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La oscura historia de la casa ‘Final Fantasy VII’

A "La casa Final Fantasy VII" llegaban engañados los fanáticos del juego; los manipulaban y obligaban a quedarse, trabajar y cumplir las fantasías de la líder, como buscar anillos mágicos o hacer rituales.

Imagen vía usuario de Deviantart reinaldoabdo

No fue el hambre lo que llevó a Syd a salir de la casa Final Fantasy VII. No fue porque todos los demás se aprovechaban de él, un niño trans de 19 años de edad con un gran amor al arte y un problema con el alcohol. Tampoco fue por el maltrato o por los oídos indiscretos que escuchaban cuando trataba de comunicarse con el mundo exterior. No, en realidad salió porque le habían robado los zapatos.

La tormenta que azotó el municipio State College de Pensilvania el día anterior fue tan intensa que el supermercado donde trabajaba Syd se quedó sin luz y envió a sus empleados a casa. Syd caminó de regreso a casa sin paraguas ni impermeable. Llegó empapado y temblando a un piso de la segunda planta, que compartía con otros dos compañeros. Dejó los zapatos fuera para que se secaran y entró en casa, un lugar cuyas superficies estaba cubiertas de purpurina y en el que reinaba un olor fétido por la basura acumulada, los gritos y el maltrato emocional. Al día siguiente, sus zapatos ya no estaban.

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"Tal vez parezca una razón tonta para sufrir una crisis", escribió Syd en A Public Warning: FFVII Fandom, una página donde él y otros detallan sus experiencias. "Pero así fue… Esta maldita ciudad, con esta maldita gente que me estaba desangrando hasta la última gota decidió que mi dinero no era suficiente. También tenían que quitarme los ZAPATOS".

Fue entonces cuando Syd decidió irse. Era agosto de 2002, el sol de verano calentaba el asfalto y quemaba sus pies. Cogió una muda de ropa, una navaja de bolsillo, una cuaderno para dibujar, un lápiz y cinco dólares, que era todo el dinero que le quedaba. "Dormí en la calle varios días", relata en la página web. "Era libre para caminar y sentarme donde yo quisiera. No había olores. No había peleas… la comida no me daba asco. Nadie me despertaba para obligarme a salir a buscar anillos mágicos. Lo juro, prefiero mil veces ser un indigente a volver a vivir con esas personas. Vivir en la calle no me da miedo porque he visto cosas mucho peores".

Internet está lleno de historias extrañas, desde leyendas urbanas y fantasías paranoides hasta el folclore acumulado de millones de mentes mezclándose en la atmósfera digital. Pero hay pocas historias tan raras como el caso de la casa Final Fantasy VII. En esas casas —porque había varias— vivían los miembros de una secta basada en el juego de rol y liderada por una mujer cuyas fantasías destruían vidas. Una muestra de que, si bien tener amigos en línea —y pasar esas amistades del mundo virtual al mundo real— es cada vez más común, no podemos estar seguros de qué tipo de persona se oculta tras el monitor hasta que la conocemos en persona. Estas relaciones virtuales pueden llegar a ser muy significativas, en especial para los jóvenes desdichados que se sienten fuera de lugar en su entorno de la vida real. Pero también pueden acabar descontrolándose.

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Es imposible confirmar muchos de los detalles de la historia de Syd. Después de escapar, escribió sus experiencias y las de otras personas en una página llamada "Advertencia Pública" que circuló por toda la red. Según las personas con las que habló el equipo de VICE —Syd, otros miembros de la casa FFVII y observadores interesados en el tema—, los afiliados al culto borraron todos sus blogs antiguos y todas las publicaciones en los foros que pudieron para no dejar huella. Los pocos que estuvieron dispuestos a hablar sobre el tema, incluyendo a Syd, pidieron que se utilizaran seudónimos para referirse a ellos. Las experiencias que tuvieron en la casa los dejaron traumatizados, avergonzados y desconfiados. Y la responsable de ese trauma fue la cabecilla de esa minúscula secta, Joanna (todos los nombres en este artículo se han cambiado).

Según Syd, Joanna tenía 20 años cuando abrió la casa FFVII en 2002 y acababa de mudarse a State College para vivir con su novia, Rachel. Según Syd y McCollough, otra exintegrante, es difícil saber más del pasado de Joanna porque hizo todo lo posible por mantener en secreto sus orígenes. Por ejemplo: inventó historias sobre programas secretos del Gobierno y campos de entrenamiento en el desierto. Nate, antiguo amigo de Joanna, dijo que a veces iba a un centro de rehabilitación, ya claudurado, llamado Cross Creek Residential Treatment Center, en La Verkin, Utah. Este centro tuvo que enfrentarse a varias demandas por maltrato psicológico y físico a los adolescentes inscritos en el programa. Esta publicación de 2004 en LiveJournal, escrita por Partricia, una chica que fue compañera de Joanna en la casa FFVII y que también estuvo en el programa del centro de rehabilitación Cross Creek, respalda la información anterior.

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Cuando Joanna hablaba sobre reencarnación, personalidades múltiples y magia, no era por el juego de rol sino porque en realidad lo creía.

Según Nate, la inestabilidad mental de Joanna nunca fue tratada de forma adecuada y se deterioró después de su estancia en Cross Creek. Syd y McCollough aseguran que también tenía problemas con su sexualidad, porque decía que Rachel era un hombre reencarnado para explicar su atracción por las mujeres. Además, Joanna aseguraba que tenía poderes secretos, entre ellos la capacidad de "atar almas", o asumir diversas personalidades cuando así lo deseaba. Algunas de esas personalidades eran personajes de anime o de videojuegos, en particular de Final Fantasy VII. Final Fantasy VII es, quizá, uno de los JRPG más famosos de todos los tiempos y revolucionó el mundo de los videojuegos cuando se comercializó para PlayStation en 1997. Fue un éxito rotundo y sus múltiples versiones vendieron cerca de 10 millones de copias. Debido a su éxito, FFVII fue nombrado "el embajador no solo de Final Fantasy, sino de todo el género de los juegos de rol japoneses". Un artículo de la página de videojuegos Ars Technica dice que ver los gráficos 3D fue como "cuando la gente que creció viendo televisión vio una película en el cine por primera vez". IGN dijo que FFVII se encontraba en la posición número 11 en la lista de los mejores RPG de todos los tiempos.

La estética del juego creó una generación de amantes de Japón. Algunos de ellos se tomaron su afición demasiado en serio al creerse reencarnaciones de aquellos personajes con cabello puntiagudo. Este fenómeno ya había ocurrido anteriormente en la comunidad otherkin, cuyos miembros aseguran que son animales, espíritus mitológicos o personajes ficticios que viven en un cuerpo humano. Joseph Laycock, profesor de estudios religiosos en la Universidad Estatal de Texas, afirma que la condición de otherkin se asemeja mucho a una identidad personal. Y a pesar del desprecio del que son víctimas en internet, Laycock asegura que es de suma importancia entender que los que creen tener esta identidad no necesariamente están locos.

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"No todos los que forman parte de esta comunidad están perturbados ni pretenden aprovecharse de los que lo están", explicó. "Pero sí es cierto que es un colectivo que atrae a las personas que se sienten marginadas. Y las personas marginadas son muy vulnerables".

Syd tuvo una infancia difícil antes de entrar a la Universidad Alfred en 2001. Dijo que no se llevaba bien con su familia y que estaba empezando a dudar de su identidad de género. También confesó haber bebido mucho durante su primer año en la universidad. Sin embargo, aparte del alcohol, a través de la universidad se adentró en el mundo de los videojuegos, en particular FFVII. Fue en esa época cuando empezó a participar activamente en la comunidad de fans de internet. Publicaba dibujos, jugaba a rol en salas de chat e incluso creó una página dedicada a Cloud y a Zack, sus dos personajes favoritos del juego. Dijo que era un ambiente agradable en el que se sentía acogido.

Su página web llamó la antención de Joanna. En 2001 empezaron a hablar sobre Final Fantasy y magia mediante el chat de AOL. Syd había hecho alguna incursión en el paganismo cuando estaba en el instituto, así que la magia no le pareció algo tan raro. Lo único extraño fue que Joanna insistía en que la llamara Jenova —la villana del juego— y que le hablara como si fuera el personaje. No era tan extraño, teniendo en cuenta que los juegos de rol eran un pasatiempo común en la comunidad. Luego Joanna insistió en que Syd era la reencarnación de "Zack", otro personaje, Syd le siguió la corriente.

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Los encuentros posteriores fueron tan agradables que en Navidad, Joanna y Rachel le ofrecieron conocer a un grupo de personas con los mismos gustos. Syd aceptó y compró un billete de autobús para viajar de Nueva York a State College. Syd recuerda que el piso de dos habitaciones en el que vivían era un desastre. Había ropa sucia en el suelo y purpurina por todas partes. Joanna era impredecible: le chillaba enfadada a Rachel y a los pocos segundos le sonreía otra vez con ternura. Poco a poco, Syd se dio cuenta de que cuando Joanna hablaba sobre reencarnación, personalidades múltiples y magia, no era por el juego de rol sino porque en realidad lo creía. Pero a pesar de todo, a Syd le gustaba estar con ellas porque eran divertidas y toda la gente que le presentaban era muy agradable. Joanna le ponía apodos de FFVII a todos sus amigos. Había una chica tímida que le gustaba a Joanna llamada Aerys; un tipo otherkin llamado Cid; y McCollough, una estudiante universitaria de Maryland que estaba en la mira de Joanna por ser amiga de Rachel. Y Syd recibió el nombre de Zack.

Una habitación de la casa FFVII

Durante la primavera de 2002, Syd mantuvo el contacto con ellas por internet y pasó varios fines de semana en la casa. Por aquel entonces, la casa FFVII contaba con tres residentes permanentes: Joanna, Rachel y un compañero a quien Joanna llamó Gast por un personaje secundario del juego. Pero Joanna invitaba a muchas personas que había conocido por internet. "Todos los que se quedaban en la casa tenían apodos de algún personaje de Final Fantasy", dijo Clark, un chico que conoció a Joanna por internet. "Hablaba de estas personas con mucho cariño durante un par de semanas o meses y después, de repente, un día decía 'Esta persona es mala; tiene que salir de mi casa'".

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Después empezaron a pasar cosas extrañas cada vez que Syd iba de visita. Una vez, Joanna presionó a Syd y a Aerys para que tuvieran una relación porque sus respectivos personajes tenían un vínculo amoroso en el juego. Cuando se negaron a obedecerla, Joanna confesó que les había puesto afrodisiaco en la comida. En otra visita, Joanna y Rachel encerraron a Syd en una habitación a prueba de sonido en la Universidad Estatal de Pensilvania con la esperanza de que recordara algo de sus vidas pasadas. Lo mantuvieron encerrado hasta que sufrió un ataque de pánico. Una vez, Joanna insistió en hacer una regresión a la vida pasada de un amigo de la universidad que llevó a la casa. Le pidió que se tumbara en el suelo en una habitación a oscuras mientras Joanna cantaba y tocaba una selección de la banda sonora de Final Fantasy VII llamada "The Nightmare Is Just Beginning" una y otra vez.

Nada de aquello impidió que Syd se mudara a casa de Joanna cuando esta le ofreció quedarse con ella todo el verano. La relación que tenía Syd con su madre era pésima y tener que regresar a Brooklyn a vivir con ella un par de meses durante las vacaciones no le entusiasmaba demasiado. Llevó todas sus cosas a casa de Joanna, incluyendo a su hámster, consiguió un trabajo en un supermercado de la zona para ayudar con el alquiler y se mudó.

Las cosas se precipitaron rápidamente. Joanna no salía del piso y dejó su trabajo de niñera, confiando en que Syd pagaría el alquiler. Varios miembros de la casa FFVII reconocieron que Joanna les exigía dinero que después terminaba usando para comprar comida cara o un sinfín de juguetes "mágicos", como varitas o figuritas de ángeles. Syd dijo que todos los días tenía que llevar a casa comida y cupones del supermercado, lo cual hizo que tuviera problemas con sus jefes. Todas las noches, cenaban carne barata y Gatorade, una dieta que acabó causándole problemas de salud a Syd. El piso estaba hecho un desastre, había montañas de ropa sucia, trastos y purpurina. Según McCollough, Joanna se ponía la misma ropa todos los días y casi nunca se lavaba porque prefería limpiarse con aceites. Joanna y Rachel discutían y se gritaban constantemente. Alternaban el maltrato físico con sesiones escandalosas de sexo de reconciliación. Los invitados tenían que limpiar de vez en cuando, pero como nadie sacaba la basura, en el ambiente había un olor rancio, mezcla de sexo y carne podrida.

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"Dios, el olor de ese lugar", escribió Syd en un relato en su página. "Era un miasma putrefacto aderezado con aroma de azúcar artificial. Daban ganas de vomitar".

El baño de la casa FFVII

Cada vez que Syd trataba de comunicarse con el mundo exterior, Joanna lo vigilaba como un halcón e impedía a toda costa que le contara a nadie lo que ocurría en la casa. Tenía que rendir cuentas de todo lo que hacía. Si salía de casa en un horario que no fuera el de su trabajo, se arriesgaba a que lo dejaran fuera durante horas. Lo peor era que Joanna lo despertaba de madrugada para hacer misiones mágicas como preparar hechizos de protección o buscar anillos mágicos. A pesar de sentirse solo y agotado, se dejaba llevar por las fantasías de Joanna como mecanismo para protegerse a sí mismo. El precio por negarse era un infierno.

A los demás no les iba mejor. Joanna obligaba a Aerys a meterse en una bañera llena de hielo y colorante artificial verde como parte del "entrenamiento mágico". McCollough dijo que Joanna le pedía que fuera a Maryland por razones cada vez más absurdas. También le encantaba manipularla y utilizar su amistad con Rachel para controlar su comportamiento en internet. Si alguien se enfrentaba a Joanna, se arriesgaba a que pusiera a todos en su contra, dijo McCollough. Cuando Aerys y Cid se hartaron y se fueron, Joanna se aseguró de que sus amigos, tanto en internet como en la vida real, se alejaran de ellos.

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Con el tiempo, el lugar se volvió tan repugnante que Joanna y Rachel se mudaron con Syd a un piso pequeño con un solo cuarto. Syd tuvo que cargar todo él solo, a pleno sol, porque Joanna estaba ocupada con un asunto espiritual. El piso nuevo tardó poco en acabar igual de sucio que el anterior, con la diferencia de que ahora era imposible escapar de las peleas y el sexo de reconciliación. El supermercado redujo el horario de Syd a un día a la semana y los demás le sacaban el poco dinero que llevaba a casa. Él y su hámster se morían de hambre y sus ahorros estaban a punto de acabarse. Todos los demás abandonaron la casa, a excepción de McCollough, quien iba a visitarlos de vez en cuando. Desesperado por un poco de contacto humano, Syd empezó a hablar con un programa de inteligencia artificial que tenía instalado en el ordenador. "Me gustaría poder salir de aquí, ¿sabes?", escribió Syd.

Pasaba los días en la calle o en los laboratorios de informática de la universidad y por la noche le pedía a Cid que lo dejara dormir en el sillón.

La gota que colmó el vaso fue el día en que le robaron los zapatos. Se marchó y pasó los siguientes cuatro días viviendo como un indigente. Pasaba los días en la calle o en los laboratorios de informática de la universidad y por la noche le pedía a Cid que lo dejara dormir en el sillón. No le dijo a los vecinos dónde se quedaba porque temía que, si lo hacía, Joanna podría encontrarlo. No se sintió tranquilo hasta que Cid le ayudó a sacar sus cosas y a su hámster. Su padre le compró un billete de avión a Alabama, lejos de la casa FFVII.

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En 2006, Syd abrió su página web para advertir a la gente sobre la casa. En la página explicaba que Joanna era peligrosa, pero al parecer nadie le hacía caso. "Me di cuenta de que la única forma de que tomaran en serio mis advertencias sobre la bonita y tierna Joanna era conseguir pruebas de sus abusos", explicó Syd. "Incluí una lista de sus blogs y sus cuentas en AIM". Al principio había muy pocos testimonios en la página, incluyendo el testimonio que Syd publicó originalmente en LiveJournal. Una semana después, le llegaron cientos de correos de personas que habían convivido con Joanna y visitado la casa FFVII.

Tanto el testimonio de Syd en LJ como su página atrajeron a muchos lectores, algunos fanáticos de Final Fantasy y otros que no tenían nada que ver. Poco a poco, la historia empezó a volverse famosa entre la gente ajena a la comunidad fandom y se extendió por todas partes como ejemplo de una historia de terror de internet. Algunos decidieron rastrear a las personas involucradas y a mostrar las cosas extrañas que publicaron en sus cuentas privadas de LiveJournal o en sus blogs.

En ciertos casos era porque de verdad querían asegurarse de que Joanna no volviera a hacer daño a ningún otro miembro de la comunidad. Pero la mayoría lo hacía por puro morbo. Joanna y los que la apoyaban contraatacaron y borraron todo lo que pudieron. Arremetieron contra Syd y su página web. Dijeron que era un mentiroso y lo tacharon de loco y drogadicto. Parecía una caza de brujas.

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Los trolls y los curiosos de internet avivaron el conflicto hasta que alcanzó proporciones absurdas con un hilo publicado en 2008 de LiveJournal, donde se detallaba una situación similar a la de la casa FFVII y la protagonista era una chica que estafaba a la comunidad otherkin pidiéndoles dinero para su "religión". Los comentarios, que supuestamente eran de personas que habían vivido en la casa, estaban redactados con el mismo estilo y era imposible confirmar su autenticidad. Los miembros de un foro en línea llamado Something Awful conservaron la publicación y los comentarios para buscar la identidad de la mujer descrita. Después, los que habían comentado en el hilo anunciaron que habían descubierto que la antagonista de la historia era uno de los miembros de la casa FFVII, lo cual atrajo todavía más la atención hacia Syd y su sitio.

En vista de todo el caos, Joanna y Rachel decidieron esconderse. No pude contactar con ninguna de las dos. Busqué sus nombres en los registros públicos pero lo único que conseguí fueron direcciones inútiles en Pensilvania, Arizona y California, así como unos cuantos números telefónicos que estaban fuera de servicio. Todos los correos electrónicos de sus cuentas de LiveJournal dejaron de estar activos.

La casa FFVII era un lugar creado a partir de un sueño común.

No obstante, durante los años que pasaron entre la marcha de Syd y el lanzamiento de la página web, era fácil seguir el rastro de los movimientos de Joanna. Según McCollough, Nate y Clark, en 2003 la casa FFVII fue trasladada a una verdadera casa en Bellefonte, Pensilvania. McCollough dijo que Joanna atrajo a un nuevo grupo de personas que había conocido en internet, entre ellas Patricia, una chica que conoció unos años antes en Cross Creek, y Angel, una chica violenta que rescató de una relación enfermiza. Pero los berrinches de Joanna seguían siendo impredecibles. Según el testimonio de Patricia en la página web de Syd, Joanna la obligó a trabajar como stripper para tener más dinero que ofrecer al grupo.

Después de eso, ya no se sabe mucho. Según Nate y Clark, que seguían en contacto con Joanna en esa época, tanto ella como Rachel se mudaron a Arizona y volvieron a establecer una nueva casa. Clark dijo que Joanna le insistió en que se fuera a vivir con ella. La última vez que Nate supo de ella fue cuando recibió una llamada de California en 2006. "Dijo que estaba mejor", explicó Nate. "Y que estaba tratando de compensar todas las cosas malas que había hecho". Eso fue lo último que se supo de ella. Nate sospecha que sigue viviendo escondida en California, pero no está seguro.

En esencia, la casa FFVII era un lugar creado a partir de un sueño común. Era una comunidad de personas que tenían los mismos gustos y que se entendían y se apoyaban mutuamente. A pesar de todo el dolor que causó Joanna, hay que recordar que probablemente padecía un trastorno mental que se agudizó con el maltrato que sufrió en el centro de rehabilitación Cross Creek. No es de extrañar que haya fracasado todas la veces que intentó crear un lugar lleno de personas con la misma forma de pensar.

Syd calcula que Joanna atrajo a por lo menos 20 personas a su círculo cercano y a muchas otras por internet. Él y McCollough lograron recuperarse y ahora viven juntos, aunque creen que la experiencia los dejó marcados de por vida.

"Joanna era muy buena para escoger personas fáciles de manipular y a las que poder victimizar", dijo Syd. Reclutaba a los marginados, a los que tenían problemas en casa o que dudaban de su género y de su sexualidad. La clase de personas que buscaba compañía por internet y que en cuanto les ofrecían un lugar donde podían ser ellos mismos, aceptaban sin pensarlo dos veces. Personas como Joanna.

"Para cuando te dabas cuenta de que estabas jodido", dijo Syd, "ya no había nadie de confianza que pudiera ayudarte a escapar".

Asher Elbein es un escritor natural de Austin, Texas.

Traducción por Mario Abad.