniforme. Coqueteamos un poco, mientras mis amigas reían, y escribió su número en el reverso del recibo cuando pagué.

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Lo llamé al siguiente día desde el patio de mi escuela durante un receso, con mis amigas alrededor, tratando de escuchar a través del auricular —justo las cosas que hacen las chicas en la prepa. Me invitó a salir y el siguiente viernes pasé por él a su trabajo, en la tienda de surf, después de la escuela. Fuimos a cenar y después a ver una película en una zona pretenciosa de Melbourne, Australia. Pasé toda la noche enamorándome de sus ojos tan azules como el oceano, su cabello despeinado y su experiencia por ser mayor que yo. Al final de la noche, manejé hasta su casa y me invitó a pasar. Queriendo parecer una chica mayor, acepté.

Su casa era un desmadre y había como 10 personas más viviendo ahí. Era como una bodega llena de tablas de surf y sus roomies estaban echados en la sala fumando bongs. Nunca había visto un bong en mi vida, cuando me ofreció una fumada, amablemente dije que no. Él se encogió de hombros, fumó y yo traté de memorizar todo lo que hacía. Cada pequeño detalle.

Eventualmente, Zane, totalmente drogado, tomó mi mano y me llevó a su cuarto. Encendió algunas velas y yo encontré todo eso muy romántico. Zane me acostó en su cama y comenzamos a fajar. Segundos después, sus dedos estaban dentro de mi vagina y besaba mi oreja. Yo comencé a batallar con su cinturón y cuando logré quitarle el pantalón y los calzones, retrocedí estupefacta.

"Guau", dije con los ojos abiertos, sentada en la orilla de la cama.

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"Creo que ninguna chica había reaccionado así antes", contestó sorprendido.

Zane tenía el pito más grande que yo hubiera visto en mi vida. En ese momento de mi vida sólo había visto otro pito en un contexto sexual, pero sabía por instinto, que esa madre era un monstruo. La situación dejó de ser romántica y se convirtió en una película de terror. No sabía qué hacer. Así que hice lo que se había convertido en un hábito para mí en situaciones sexuales incómodas; traté de eliminar la incomodidad del momento mamándosela, excepto que sólo me cabía la punta de su pene en la boca.

Sólo quiero tomar un momento para asegurarme de que entiendan lo grande que era este pito en particular. Cuando lo tomaba con mi mano, las puntas de mis dedos todavía estaban a unos centímetros de tocarse entre ellas. Esa madre era jodidamente enorme.

Después de intentar mamársela sin éxito y querer jalársela con dos manos, Zane pensó que era una gran idea tratar de meter su chingadera colosal en mi adolescente ser, que no tenía mucha experiencia con los penes. No hay necesidad de decir que no entró. Avergonzada, me vestí y le di un beso de despedida. Nunca volvi a ver a Zane o a su pito enorme otra vez.

Al siguiente día le conté a mis amigas todo sobre el pito Godzilla como si fuera lo más chingón del mundo. De todas maneras, ¿qué podrían saber ellas? La mayoría seguían siendo virgénes y por alguna razón, cuando eres adolescente, el mundo te ha convencido de que los pitos grandes son lo mejor. Éste no siempre es el caso. No quiero ofender a los pito-grandes que andan por ahí y aunque probablemente tu pene sea bonito, creo que no es para mí.

Desde el incidente con Zane, llevo diez años diciéndole a las chicas que el tamaño perfecto de un pene es el promedio, y lo comprobé hace poco, cuando salí con Zane 2.0. El año pasado conocí a un chico al que mis amigas y yo llamamos (a sus espaldas, claro) "brazo de bebé". Fue mi segundo encuentro con Moby Dick y fue igual de malo que la primera vez, a pesar de mi vagina ahora más experimentada.

Los penes grandes son difíciles de meter en cualquier lugar del cuerpo y con "brazo de bebé", siempre tenía que estar arriba para poder controlar lo profundo de la penetración, que era como la mitad de su pito, según mis cálculos. Balancearme sobre mis rodillas tratando de verme sexy mientras intentaba que la punta de su pito no atravesara mi útero era todo un reto. Era difícil y me distraía, y nadie quiere que el sexo sea difícil o estar distraído mientras coge. No es pinche Sudoku.

En resumen, los pitos grandes son divertidos porque puedes platicarle a tus amigas después de verlos, pero por otro lado, no son nada más que problemas. No soy Amanda Bynes y no quiero que mi vagina sea apuñalada y asesinada. Yo sólo quiero montar un pito que me quede bien, sin necesidad de tener un plan estratégico o estar maniobrando mientras cojo. Parece que después de todo, el tamaño sí importa.