El DJ Thristian Richards recupera las raíces de la música del mundo

Ilustración: Hisham Bharoocha

“Me gusta dar a conocer nuevos sonidos a un público más amplio, abrir sus oídos traduciendo y desglosando esos sonidos”, me explica Thristian Richards, DJ y uno de los fundadores de Boiler Room, mientras tomamos una taza de té en los estudios Brownsood, en el norte de Londres.

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Cualquiera que haya escuchado su sesión “Dark and Lovely” en la radio, o que lo haya visto actuar en Boiler Room en todos estos años, o pinchar en alguna de esas fiestas que se organizaban en almacenes cuando eso aún era posible en Londres, sabrá que lo que dice es cierto.

Ecléctico parece una palabra demasiado simple para definir los gustos musicales de Richards. Nada es demasiado raro o inaccesible, y su sed por descubrir sonidos nuevos e inauditos parece insaciable, como también lo es su deseo de llegar a las verdaderas raíces de los distintos géneros musicales, encontrar los dóndes, los cuándos y los cómos que dieron lugar a esos sonidos.

“Estoy orgulloso de poder viajar por lo que hago”, afirma. Antes de Boiler Room, Gilles [Peterson, el DJ radiofónico con quien Richards ha estado más de diez años trabajando] viajó a Sudáfrica y volvió con un montón de historias de Johannesburgo y Ciudad del Cabo. Y yo pensé que también quería viajar; no quería oír las historias, sino estar allí para poder contarlas”.

Pero para poder estar allí, Richards primero tuvo que descubrir nuevas músicas como cualquier otro adolescente de los 90 lo habría hecho: escuchando la radio y viendo MTV.

“Me interesé por el UK garage escuchando Kiss FM a finales de los 90″, explica. “Recuerdo que el programa del DJ EZ empezaba los martes a las dos de la madrugada. Me ponía la alarma, preparaba una casete para grabar, luego volvía a ponerme la alarma para que sonara 45 minutos más tarde y paraba la grabación. De camino al instituto, por la mañana, escuchaba la cinta”.

La forma en que consumimos música ha cambiado mucho desde entonces, pero la pasión y el amor de Richards por la radio sigue siendo igual de intensa. Durante su época universitaria, escribía sus ensayos escuchando el famoso e influyente programa de Peterson en Radio 1, Worldwide, y al poco de graduarse acabó trabajando para él. Hoy tiene su propio espacio en NTS Radio. “Mi programa se ha convertido en la razón de más peso para seguir buscando nueva música”, afirma.

No cabe duda del apetito inconmensurable de Richards por descubrir y escuchar nueva música, pero destaca sobre todo su interés por ese vínculo inquebrantable que une la música al lugar de donde se origina. El grime, por ejemplo, surgió del este de Londres a principios del milenio, y el hip-hop nació en el Nueva York de la década de 1970.

“Hay muchos factores que inspiran la creación musical y la definen: política, cultura, época, geografía o los instrumentos y recursos disponibles. Puedes tener un estudio enorme o usar solo tonos de llamada de un teléfono móvil, pero si es una expresión sincera, solo puede salir de un sitio”. Efectivamente, el éxito de Boiler Room —el proyecto musical de streaming en línea nacido en una oficina del este de Londres en 2010 y actualmente emulado en todo el mundo— se debe en la misma medida al talento de sus fundadores, Richards, Blaisse Belville y Femi Adeyemi y al momento concreto en que se concibió.

“Fue el momento adecuado por varias razones”, explica Richards. “Internet ya tenía la velocidad suficiente como para hacer streaming en vídeo, Twitter y Facebook empezaban a emerger y había gente como Jamie xx, James Blake y Mount Kimbie que llegaron a la escena con una propuesta diferente. Nosotros simplemente nos contagiamos de aquel ambiente”.

Ahora que se ha apartado de la organización diaria de Boiler Room, Richards puede dedicarse de lleno a investigar sobre la música que le apasiona. Su siguiente parada: Angola, donde espera encontrar las raíces del kuduro. “Angola toca muchos aspectos musicales que me interesan y nunca he estado allí, ni en Senegal, Nigeria o Ghana. Todos esos países son muy importantes por su influencia en la música que pincho”.

El kuduro es un estilo de música de baile rápido originario de Angola y que está viviendo su momento en Lisboa desde hace ya un tiempo. Sin embargo, poca gente sabe de sus orígenes. “Ahora mismo el kuduro es ‘lo más’ en Lisboa, y en Angola lleva un tiempo sonando. Lo que está pasando en Lisboa es genial, explica la historia de la separación cultural y la formación de guetos, pero creo que si no entiendes por completo lo que está pasando en Angola, no puedes hacerte una idea precisa de lo que es el kuduro“.

Esa necesidad de entender es la que mueve a Richards. “Muchos géneros han mutado”, explica. “Quiero llegar a la raíz, saber quién, en el caso del kuduro, se inventó ese baile y ese sonido demenciales. ¿De dónde salió ese instrumento de percusión? Sí, vale, hay muchos vídeos en YouTube, pero la cultura musical en un sitio como Angola es diferente: son casetes en un mercadillo; es hablar con un tipo que te conduce hasta ese otro tipo. Intento crear mis experiencias cuando viajo a estos sitios, en lugar de leerlo todo en un libro. Estoy preparado para decir, ‘Tío, no tengo ni idea de lo que me estás contando, pero muéstramelo’”.