“Llamamos a este lugar la ‘Tierra Santa’, por el significado especial que tiene para nosotros”, comenta Pablo Meléndez, uno de los productores de la primera cosecha de marihuana con fines terapéuticos promovida por el gobierno de Chile.
Él es encargado de cuidar una sala llena con 395 plantas de cannabis en el complejo de La Florida, un distrito de la capital Santiago de Chile.
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El cannabis, que se planta en octubre, está destinado a convertirse en 10 litros de aceite que serán entregados a 200 pacientes con cáncer. Hasta la fecha, se han cosechado 198 libras de cogollos de marihuana de los tipos Durga Mata II, Wappa, Ice Cream, Nebula y cepas de Pandora.
Para hacer que la cosecha sea posible, la Fundación Daya ha obtenido un permiso del gobierno — nunca antes emitido — para cultivar marihuana con fines médicos. Días antes de la presentación oficial de la cosecha, VICE News ha tenido acceso exclusivo al recinto donde se cultiva.
La instalación se encuentra justo en medio de un barrio residencial de clase media, una propiedad sin registro rodeada de cámaras de seguridad y de un perímetro electrificado. No podemos revelar su ubicación exacta por razones de seguridad.
“Hemos tenido suerte porque no hemos sufrido robos”, explica Meléndez, mientras nos guía a través de la plantación.
Considerado durante mucho tiempo uno de los países más conservadores de América Latina, Chile está abriendo de forma gradual un debate sobre la legalización de la marihuana.
Según una encuesta reciente realizada por el gubernamental Instituto Nacional de la Juventud (INJUV), el 63 por ciento de los chilenos entre 15 y 29 años aprueba la legalización del cannabis. En otra encuesta, el 86 por ciento de la población chilena apoya el uso de la marihuana con fines médicos.
Un proyecto de ley presentado en el Congreso permitiría a los ciudadanos cultivar hasta seis plantas de marihuana y les concedería el permiso individual de tener 10 gramos de cannabis para uso médico o recreativo. En la ley chilena actual, el cultivo de la marihuana puede ser castigado con hasta 32.000 dólares en multas y con hasta veinte años de cárcel.
En Chile, este proceso está impulsado en parte por la reciente ley de legalización de la marihuana de Uruguay, que ha legalizado completamente esta sustancia. Sin embargo, el gobierno de Uruguay no ha regulado la producción de marihuana con fines médicos, por lo que la cosecha de marihuana de este mes en Santiago, es la primera impulsada por un Estado en América Latina.
Casi la mitad de la parcela de 4.800 metros cuadrados de La Florida se utiliza para cultivar las plantas con luz natural. Una casa prefabricada se utiliza como oficina y también se usa como centro de secado de la cosecha. Un gran ventilador proporciona el flujo de aire necesario para el proceso.
Aunque casi no hay evidencia de la existencia de este cultivo para aquellos que no conocen a su ubicación, el olor de la marihuana puede percibirse a menos de 100 metros — tal vez a causa de la fase de secado que está teniendo lugar durante nuestra visita.
“La ley chilena exige que cada nuevo medicamento deba someterse a un período de prueba de seis meses antes de su distribución, por lo que estamos esperando para entregar el aceite a principios de 2016,” detalla a VICE News Ana María Gazmuri, presidenta de la Fundación Daya, que financia parcialmente los cultivos de La Florida.
Los organizadores del proyecto están considerando la posibilidad de ampliar el programa a otros 20 lugares de Chile.
“Queremos aumentar nuestra cobertura a 4.000 pacientes y ser capaces de tratar más enfermedades más allá del cáncer como la epilepsia refractaria”, dice Gazmuri.
(Foto cortesía de Patricio Gajardo)
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