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¿Cuándo escuchaste hablar por primera vez de la urinoterapia?La primera vez fue en una comunidad en el campo en Alemania. Estuve allí visitando a unos amigos. Tendría unos veinticinco años. Una noche hubo un accidente y un tipo se quemó los brazos, el pecho y parte de la espalda en una hoguera. Una señora mayor neozelandesa que vivía allí y que había sido médico en su país, nos hizo orinar a todos en un cubo y se lo aplicó al hombre en las quemaduras con unos trapos. La mejoría fue inmediata. Después tuve una amiga que, para curarse de una cistitis crónica que sufría, acudió a un homeópata que le preparó y aplicó vacunas de su propia orina.Pero después has tardado mucho en someterte al tratamiento tú mismo.Sí. He vivido rodeado de muchas corrientes médicas distintas, y probé otras cosas distintas a la urinoterapia. Algunas de ellas mejoraron mi psoriasis, pero ninguna fue tan eficaz como el tratamiento que sigo desde hace un año. Mi chica y yo nos leímos el libro Urinoterapia, de la doctora alemana Flora Peschek-Böhmer, y fue cuando decidí tratarme con mi propia orina.¿Cuál es tu historia con la psoriasis?La tengo casi niño. Tendría unos doce años cuando tuve el primer brote. Mi padre y mi hermano también la sufren desde siempre. De pequeño era un infierno: te pica y te duele. También recuerdo las burlas y el asco de los otros niños. Mis eczemas, en los peores brotes, me llegaron a salir en la cara y en la cabeza, debajo del pelo. Terrible. Me afectó mucho durante la infancia, y los tratamientos eran muy agresivos, con corticoides. Imagina un cuerpo tan pequeño repleto de corticoides, antralinas, alquitranes. Vivía intoxicado. En la juventud, gracias a que empecé a relacionarme con gente interesada en el naturismo, fui capaz de controlar mi psoriasis con medicina natural. Por primera vez dejé de tomar medicación y de aplicarme cremas con corticoides. El eczema mejoró mucho, aunque nunca me desaparecieron los de los pies y las piernas.Las niñas sólo beben pis cuando están enfermas. Si se caen y se hacen una herida, ellas mismas se ponen un poco sobre la herida.
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