Este artículo fue publicado originalmente por i-D US*
“Estuve ahí seis noches y media por semana. El epicentro de todo era Danceteria”, recuerda Frank Rispoli del club nocturno neoyorquino donde Sade atendía el bar, LL Cool J operaba el ascensor, y Madonna hizo su debut. Danceteria era como tener varios clubes nocturnos en uno sólo de cuatro pisos, su falta de hora estricta de cierre atraía a una mezcla hedonista de insomnes de los clubes CBGB, Club Mudd, TR3, Trax, y los clubes subterráneos BDSM que estaban en la zona donde Le Bain se encuentra ahora.
Videos by VICE
Si algo era predecible, probablemente era que verías atuendos grandiosos y zapatos increíbles. Frank se dirigiría al centro de la ciudad a las 10 pm, después de pasar el día como consultor de diseño, para fotografiar los tacones altos sobre sistemas de alta fidelidad y lavabos llenos de cigarrillos.
Sus fotos son embriagantes registro del tiempo en Kodachrome que captan el frenético espíritu del tiempo de finales de los años 70 y principios de los 80, y que dejan la identidad de las mujeres abierta a la interpretación; aunque Frank recuerda un número impresionante de sus historias. Su inspiración fue un catálogo de lencería que el fotógrafo Guy Bourdin captó para Bloomingdale’s, el cual acompañaría al New York Times en 1976, y las imágenes publicitarias que Bourdin hizo para Charles Jourdan. Frank no estaba tratando de vender nada tangible, pero sus fotos son un testimonio de la versatilidad de unos buenos tacones —un par podía haberte llevado de un show punk decadente en el CBGB a una fiesta after-party en un loft en el edificio de la galería Leo Castelli, siempre y cuando no te toparas con cualquier otra cosa en el camino.
Lea también:
Las pocas veces que no estaba en Danceteria, Frank probablemente estaba tomando fotografías en alguno de los recintos musicales que recomendaría en el magacín Village Voice que salía cada jueves. (O tal vez en la bodega de la esquina —”Fui a todas partes con mis cámaras —dice—. El único momento en que no las tenía conmigo era mientras dormía. Si iba a la tienda delicatessen por un litro de leche y unas galletas Pepperidge Farm, llevaba mis cámaras. Nunca sabías en qué momento te encontrarías con alguien que llevara tacones altos”). Una de sus historias favoritas es de una ocasión en el club de BDSM Hellfire alrededor de la hora del cierre, cuando el escuadrón del vicio hacía su recorrido. Un miembro del escuadrón, “un clásico detective italiano de Brooklyn llamado Vinny”, le ordenó que abriera sus cámaras —estaba en busca de drogas— antes de sentarse con el portafolio de Frank y ofrecerle una crítica de las imágenes. “No puedes hacer esta mierda. Esto es Nueva York, es la vida nocturna”.
Aquí recuerda las historias detrás de algunas de sus tomas favoritas.
“A estas dos mujeres las conocí ya sea en Tier 3 o en Danceteria. Seguí en contacto con ellas y una noche nos reunimos en Chelsea. Había un parque de juegos en el camino, así que les tomé fotos ahí. No soy un fotógrafo de estudio; simplemente me gusta incorporar elementos de la calle o el espacio en que estoy en ese momento”.
“La disposición en el diseño que tenía Danceteria, tenía todas esas viñetas —salas de estar en todas partes con televisores apilados en una esquina—. Estamos hablando de principios de los años 80, así que tenía todos esos horribles muebles. La idea de todo eso era el contraste de esa basura con el inicio de la moda New Wave, que apenas estaba detonando”.
“Esta mujer era vocalista de una banda que estaba tocando. Habían terminado su set de canciones y yo me acerqué y pregunté: ‘¿Podrías posar para mí?’. Se abrió su impermeable blanco de vinil, y he aquí su increíble atuendo”.
“Cuando bajabas del ascensor en el cuarto piso [en Danceteria], te encontrabas con esta división circular de cristal con un viejo televisor. Danceteria tenía estos apilos de viejas televisiones en todos los espacios. Habían traído a artistas de video para crear la imaginería. Está es la noche de Halloween, por eso ella lleva puesta la falda africana, los tacones negros y las pulseras de baquelita. No puedo creer lo que cuesta la baquelita el día de hoy, o sea, es sólo plástico”.
“En la pared hay unos largos cables telefónicos. Ella se encuentra sentada en un viejo sofá manchado, se había quitado el abrigo y llevaba un baby doll totalmente transparente. Pero también llevaba esas fantásticas medias, y los clásicos tacones negros”.
“Según recuerdo, esta mujer era inglesa. El arreglo floral es dramáticamente blanco y ella está parada sobre un antiguo sistema de alta fidelidad. Es como el radio-estéreo Zenith que mi viejo compró en el 62 en el que yo tocaba mis álbumes de los Beatles”.
“El sofá es de tipo victoriano en terciopelo. El jumpsuit que ella está usando parece ser de seda, y sobre los guantes lleva un brazalete y un anillo. La gente me ha preguntado por qué no fotografié las cabezas o las caras, pero en lo que yo me enfocaba era principalmente en los zapatos. Realmente ése es el aspecto de la moda que me interesa. Creo que si tuviera que hacerlo todo de nuevo, sabiendo lo que sé ahora, también habría fotografiado a las personas. Habría hecho una interesante serie del período. Las retrospectivas siempre son divertidas”.
“Ésta es una banda llamada Stray Cats. Esta pareja estaba muy ocupada besándose. Ella llevaba unos hot pants y sus tacones, obviamente era verano. También está otra persona, vestida de naranja y amarillo, que son mis dos colores favoritos. Una gran fotografía, a veces, es sólo cuestión de suerte”.
“Aquí hay una pared llena de pintura sobre un fondo color oro metálico, un capitel corintio, tuberías de vapor y un viejo sofá del sur del Bronx. Ella era una chica de los suburbios, según recuerdo”.
“Ésta es una de mis favoritas de todos los tiempos. La chica lleva pantimedias blancas y sobrepuestas unas medias de rejilla abierta con unos tacones blancas, y subió las piernas en una silla tubular bastante kiysch de 1940 en color amarillo con negro —es simplemente una composición encantadora. El flash realmente cubre sus piernas de luz, todo queda eclipsado por él”.
“Éste era un club S&M que estaba ubicado en un sótano, por supuesto, en el Meat Market cerca de 14th Street. Había una especie de máquina expendedora que habían pintado con rayas blancas y negras. Por coincidencia, había una mujer que llevaba unas medias en blanco y negro al estilo del Mago de Oz con unos tacones negros que tenían un pequeño detalle que tocaba sus tobillos, lo cual funcionó a la perfección”.
“Cuanto más avanzada está la noche, más interesantes son las personas, y más decadentes se vuelven. Estoy seguro de que esa dinámica no ha cambiado. Esas son simplemente unos hermosos tacones sin talón talón. Le pedí que posara parada de puntillas en la defensa del camión”.
Más de i-D: ¿Entre más feos, mejor? por qué nos gustan los zapatos casi ortopédicos.
“Son dos mujeres afuera de Max’s, a eso de las 3 o 4am, ambas visten terciopelo y gamuza. Es una imagen realmente exuberante. Lo que es realmente genial es que también está ese automóvil con el reflector en color amarillo, el cual brilla debido al flash”.
“Esto fue en la escalera de la galería de Leo Castelli, en un edificio de West Broadway en Soho, el cual apenas empezaba a gentrificarse. Las personas que estaban abriendo las galerías más vanguardistas buscaban espacios alejados de la escena tradicional de 57th Street, por lo que empezaron a llegar a Soho”.
“Ese es el baño de mujeres en TR3. Todos sus acabados eran en azulejos rojos y negros. Nos dice mucho del tiempo —probablemente eran las tres de la mañana, nadie sentía ningún dolor”.
“En ese período, con el New Wave, las mujeres estaban fascinadas con lo vintage. Vemos un patrón gráfico clásico en esta amplia falda de los años 50. Sus tacones de vinil rojo simplemente rematan exquisitamente su atuendo. Creo que algunas de las fotos del TR3 serían perfectas para ser portadas de álbumes de una banda de rock’n’roll. De eso se trata —de divertirse, perder la cabeza y pasar buenos momentos”.
“Cuando empezaba a salir yo solo y trataba de armarme de valor, First Avenue estaba llena de bares. Una noche estaba en un bar y salí a caminar, y esta mujer venía caminando. Me acerqué a ella y le dije: ‘¿Me dejarías fotografiar tus zapatos?’. Ella respondió: ‘Por supuesto’. Y sin más se acostó y se levantó la falda”.