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tensiones en la bundesliga

Dinero contra tradición: la guerra que se está gestando en el fútbol alemán

Las tensiones empiezan a aparecer en Alemania a medida que los clubes de un solo propietario ponen en tela de juicio la tradición y amenazan con borrar la historia.

Enrico Hommel, líder del club de fans del RB Leipzig (un club de fútbol alemán propiedad de Red Bull), recibió una carta la semana pasada: "Queridos amigos futboleros del Leipzig", empezaba el texto, "queremos poneros en guardia contra el largo viaje a Karlsruhe". La misiva aseguraba que los aficionados del Karlsruher SC, contra quien debía jugar al Leipzig el lunes siguiente, habían planeado "varias acciones contra los fans y el RB Leipzig". La carta estaba firmada por "los inquietos aficionados de Karlsruhe". Nueve otros fans del RB Leipzig también habrían recibido la misma carta.

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Para los aficionados del RB Leipzig, los insultos y las amenazas no son nada nuevo. Desde que Red Bull se hiciera con la propiedad del club en 2009, la institución tiene el dudoso honor de ser la entidad más odiada de Alemania, un título que antes ostentaba el Hoffenheim. Como el RB Leipzig, el Hoffenheim es propiedad de una compañía privada: durante años el club ha ascendido propulsado por los millones de Dietmar Hopp, el fundador del gigante del software SAP y dueño del club. Es difícil de encontrar algo más diametralmente opuesto a los ideales tradicionales de los aficionados alemanes. Sin embargo, ¿que los fans de un club reciban amenazas directas en el correo personal? Esto ya es distinto.

Y la historia no termina aquí. Antes del partido del lunes, unos veinte individuos encapuchados irrumpieron en el hotel de concentración del RB Leipzig en una suerte de protesta salvaje contra el equipo. "Gracias a Dios, los jugadores estaban en sus habitaciones en ese momento", dijo Ralf Rangnick, el director deportivo del Leipzig. Durante el partido, los aficionados del Karlsruhe llevaron mascarillas, como si los jugadores del Red Bull tuviesen alguna enfermedad contagiosa. Tras el encuentro, que terminó 0-0, un futbolista visitante intercambió la camiseta con un local, y según el RB Leipzig, los fans del Karlsruhe bloquearon el autobús del equipo hasta que un guardia de seguridad logró que ambas camisetas fueran devueltas a sus dueños originales.

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Un día más en la vida de un ultra del fútbol. Imagen vía WikiMedia Commons

Quizás hay dos lugares en el mundo en el que el deporte amateur, y por extensión el rechazo a la influencia del dinero de las grandes empresas en las disciplinas mayoritarias, sigue siendo algo por lo que vale la pena luchar: EEUU y Alemania. En los Estados Unidos, la NCAA mantiene la industria potencialmente millonaria que son las competiciones universitarias dentro de un ideal amateur que cada vez es más corrupto y absurdo. En Alemania, el amateurismo en la máxima categoría del fútbol empezó a decaer en 1949 (una fecha relativamente tardía en comparación con Inglaterra, donde el fútbol empezó a profesionalizarse ya a finales del siglo XIX), pero su legado y sus principios continúan ejerciendo una fuerte influencia en la cultura del fútbol de Alemania. Aún hoy, el club germano ideal es propiedad de los socios y no está bajo la influencia del dinero de las grandes multinacionales. Ahora mismo, la peor maldición a la que se enfrenta esta cultura es… Red Bull.

Esta amenaza es especialmente pronunciada entre los clubes alemanes conocidos como Traditionsvereine, o "clubes tradicionales". Definir lo que es un Traditionsverein puede ser complejo, pero hay dos pruebas que normalmente lo dirimen fácilmente: haber ganado campeonatos en la era amateur, previa a la Bundesliga, y estar en la lista de los fundadores de la competición —un honor reservado a los clubes grandes de las décadas de los 50 y los 60. Curiosamente, el Bayern de Múnich está en la primera categoría, pero no en la segunda. El Karlsruher SC, descendiente directo de un club antiguamente dominante llamado Phönix Karlsruhe, está en ambas listas; el RB Leipzig, en ninguna.

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El legado de las raíces amateur del fútbol alemán está incluida hasta en las normativas. La famosa norma del 50+1 prohíbe que una sola entidad controle más del 49 por ciento de un club, con un par de excepciones. El RB Leipzig, sin embargo, no es uno de los clubes exentos: Red Bull esencialmente posee el club porque lograron explotar un par de resquicios legales a la hora de comprarlo.

El consenso entre los fans alemanes tradicionalistas es que el RB Leipzig, y en un grado similar todos los equipos propiedad de una sola empresa y por lo tanto fuera de la norma del 50+1 (como el Hoffenheim, el Bayer Leverkusen y el Wolfsburg), son una amenaza para el alma misma del fútbol germano. A los aficionados les molesta la ventaja que estos clubes propulsados económicamente por empresas ajenas al deporte tienen sobre las entidades que respetan el estándar del 50+1. Al mismo tiempo, les preocupa la posibilidad de que el fútbol alemán, que siempre había priorizado a los fans —no es casualidad que la Bundesliga sea la competición futbolística del mundo con una mayor media de asistencia a los estadios— cambie ahora el foco y se empiece a dirigir más a las empresas.

Esta preocupación no es nueva, pero la tensión está creciendo claramente. La animosidad del Karlsruhe se extiende hasta la misma cumbre del 'establishment' futbolístico alemán. La naturaleza cambiante del fútbol global y el ascenso de los equipos con un solo propietario han puesto la Federación alemana (DBF) en una situación compleja. El principal competidor de la Bundesliga, la Premier League inglesa, ha firmado un acuerdo de televisión por valor de 2.300 millones de euros por temporada: el acuerdo del torneo alemán es de solo 710 millones de euros. Para mantener el nivel, la Bundesliga necesita inversión, y si esa inversión no viene de la televisión, tiene que venir de algún lado, ¿no? Al mismo tiempo, sin embargo, abrir la Bundesliga al modelo 'laissez-faire' de la Premier League iría contra las bases mismas del juego y podría minar la lealtad de los aficionados.

Es imposible saber si el fútbol alemán terminará vendiendo su alma, pero no podemos esperar que la inquina y el malestar vistas el pasado lunes en Karlsruhe se disipe fácilmente. El objetivo de Red Bull en Leipzig es devolver al equipo a la Bundesliga y convertirle en una potencia. Con los profundos y cargados bolsillos de la compañía y su compromiso de invertir en deportes, se trata de un objetivo que probablemente el club cumplirá. Cuando llegue a la Bundesliga, seguramente lo hará en detrimento de un Traditionsverein, lo que difícilmente hará demasiado felices a muchos aficionados alemanes.

¿Podéis imaginar una clasificación en la que figuren Bayern de Múnich, Wolfsburg, Bayer Leverkusen, Hoffenheim y RB Leipzig por este orden? Yo sí. ¿Será bueno para el fútbol alemán cuando ocurra?

No estoy tan seguro.