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Cultură

Todo lo que nos puede enseñar este vídeo sobre masturbación femenina y squirting

Se supone que esta tipa puede enseñara las mujeres a eyacular salvajemente.

Hubo un tiempo en el que el hombre estaba rodeado de oscuridad, el espectáculo de la naturaleza se consideraba producto de una fuerza mágica inexplicable que generaba ficciones y alzaba dioses inmortales. Todo esto cambió con la irrupción de la ciencia moderna y las narrativas fantásticas desaparecieron o fueron relegadas a una función secundaria dentro de las sociedades, hasta llegar a día de hoy, donde cualquier tipo de duda puede ser resuelta con un pequeño toque de la mano mágica de internet, más concretamente de YouTube; la gran enciclopedia de manuales prácticos del hombre posmoderno.

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Observad con atención este vídeo robado de una especie de clase didáctica improvisada sobre la eyaculación femenina extrema, también conocida con en anglicismo squirting. Os recomiendo encarecidamente que reproduzcáis el vídeo que encabeza este artículo. Hacedlo ahora y luego hablamos.

Como no quiero centrarme en lo fácil y limitarme a citar las frases épicas del vídeo, como la de que "el semen previene el cáncer de mama si nos lo tragamos" —y la lúcida contestación del marido a su mujer que le comenta "sí, ya lo había escuchado"— empezaré por describir el cuadro inicial que nos encontramos. No hemos venido aquí a reírnos, hemos venido aquí a aprender algo de toda esta mierda.

Nada más empezar vemos que estamos enfrentándonos a una propuesta un tanto curiosa a nivel formal. Digamos que este cubo de Rubik cinemático presenta varios niveles de profundidad; la superficie plana del vídeo en dos dimensiones alcanza niveles extremos de volumen con una propuesta que no tiene nada que envidiar a los distintos planos de comprensión presentes en Las Meninas de Velázquez, por ejemplo. Esto generará, evidentemente, varias capas de interpretación de este vídeo.

La primera imagen que vemos —ese nacimiento del espectador, el punto más importante de todo trabajo estético, como la identificación de la madre por parte del polluelo que sale de su huevo— ya nos aturde con su complicada composición: la extrema perspectiva marcada por el falso parqué ya denota que aquí se está cociendo algo raro. Como en el cuadro de Los acuchilladores de parqué de Gustave Caillebotte, el suelo incita una perspectiva vertiginosa, tremendamente peligrosa, solamente equilibrada por los demás elementos dentro del plano. Estas líneas generan un vértigo inasumible, una sensación comparable a la que vivimos al escuchar todas las barbaridades espetadas por esta profesora de una especie de curso de masturbación femenina por 25 euros. Esta sensación está presente también en la tesis final que podréis leer al final del artículo.

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Esta perspectiva tiene dos posibles puntos de fuga; el coño de la "modelo", objeto de veneración del presente ensayo lectivo o la puerta trasera, que puede significar dos cosas: 1) la representación de lo desconocido, de ese mundo mágico extraño y poco concreto del que la misma idea del squirting forma parte o 2) la única salida posible para todos estos pobres diablos que están siendo engañados por estas dos señoras a través de este esperpéntico espectáculo —por no llamarlo timo— de feria ambulante.

En este primer y único plano secuencia tenemos varios elementos danzando. En un primer nivel vemos unas manos sujetando un teléfono móvil que está grabando la escena y —si nos fijamos lo suficiente— podemos ver el plano general desde dentro de ese mismo dispositivo. Teniendo en cuenta que el punto de vista del espectador es también el de un móvil que está grabando esta misma escena nos encontramos delante de un ejercicio de naturaleza " matrioshkal", en fin, imágenes dentro de imágenes dentro de imágenes. Me veo en la obligación de puntualizar que me encanta el zoom que hace el señor que graba la acción cuando la tipa se saca el chocho, ese momento muestra, sin duda alguna, la tecnología usada en su máximo esplendor.

Este nivel de comprensión evidencia el papel activo del espectador (nosotros) dentro de esta trama. Una vez reproducido el vídeo, no podemos mantenernos al margen, somos parte de la lección, somos un alumno más. Esta duplicidad de pantallas también supone la comprensión de que todo lo que vemos es parte de una ficción, una narrativa. Esto no es la realidad, es una representación de ella.

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En segundo plano tenemos la realidad propuesta en el vídeo, lo que sería la charla sexual con sus profesores y seminaristas. En el último nivel, en el fondo, está la puerta misteriosa, cuyo significado ya hemos debatido anteriormente. Todo este conjunto ayuda a generar esta idea de mareo y solapamiento de realidades (de verdades y mentiras), que es de lo que nos está hablando realmente el vídeo, y no precisamente de squirting.

Es innegable que este seminario está filmado como si de un espectáculo de circo se tratara. "¡Observen a la mujer barbuda!", "¡aquí está el hombre con cinco penes y bigote dorado!", "¡miren a la mujer que escupe fluidos por el coño!". Una vez hemos visto el truco, el público chilla y grita sorprendido, "impresionante tío" comentan algunos. Desconocemos si el público presente es consciente de estar asistiendo a un espectáculo o si realmente han venido a aprender, lo que queda claro es que —por ciertas frases que pronuncian— hay información que se les escapaba de las manos (como lo del semen y el cáncer o los seis orgasmos femeninos) por lo que cierta función divulgativa —aunque en algunos casos falsa— sí que tiene el "seminario".

Hay incluso un momento en el que la señorita se atreve a revelarnos que todo se trata de una actuación, pues ella misma comenta que "es muy escandaloso este tipo de orgasmo, supongo que ya lo habréis visto en algún escenario". ¿Cómo que "escenario"? ¿A caso es algo que solamente sucede en los escenarios, soportes de los juegos de ficción? ¿Es entonces todo esto otro escenario más?

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¿A caso podemos fiarnos de estas personas? La tipa que nos habla parece salida de una boda barata en el parking del Carrefour de Castelldefels y la mujer en coño (Soraya), la que tiene la tarea de mostrarnos el arte de las corridas géiser, tiene un jodido tatuaje del conejito de Playboy en el pubis y se lleva unos auténticos zapatos de prostituta —perdonen aquí el prejuicio—, aportando poca credibilidad al conjunto. Además la gente se sienta en sillas de plástico, con esto está todo dicho. ¿Por qué este esfuerzo en recalcar que se trata de un espectáculo pornográfico revestido de patraña pseudomédica?

Lo increíble es que la gente sigue sentada escuchando a esta tipa lanzando información de Wikipedia incluso después de que haya dicho todo eso de la técnica llamada "Spiderman". Y es que el vídeo —aunque no lo parezca— es listo y cuando finalmente deducimos que se trata solamente de un espectáculo pornográfico, de repente, esa mujer con pantalones cortos pasa por ahí cortando la escena, golpeando nuestros pensamientos y colocándonos de nuevo en nuestro sitio; por si te estabas excitando, esta mujer te recuerda que esto es una masterclass con gente que ha venido a informarse. Si te fijas la presentadora y la modelo están totalmente sincronizadas, ella eyacula cuando tiene que hacerlo, justo cuando el discurso de la profesora lo requiere, esto no es entretenimiento erótico, esto es ciencia. El vídeo está lleno de este tipo de incongruencias, mentiras y falsas verdades. Siempre juega entre lo que sabemos y lo que creemos saber.

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Toda esta representación circense nos remonta a los orígenes del cine, donde lo importante era la espectacularidad de las imágenes proyectadas. En este vídeo, evidentemente, la espectacularidad es la mujer corriéndose de esta forma—sorprende en tanto que es algo poco común en gran parte de matrimonios—, es como esa Llegada del tren a la estación de La Ciotat:

Estas imágenes hacían que los espectadores se levantaran de la silla y huyeran pensando que el tren les arrollaría. En nuestro caso es la posible existencia de este fenómeno lo que atropella nuestra idea estandarizada del sexo. Todos conocemos esto del squirting pero pese a que podamos emitir un juicio personal sobre el tema, nos cuesta asumir que estamos repletos de incertidumbres. Se ha hablado del tema pero nunca se ha llegado a una conclusión clara.

Y aquí es cuando entran en juego esos individuos de detrás del umbral. Esos seres vaporosos que se pierden en la claridad de la imagen. Los otros, los de detrás de la puerta. ¿Quiénes son? Podemos intuir que son los portadores de la verdad. Su presencia, como la de la misma puerta, ayudan a dar profundidad al plano, generando esta sensación vertiginosa, este fondo sin fin en el que nos encontramos ante el concepto de este tipo de corridas. Ellos son los desconocido, lo latente en nuestras mentes inconscientes. A la vez, son la única salida de este embrollo, la evasión más sana para todos los presentes; espectadores, presentadoras y para nosotros mismos. Es una salida en sentido literal pero también un salida entendida como solución, respuesta, comprensión.

En este vídeo, ¿quién es el engañado? ¿Quién está mintiendo? ¿Saben esas mujeres que están diciendo barbaridades? Tú, espectador, asumes ese papel de que eres más listo que esas dos chicas y todos los asistentes. ¿Pero cómo sabes que esos espectadores no son conscientes del posible engaño? ¿Y si ni siquiera se trata de un engaño? El solapamiento de realidades —la del espectador (nosotros), la de la ficción del vídeo y la de la verdad representada por la puerta— evidencian el desconocimiento general sobre la sexualidad femenina en este campo. Seguimos en un mundo donde se pone en duda la existencia del punto G y de la eyaculación femenina y, es más, vivimos en una sociedad donde se le niega sistemáticamente el placer a la mujer, como si el orgasmo femenino fuera algo digno de enseñar en una feria de rarezas.