Comida

En Finlandia prefieren curarse la cruda con sudor

El teléfono en mi cuarto de hotel sonó a las 2 PM y me sacudí despertando violentamente sin comprender que a) estaba en Helsinki y b) se suponía que debía bajar hace años. En pocos minutos, entré al lobby estilo Kramer, posiblemente ebrio todavía, mi playera al revés, pero listo para ir a un lugar llamado Isla Sauna.

Ésta no es la escena que tenía en mente cuando acepté explorar la cultura del sauna en Helsinki, Finlandia. Había imaginado comer pescado ahumado y spas lujosos, no prepararme para la que sería la peor cruda de mi vida.

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Una ronda de shots. Todas las fotos son del autor.

Me habían advertido sobre la tendencia finlandesa a beber bastante (o sea, checa Vappu), pero eso no me impidió tratar de seguirles el ritmo bebiendo desde la noche hasta el amanecer, razón por la cual soy un tonto.

El viaje comenzó siendo menos caótico con una visita a Löyly, un restaurante y sauna público (y una joya arquitectónica) que abrió hace un año. Es el tipo de maravilla moderna que esperarías encontrar en Escandinavia. Diseño limpio, sillas Eames, cerámica elegante. Incluso la madera que usan para calentar los saunas se obtiene de manera responsable.

La mayoría de los saunas en Finlandia están resguardados en los hogares privados, pero surgió una nueva moda por los saunas públicos diseminados en todo Helsinki. Löyly fue el sauna público que comenzó la tendencia, inaugurado por los amigos Jasper Pääkkönen —una de las celebridades más queridas de Finlandia, actor que interpreta un vikingo en Vikings de History Channel— y Antero Vartia, miembro del parlamento finlandés.

Amigos y propietarios de Löyly, Jasper Pääkkönen y Antero Vartia, camino al sauna.

Escogieron el nombre de su sauna en parte porque es muy complicado de pronunciar para los extranjeros, pero también porque es local. Löyly es la palabra en finés para designar el vapor producido al verter agua sobre el horno del sauna. Seguramente moriré antes de pronunciar esa palabra bien.

Nos ponemos nuestros trajes de baño y entramos al primer sauna ahumado. Después de haber sudado felizmente en situaciones similares por todo el mundo, desde jjimjilbangs en Seúl hasta banyas en Moscú, estaba seguro de que podría soportar la versión finlandesa.

Puedes archivarlo bajo el título: “Cosas En las Que Más Me He Equivocado”.

Se dice que las temperaturas de los saunas en Finlandia rondan los 65 a 80 grados Celsius, a veces alcanzando los 100 grados. No me hubiera sorprendido mirar mi piel ardiendo en llamas. Mientras Jasper estaba sentado tranquilamente, mis oídos quemaban, mi mente estaba acelerada y comencé a marearme. Pensé en el competidor de saunas finlandesas, Timo Kaukonen, cuya piel se desprendió luego de una contienda particularmente larga contra un ruso; un ruso que MURIÓ AHÍ MISMO.

Yo estaba, sin lugar a dudas, muriendo también.

No quería ser el primero en rendirme, pero fui el primero en rendirse. Como dice el dicho, “Si no puedes aguantar al calor, salte del sauna”.

Migramos de los fosos del infierno y nos dirigimos a la escalera de Löyly que da directamente al Golfo de Finlandia. Sin pensarlo me arrojé de cabeza al agua para enfriar mi cabeza humeante, ¿qué tan malo podía ser?

Muy malo. Hacía tan solo un mes, había hielo en estas aguas.

Escaleras de Löyly hacia el golfo.

Tuve la sensación de morir una vez más. No me había dado cuenta de qué clase de bebé tan frágil era hasta que fui a Helsinki, pero ahora me enfrentaba a esta lamentable realidad mientras procuraba no ahogarme junto al Brad Pitt de Finlandia. El agua gélida provocaba la sensación de tener agujas clavándose en mis piernas. Es como si mis huesos se hubieran hecho de vidrio y estuviesen a punto de romperse.

Salí del golfo como una foca recién nacida: resbaloso, vulnerable y desesperado por el calor de mi madre. Pero de un momento a otro la miseria de escalofríos dio paso al rejuvenecimiento. Me sentí como de un millón de dólares.

Vista hacia el Golfo de Finlandia.

Con cada ronda de horneado y congelado, el malestar de la experiencia se redujo. Finalmente pude apreciar la tranquilidad del sauna. Me quedó claro por qué los finlandeses se someten, casi a diario, a lo que inicialmente pensé era una tortura.

El efecto del sauna se equilibró muy bien con los platos llenos de una sopa de trucha arcoíris y pan de centeno. Pocas cosas han sido tan reconfortantes en mi vida como sorber ese caldo cremoso y con sabor a eneldo.

Antero explicó que no hay una cantidad correcta de tiempo para estar en el sauna. Se trata de disfrutarlo, así que cuando quieras salte. De inmediato me sentí mejor acerca de mi poco aguante en el sauna.

Puesta de sol en Löyly.

En la tarde de mi latente cruda, anhelaba los poderes curativos del sauna mientras abordábamos un bote en el Mercado de Helsinki con dirección a la Isla Sauna. Antero nos sirvió champán, luego shots de Valhalla, un licor nórdico herbal. Intenté evitar pensar en los tragos de la noche anterior. Mientras el barco se agitaba entre las olas del golfo, mi estómago se agitaba con él.

Jasper señaló la noria cerca del Mercado. La mayoría de las norias en Finlandia son blancas y azules, con excepción de dos que son de madera. Esas son saunas, porque Finlandia.

Jasper Pääkkönen

Noria en Helsinki rodeada de cabinas para sauna.

Para cuando llegamos a la isla Vasikkasaari me sentí vigorizado por el alcohol. El trago estaba ayudando. Me sentía como un demente, pero sin dolor. ¿Cuando llegaría la cruda?

Saunasaari fue tan mágico como imaginas que es un lugar llamado “Isla Sauna”. Su dueño, un hombre de 70 años y llamado Rainer Hanhilahti nos recibió en el muelle y nos invitó a su paraíso terrenal en Finlandia. La bienvenida quedó completa con un bocadillo de excelente salmón acompañado de pan de centeno. Rainer señaló una mamá ganso acurrucada en su nido por la ventana.

El cielo, o sea Isla Sauna.

Rainer Hanhilahti, dueño de Saunasaari.

Nos pusimos traje de baño y nuestras batas, luego comenzamos el ciclo de cocernos en el humo del sauna, chapotear en las aguas del golfo y, de vez en cuando, jugar con una tina.

Entre la brisa báltica y las olas animadas, no se podían escuchar tus propios pasos al pisar el suave pasto. Contemplé la posibilidad de esconderme en la isla, olvidando para siempre mi vida en Estados Unidos.

Otra ronda de salmón con pan de centeno después me di cuenta de que la cruda nunca llegó. Parecía que las dosis altas de sauna más el influjo continuo de alcohol habían impedido las consecuencias usuales de haber bebido 12 horas sin parar la noche anterior.

Salmón con pan de centeno.

La mágica Isla Sauna.

“Este lugar es mágico”, escuché que alguien decía.

Desde las entrañas de mi bata, no podía estar más que de acuerdo.

Fue hasta que regresé a mi cama que las cosas se pusieron feas. Los finlandeses tienen una expresión idiomática para la ocasión: Liskojen yö se traduce como “la noche de los lagartos”, refiriéndose a la sensación que experimentas la noche siguiente. Mientras tu cuerpo se encarga de todos los shots y las cervezas que tomaste 24 horas antes, quizá padezcas un poco de ansiedad, pensando que tienes lagartos reptando en tu cama, sin mencionar que pasarás una mala noche de insomnio.

Me reí cuando escuché la expresión, pero no me reía cuando me acosté ansioso en mi cama, sudando frío.