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Cultură

Mi madre dice que salió con el Dalai Lama y comprobó que era un desastre con las mujeres

Todas las religiones reflejan sus entornos sociales y el Tíbet tiene una tradición de considerar inferiores a las mujeres.

NOTA: En realidad, no hemos podido verificar que la persona que aparece en la foto de arriba sea realmente el Dalai Lama durante su visita a Cambridge en 1973. Sin embargo, las dos mujeres que aparecen en la foto sí que lo afirman. Esta es su historia.

Este artículo se publicó originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.

En una entrevista con la BBC el mes pasado, el Dalai Lama sugirió que si su sucesor fuese una mujer, tendría que ser atractiva o de lo contrario «no serviría de mucho». A continuación, soltó una risa entrecortada propia de alguien que sabe que su chiste no ha tenido mucho éxito y, mientras el entrevistador trataba de cambiar de tema, tartamudeó: «¡Es cierto!».

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La entrevista provocó diferentes reacciones: algunos se sorprendieron, a otros les enfureció. Durante décadas, el Dalai Lama ha sido la figura religiosa y en general la figura pública más querida del universo. ¿Cómo podría decir algo tan incendiario y retrógrado sobre las mujeres? ¿Siempre ha sido así y simplemente no nos habíamos dado cuenta?

Aunque las redes sociales nos permiten tener una relación «íntima» (a menudo unilateral) con las celebridades, algunas figuras como el Dalai Lama todavía son inaccesibles a pesar de sus esfuerzos y su sencillez. Una cosa es ver en streaming la colonoscopia de una persona; otra cosa es simplemente pasar el día con ella. Hace cuarenta años, mi madre hizo justamente eso: salió con el Dalai Lama.

Por aquel entonces, mi madre estaba estudiando en la Architectural Association de Londres. Al mismo tiempo, el Dalai Lama estaba en Cambridge porque se iba a reunir con Sir Karl Popper, David Bohm y Carl Friedrich von Weizsäcker, del departamento de astrofísica, para encontrar un terreno común entre la ciencia y el budismo.

Tenzin Gyatso fue identificado como el decimocuarto Dalai Lama cuando tenía dos años. Fue educado por monjes en Lhasa, en un palacio de 1.000 habitaciones, y a los 15 años fue declarado el líder político del Tíbet.

Cuando él y mi madre se conocieron, había estado 14 años exiliado en la India.

Mi madre tenía 22 años. En esa época vivía con otras dos mujeres en un apartamento que tenía un cuarto con un armario grande y una cama doble. Ella y su amiga Daisy, que estaba en Londres estudiando ópera, dormían juntas en la habitación. Tenían muchos subarrendatarios que se quedaban por cortos periodos. En esa temporada, vivía con ellas una estudiante de Historia del Arte llamada Carolyn. Y fue Carolyn quien cuadró la cita con el Dalai Lama. «Quería conocer a mujeres estadounidenses», cuenta mi madre.

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En una entrevista concedida en 1993 al New York Times , el Dalai Lama dijo: «Durante las décadas de 1960 y 1970 no sabía demasiado [de los asuntos femeninos]». Según mi madre, se quedó corto: «Parecía muy ingenuo… tal vez un poco tímido con las chicas».

En cierto modo, la cita fue bastante normal: Carolyn, Daisy y mi madre cogieron el tren a Cambridge para hacer una visita a pie por el campus con el Dalai Lama. Pero en otros aspectos, no fue tan normal: él se presentó como el Dalai Lama y siguió toda clase de formalidades. «No sabía cómo dirigirme a él, así que cuando quería que me prestara atención agitaba la mano», me contó mi madre.

Además del paseo, mi madre y sus amigas visitaron su habitación, donde había montado un altar con «artefactos antiguos», que según él databan de «antes de Cristo». Luego él y mi madre se fueron a dar un paseo en barca por el río Cam. «Él no hacía nada», explicó mi madre, «tuve que remar yo sola». El Dalai Lama se limitó a sentarse en el banco acolchado y a hacer comentarios sobre el paisaje de Cambridge.

«Era un poquito extraño y resultaba difícil hablar con él», afirmó. Por eso sus comentarios recientes no la sorprendieron. La verdad es que el Dalai Lama ya había hecho ese «chiste» sobre una mujer Dalai Lama muchas veces: con Larry King, con la escritora budista alemana Michaela Doepke y en el Sunday Times, por nombrar algunos. En su entrevista con la BBC, contó este chiste haciendo referencia a una entrevista medio olvidada que hizo hace 20 o 30 años en París para una revista femenina francesa.

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Quizás es engañoso etiquetar este punto de vista como un chiste, pues este mismo argumento se puede encontrar de manera seria en su autobiografía, Mi viaje espiritual . «La belleza es una de las ocho cualidades de un cuerpo humano precioso en el ámbito físico», escribió. «Es obvio que, si una mujer Dalai Lama es fea a la vista, atraerá menos gente. El objetivo de una reencarnación femenina es transmitir las enseñanzas budistas al público de una manera convincente».

Y el Dalai Lama no oculta el modo en que influyen en él los cuerpos atractivos. En una entrevista para el New York Times , cuando le preguntaron sobre sus debilidades, respondió: «Por supuesto, a veces las mujeres hermosas… Pero muchos monjes tienen la misma experiencia. En parte es por curiosidad: ¿qué se siente al usar esto [dijo señalándose la ingle]?». A pesar de su condición semidivina, está claro que el Dalai Lama no tiene reparos en bromear sobre penes.

El Dalai Lama es el sucesor en una línea de encarnaciones del Buda de la Compasión, Avalokitesvara. El Avalokitesvara es representado como hombre o como mujer, pero en el budismo tibetano, siempre es hombre. La profesora Rita Gross, autora de El budismo después del patriarcado, afirma que «el budismo tibetano es muy patriarcal».

El budismo se estableció en el siglo XIV. El título de Dalai Lama se creó en 1587 y hacia 1641, el Dalai Lama —que en ese momento era el quinto— se convirtió en la autoridad política y religiosa absoluta del Tíbet. Estaba considerado el mayor líder de la región hasta la llegada de Tenzin Gyatso.

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En el pasado, los Dalai Lamas indicaban el lugar de su reencarnación mediante una carta que se debía leer después de su muerte, o a través de un sueño o de señales celestiales. En el caso del Dalai Lama actual, un presagio anunció su identidad. Dieciocho meses después de la muerte del decimotercer Dalai Lama, el Tíbet estaba en medio de una grave crisis política. Los monjes fueron a consultar al cuerpo embalsamado del Dalai Lama, que estaba en postura de loto mirando hacia el sur para meditar. Unos monjes notaron que la cabeza de la figura se había inclinado hacia el este, convenciéndose de que su sucesor sería encontrado en esa dirección.

En muchos sentidos, la forma reencarnada que toma el Dalai Lama es un reflejo de las necesidades del Tíbet y del Budismo tibetano en determinado momento. El Dalai Lama anterior a Tenzin Gyatso dejó al Tíbet en caos, y era preciso encontrar a un sucesor —el tipo indicado de sucesor— inmediatamente. Como dice Gross: «Todas las religiones reflejan sus entornos sociales». Y el Tíbet tiene una tradición de considerar inferiores a las mujeres. La traducción literal de «mujer» en la lengua tibetana sería algo así como «nacida a menos».

Esta actitud jerárquica no coincide con lo que Gross llama «las verdaderas enseñanzas budistas». «Los budistas no pueden salir con las mismas excusas para la dominación masculina». Sin embargo, los líderes reencarnados casi siempre toman forma masculina. La institución de la reencarnación mantiene esencialmente el statu quo . No obstante, Gross continúa diciendo: «Ha habido algunos cambios entre algunos de los líderes más prominentes del mundo budista».

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El Dalai Lama actual ha hecho comentarios contradictorios sobre su sucesor. En su biografía escribió: «He dicho al pueblo tibetano que depende de ellos decidir si quieren otra reencarnación… La reencarnación consisteen continuar el trabajo que dejaste inacabado en la vida anterior. Si creen que mi trabajo es importante y relevante, me reencarnaré».

Pero después, en una entrevista con el diario alemán Weltam Sonntag, sugirió que él cree que «la institución del Dalai Lama ha cumplido su propósito. Hemos tenido un Dalai Lama durante casi cinco siglos. El decimocuarto Dalai Lama ahora es muy popular. Terminemos con un Dalai Lama popular». Mientras tanto, la República Popular de China ha declarado que se elegirá al próximo Dalai Lama después de que fallezca Tenzin Gyatso.

En su biografía, el Dalai Lama dice que quien le suceda podría ser una mujer o un hombre, y que «la institución del Dalai Lama debe cambiar en función de los tiempos».

«Ha sido un gran avance para el budismo tibetano popular», dice Gross. «Está por ver si con esto se llega a alguna parte».

En la tradición del budismo tibetano, el Buda de la Compasión tiene un aspecto femenino llamado Tara. A Tara a menudo se la conoce como la Madre de todos los Budas, y algunas historias trazangrado sus orígenes a una princesa que alcanzó un alto nivel de iluminación. Un grupo de monjes le sugirieron que orara para renacer como hombre, para así poder seguir avanzando. Tara se negó, diciendo que los que ven el género como una barrera para alcanzar la iluminación son «mundanos de mente débil». Así que decidió renacer siempre como mujer. El actual Dalai citó a Tara como un ejemplo de «un verdadero movimiento feminista en el budismo».

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Las mujeres pueden ser símbolos de culto, pero no pueden ser líderes con poder legítimo político y religioso.

En el Tíbet, en Sri Lanka y en Tailandia se impedía a las monjas recibir las ordenaciones más altas. Por otro lado, hay linajes en la tradición tibetana de altas reencarnaciones femeninas. En resumen: las practicantes femeninas quedan fuera del poder; las figuras femeninas gozan de reverencia. Gross señala que Tara es la deidad más popular en el Tíbet, entre las deidades masculinas y femeninas. Una vez más, hay una diferencia entre las enseñanzas budistas y cómo se llevan a cabo. Las mujeres pueden ser símbolos de culto, pero no pueden ser líderes con poder legítimo político y religioso.

Por su parte, en 2009 el Dalai Lama se declaró feminista: «¿No es así como se llama a una persona que lucha por los derechos de las mujeres?» preguntó en un discurso en el Museo Nacional de los Derechos Civiles en Memphis.

Gross es optimista: «Creo que el Dalai Lama es sincero. La verdadera pregunta es si los tibetanos aceptarían».

Después de su día con el Dalai Lama, mi madre y sus amigas regresaron a su pequeño apartamento. «No nos burlamos de él. Probablemente nos reímos un poco por lo que había pasado», dijo. Y entonces empezaron las llamadas. Él las llamó más de tres veces, pidiendo «volver a verla».

«Era un poco como si el hermanito de alguien te llamara para invitarte a salir», dijo mi madre.

Cuando le pregunté por qué no había aceptado su oferta, mi madre respondió: «No parecía apropiado. Por quién es y por quién era. Y porque parecía muy infantil. Era peculiar». Para ser alguien con siglos heredados de sabiduría y con décadas de estudio budista, al Dalai Lama tenía una carencia: no podía hablar con las mujeres. No podía mantener conversaciones con ellas, no podía relacionarse con ellas y, desde luego, no podía coquetear con ellas. Como dijo mi madre: «No era más que un incordio". Cuarenta años después, no ha cambiado mucho.