Recordamos los primeros días de la fanfiction

Entre Cincuenta sombras de Grey-que empezó como una obra de fanfiction basada en el universo de Crepúsculo y de la que se han vendido más de 125 millones de ejemplares y el libro sobre One Direction, también escrito por una fan, leído más de mil millones de veces y del que parece que habrá adaptación cinematográfica, podríamos decir sin miedo a equivocarnos que la fanfiction se ha convertido en un fenómeno de masas. Otra muestra: En Fanfiction.net pueden encontrarse 40.000 historias basadas en la saga de Star Wars, 114.000 narraciones ambientadas en el universo de Supernatural y nada menos que 743.000 relatos basados en Harry Potter. Para quien busque este tipo de literatura, las opciones son interminables, pero lo más destacable de todo es que ahora uno puede sumergirse en la lectura de estas creaciones sin sentirse un bicho raro. La fanfiction ha dejado de ser un refugio para gente disfuncional y obsesiva para convertirse en una afición más.

Pero si nos remontamos a finales de la década de 1990 y principios de los 2000, la literatura escrita por fans constituía un nicho de interés muy reducido. En una época en la que internet estaba en plena ebullición, los fans de series y películas creaban sus modestas páginas web para dar rienda suelta a su creatividad narrativa. Seguidores de Star Trek por un lado,de Expediente X por otro, otros cuantos apasionados de Frasier… La mayoría de esas páginas han dejado de existir, y de ellas solo quedan algunas capturas de pantalla recopiladas en The Way Back Machine. Alguna ha logrado sobrevivir al paso del tiempo, como esta sobre Expediente X, que promete actualizaciones cada 60 días pero lleva desde 2012 sin cambios.

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Imagen: krycek.gossamer.org

La mayoría de estas páginas, que en su época seguramente fueron el culmen del estilo en diseño web, están ahora pasadísimas de moda, y los fans que antaño alimentaban su contenido con devoción han ido esfumándose, perdido su interés en mantener viva una afición que una vez fue pasión. Muchas de estas comunidades agonizan, olvidadas en la historia de la cultura pop.


Imagen: www.trekiverse.org

Por supuesto, la fanfiction ya existía en la era preinternet, en forma de fanzines y en convenciones de todo el mundo. Peg Robinson, que se inició en la fanfic de Star Trek a través de Usenet a los treinta y tantos, conocía el fenómeno ya en los 70, en su época de estudiante de bachillerato, cuando los relatos escritos por fans pasaban de los alumnos veteranos a los recién llegados como un legado friki.

“Descubrí el fandom de Star Trek por internet, porque sabía que allí lo encontraría seguro”, explica. “Sé que suena un poco raro, pero estaba casada con un informático y estaba practicando para perfeccionarme como escritora y mejorar mi mecanografía. Cuando mi marido puso por fin internet en casa, fui directa al sitio web que ya conocía: alt.callahans, un boletín de noticias en el que encontré una referencia a Usenet, donde seguro que encontraría algo sobre Star Trek”.



Imagen: www.stwww.com/usenet

Pero el mayor reto para Robinson no era encontrar una comunidad de fans, sino ser capaz de teclear con la suficiente velocidad para satisfacer la demanda de los fans. “Me quedé a cuadros la primera vez que recibí un email de alguien de Alemania o que me pidieron una entrevista desde Francia”, recuerda. “Me ponía nerviosa pensar que había un grupo de personas que leía lo que mi pareja y yo escribíamos”.

La fanfic es una forma expresión creativa, e incluso cuando se trata de una historia terriblemente redactada sobre los escarceos sexuales de Harry Potter con Hagrid, sus autores siempre quieren dar la máxima difusión a su obra. Si bien la variedad de fanfic que podía encontrarse antiguamente en internet es ínfima comparada con el material disponible hoy, a ojos de los fans de la época, acostumbrados a saciar su apetito con material fotocopiado, aquellas pocas páginas de internet eran un verdadero alivio. Ese alcance y persistencia pueden ser maravillosos u horribles, según como se mire. Dave Tremel, que ha mantenido activa la página trekfanfiction.net desde 1995, asegura que de vez en cuando le llegan mensajes de algún que otro autor arrepentido.

“La mayoría son usuarios que publicaron un relato en su adolescencia y que, ahora que son adultos y maduros, no quieren estropear una posible oportunidad de trabajo por que sus empleadores en potencia pudieran dar con esa historia que escribieron a los 13 años”, explica.


Imagen: trekfanfiction.net/category/deep-space-nine

La fanfiction moderna es dominio absoluto de los adolescentes, pero Robinson aclara que antes no era nada frecuente.

“Había muchos escritores universitarios y relativamente pocos adolescentes”, señala. “El fandom moderno me parece increíblemente juvenil y más como una herramienta de contracultura”.

Tremel era uno de esos entusiastas universitarios. Gran aficionado a Star Trek desde finales de los 70, Tremel dio por casualidad con la fanfic tras leer sobre el tema en diversos grupos de noticias, y finalmente creó su propio sitio web con la idea de que sirviera como repositorio para los fans. “En ese momento no había ningún sitio dedicado a la fanfiction de Star Trek“, afirma. Mi problema era que, cuando leía un relato que me gustaba, me resultaba imposible encontrar más historias escritas por esa misma persona”.

Encontrar a personas en la vida real que supieran lo que era la fanfic también era tarea casi imposible, por ser algo muy novedoso en la cultura friki. “No recuerdo que se mencionara este tipo de literatura más allá de la propia comunidad. En 1994-1995, si estabas en internet, pertenecías a otra categoría. Éramos los frikis más hardcore. Muchos entusiastas acudían a convenciones de cómics de Star Trek en los 80 y 90, pero decir que escribías o leías relatos de ficción de la serie te situaba en la categoría de superfriki. En mi opinión, el fandom es un fenómeno mucho más aceptado y normal hoy en día”.

Ser un superfan friki en la década de los 90, dominada por la cultura pop, era el equivalente a ser un perdedor: en Frasier había un personaje caracterizado por ser “un Trekkie sin vida social” a quien, cómo no, los fans también dedicaron un hueco en la cultura fanfic. Por otro lado, Robinson señala que el fenómeno de la fanfiction ha estado y está dominado por las mujeres.

“Durante toda una generación, los fans de Star Trek se consideraban unos ‘idiotas patéticos y malolientes’, afirma Robinson. Siempre que se mencionaba alguna convención en los medios de comunicación era para mofarse de ella. Pero ser escritora de fanfiction era distinto. La mayoría eran y son mujeres, lo cual incomodaba un poco a la comunidad de fans, principalmente de hombres”.

Kem, creadora del sitio Glitter Berries, sobre la serie de dibujos Daria, también percibió el estigma que pesaba sobre este fenómeno, si bien encontró una forma de superarlo.

“Estaba ansiosa por saber más sobre los personajes, y cuando descubrí la fanfiction me puse a leer un montón”, explica. “Recuerdo que se lo conté a mi madre, que no entendía muy bien por qué me pasaba tantas horas leyendo esas historias. Un día leí un relato muy conmovedor y decidí contárselo a mi madre. Le expliqué toda la trama y quedó fascinada. Solo tras haber terminado de explicarle la historia, le confesé que la había escrito una fan de la serie, y creo que aquello sirvió para que entendiera mejor mi afición”.

Imagen: glitterberries.freehostia.com

Kem considera que, pese a la evolución que ha sufrido el fenómeno, hay ciertos elementos que nunca cambian. En el sitio web TVropes, una especie de Wikipedia en la que los fans analizan los tópicos de la cultura pop, hay una sección dedicada enteramente a debatir sobre qué personajes deberían enrollarse entre ellos y asuntos similares; discusiones, en ocasiones, bastante acaloradas, por decirlo suavemente. “Había legiones de fans a muerte de la pareja Daria/Trent, y otros tantos detractores. Otros escritores eran más partidarios de ceñirse al canon y despreciaban abiertamente a cualquiera que se atreviera a desviarse del mismo, lo cual provocaba tensiones. Los había que incluso aseguraban que la única forma de redactar podía ser en formato de guion, que escribir en prosa iba contra el canon. Básicamente estaban diciendo, ‘Estáis equivocados y vuestra elección no es la correcta’, algo que ningún escritor quiere oír”.

Pero para Robinson, la mayor diferencia que ha notado ha sido la forma en que ha afectado a la comunidad el aumento explosivo en escala de este fenómeno.

“Los grupos de Usenet estaban más unidos y centrados exclusivamente en el material de origen”, explica. “Actualmente el concepto de fandom es muy vago y etéreo: hay muchos productos en los que inspirarse y mucha. Hoy día no se trata tanto de ser un fan de Star Trek o de Harry Potter como de formar parte de una comunidad.

Como ocurre con cualquier hobby que se abre repentinamente a las masas, hay pros y contras. “La desventaja es que dejas de disfrutar el placer de formar parte de un mundo pequeño e íntimo”, señala Robinson. “La parte buena es que ya no tienes por qué defender tu amor por la fanfiction y cada vez menos gente te verá como una friki”.

Las vidas de Robinson, Tremel y Kem han cambiado tanto como las propias comunidades que contribuyeron a encumbrar. Tremel, antes un universitario con mucho tiempo libre, es hoy un hombre casado con dos hijos y un trabajo que le quita tiempo hasta para actualizar su sitio web, en el que empieza a notarse la escasez de escritores. Kem sigue en contacto con la comunidad, pero ha perdido el interés por escribir. Se mudó a otra ciudad, buscó un trabajo nuevo y se casó con un hombre al que conoció en un foro de fans de Daria. Robinson ha criado a una hija, se ha divorciado y ha publicado varios relatos al margen de la comunidad fanfic, si bien no ha podido dedicarse profesionalmente a escribir, como le hubiera gustado.

Robinson sigue en contacto con su afición, y tanto Tremel como Kem tienen intención de mantener activos sus sitios web indefinidamente. Para Tremel es como “una cápsula del tiempo procedente de los orígenes de internet” en la que ha invertido tanto tiempo, pasión y esfuerzo que no puede abandonarla. El sitio de Kem ha servido como salvavidas para librar del olvido el material sobre Daria que circula por la red.

Mientras tanto, el fenómeno de la fanfiction sigue creciendo. Incluso está siendo objeto de estudio académico para tratar de determinar si existe alguna relación entre esta y el feminismo, las discapacidades, el colectivo LGBTQ y muchos otros campos. Una percepción, por tanto, muy alejada de la de los primeros años, en que el fenómeno era poco más que una subcultura para raritos a la que no valía la pena dedicar ni un minuto de nuestro tiempo. En la actualidad, cada nueva saga, serie o película va a ir acompañada, a buen seguro, de gran cantidad de material obra de sus fans.

Traducción por Mario Abad.