La discografía solista del Say No More tiene himnos generacionales comunes a millones y perlas que se encuentran si te pones a bucear. Y si llegaste a bucear por tirarte del balcón de un noveno piso, mejor. Aquí algunas canciones ocultas, ¿cuáles son las tuyas?
“Fantasy” (1989)
“¿No conoces a nadie? ¿Quisieras verlo/a aquí?” El octavo track de Cómo conseguir chicas (1989) te da una mano con los pedazos rotos del espejo interior y la fórmula es parte del ADN García: un motivo de teclados entre clásico y pop, coros con aires a The Byrds y una base con compases bieeen espaciados que busca LA hipnosis rítmica típica del García de los 80. En el medio, la especialidad de la casa, letras que exteriorizan en palabras claras sensaciones que al interior de tu cabeza enrollada pueden ser imposibles de poner en fila: “¡No conozco a nadie! ¡Quisiera verte aquí!”. Era esa la idea que no podías completar. Hablamos del mismo tipo que gritó ¡sabés que no aprendí a vivir!”. Lucidez emocional. O antena. Como prefieran.
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“La ruta del tentempié” (1987)
En la tapa de Parte de la Religión tenemos a un García a media luz, en una sala o estudio amplio con varios pianos. Está sentado, manso, frente a unas teclas. Toca o piensa tocar. Cuando el disco coincide con ese ambiente de la imagen, donde los espacios se amplían y los silencios aportan profundidad, el álbum sube y entrega clásicos como “Adela en el Carrousel” o “La Ruta del Tentempié”, una inspiración total y una muestra del handicap de Charly para ecualizar emociones complejas y sonidos sencillos. Clase. Depende cómo te levantes, la canción brilla o duele. Eso, en definitiva, es la magia del maestro. ¿Cuántas imágenes pasan por tu cabeza al escuchar el arreglito de teclados que recorre la canción? De eso se trata. ¿Estás esperando por algo o alguien que necesitas mucho? Resiste, yo sé que existe…
“Siempre puedes olvidar” (1990)
Ya lo diste todo y no hay más que puedas hacer. Por delante, un impasse como un desierto hasta donde llega la vista. Mientras tanto, Charly y Fabiana Cantilo se deshacen en una de las canciones más emocionantes del repertorio entero de García. La bengala final del barco que se hunde. Dame amor hasta mañana / hasta que te quieras ir. Parece que cantaran antes de dormir o que un viento fuera sacando las voces de plano. De fondo, teclas y un golpe descorazonado de batería. Si estás entre soltar o insistir no escuches esto, amigo. No, mejor sí, porque si vas a atravesar un momento inolvidable, más vale que te acompañe alguien que sabe qué mood mental activar para cuando quieras prenderte un cigarro en la ventana.
“Chicas muertas” (1984)
En plena explosión de su etapa como solista el hombre arrasaba en las tiendas de discos y rajaba los escenarios. Con una banda afiladísima que sentó para la posteridad las bases de su sonido primoridal, García se presentó en “Badía y cía.”, un clásico de la TV argentina de los ‘80 donde las figuras más grandes de la época salían a tocar a las seis de la tarde (!). Ahí se registró la mejor versión de un tema que había quedado fuera de los álbumes solistas: de outtake a tremenda rola.
“Chicas Muertas” es una muestra de cómo poner el castellano al servicio de una buena y hasta compleja melodía con métricas que se estiran y coros que de golpe se van a buscar armonías para dejar pedaleando el aire a más de uno, pero no a Say No More. La letra juega a ser vulgar y es una crítica fina al vídeo-kill-the-radio-star que avanzaba y avanza imparable. ¿Y eso de “te daré un surubí”? Bueno, si googlean esa imagen y le dan un poco de imaginación falocéntrica…
De lo que suena la banda poco qué decir: que un video digitalizado de un VHS ochentero suene así alcanza y sobra para dimensionar el nivel y el ensayo que traían García y los suyos. O, como muy justamente dice un usuario de YouTube en los comentarios: “lo que habrán ligado los pibes en esa época”.
“Kurosawa” (1994)
“Las grabaciones de Charly se iban poniendo menos precisas y disciplinadas en ese momento”, supo decir en una entrevista el habitual productor de Say No More, Joe Blaney, sobre la forma de trabajar del genio maldito, quien para La hija de la lágrima (1994) ya se estaba poniendo más maldito que genio. No obstante, esa ópera-rock de mediados de los 90 guarda una joya en la tormenta. “Kurosawa” es abierta y triste a la vez, se puede llevar de una banda de rock a un cuarteto de cuerdas a una sola guitarra vieja sin perder una gota de emotividad. Una voz que suena débil y, paradoja, gana fuerza en la fragilidad de la expresión, un motivo de piano bellísimo y un fondo de sonidos e instrumentos que parecen cambiar de estrofa a estrofa, fiel a la dispersión que lleva el disco en sí, pero aquí aplicada de manera tal que el ruido parece ir meciendo el tema.
A partir de La hija de la lágrima los momentos de profundidad en la discografía de Charly empezarían a disminuir, pero la transición entre el Jekill y el Hyde del músico tiene un hito claro en estos casi seis minutos.
Se tiró por nosotros
Quizás el escándalo más reconocido en la carrera de Charly García se dió en marzo de 2000 en la provincia de Mendoza, cuando el entonces ministro de Trabajo argentino vio eclipsada una entrevista frente a su hotel porque, sencillamente, Charly García pasó volando por atrás de él.
Los que también volaron fueron los periodistas que en segundos dejaron al funcionario para buscar a Charly (o a los restos de Charly) al pie del edificio donde se hospedaba. Pero, Virgencita de los Rockeros, el mito viviente del rock latino seguía siendo viviente: se había caído a la piscina del hotel desde el noveno piso, donde estaba su habitación. Se había caído, no. Se había tirado. Un gato Silvestre inflable y algunas otras cosas estrelladas en los alrededores de la piscina daban cuenta de que Charly había probado puntería antes de saltar y que, cómo siempre, había dado en la tecla.
La pregunta es por qué y la respuesta puede ser “rock” y ya. Pero lo cierto es que García se había visto involucrado en una presunta pelea en un bar la noche anterior y había comparecido -luego de un traslado espectacular y una resolución judicial en tiempo récord – ante un juez que le había dicho marcialmente: “Todos somos iguales ante la ley”. Charly interpretó animosidad en aquel trato cinematográfico y para demostrar que no todos son iguales ante la ley, se tiró del balcón a la piscina. Cuando su manager, que bajó desesperado los nueve pisos, llegó al borde de la piscina, Charly vivía: “Decile a ese que si es igual que yo se tire del noveno piso” ¿Alguien dijo “rock” y ya?
Fruto de ese salto a la inmortalidad, el clavadista editó al poco tiempo “Me tiré por vos”, canción que explica que el balconazo intenta reavivar en su público el fuego sagrado del rock and roll, si es que tal cosa se encuentra al fondo de una piscina olímpica.
“Primavera” (2017)
¿Le gustarán las aventuras africanas de Damon Albarn a Charly García? El arranque tribal de “Primavera”, tercer tema del reciente Random parece decirnos que alguien anduvo escuchando texturas más orgánicas y se llevó algunas cosas. Salir del lugar de comodidad a los 66 no es para cualquiera, pero aquí el motivo inicial llevará adelante el resto de la canción que tiene bastante de la forma-garcía de enunciar que conocemos. ¿Que la voz no es la misma? Ahora que estoy rehabilitado / saldré de gira y otra vez / me encerrarán cuando se acabe / y roben lo que yo gané. Y luego vienen con Amy Winehouse…
“Cuchillos” con Mercedes Sosa (1997)
Si antes mencionamos que la lucidez emocional en su cancionero iba a ir menguando a medida que los excesos y el imaginario del reviente fueran horadando la personalidad del genio ya maldito, Cuchillos es una de las últimas iluminaciones de García antes de que el escándalo fuera más noticia que la música. Aunque bien el track sí fue corte del álbum Say No More, la versión a dúo con Mercedes Sosa es una joya absoluta no tan revisitada en la obra del argentino.
Si en la versión original Charly nos entrega una especie de Radiohead con matices tangueros y la belleza dolorosa de los instrumentos que más que tocados parecen soltados en la grabación, el cover de la Voz de América va fondo con la hondura de la canción. La interpretación total de Mercedes realza todavía más una letra imposible de componer. Es difícil imaginar qué cenotes emocionales hay que atravesar para salir con una letra así, que parece ser escrita desde el negativo de la emoción, desde una vuelta absoluta que no es nostalgia ni es tristeza ni es añoranza ni es deseo ni es adiós sino que es todo eso junto pero como visto desde una lluvia ajena. Esa navaja gris / te cortó la voz / se hizo cuchillo al fin. Y chau.
BONUS: “No importa” (2010) por Alfonso Barbieri
Una versión fiel a la bronca de la canción que debería pasar las dos mil visitas que tiene. Y por mucho, mucho más. Directamente desde Octubre García, el homenaje cubierto por Noisey en 2016.
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