La Navidad de muchos colombianos estuvo marcada en la infancia por la pólvora: por voladores y volcanes, o al menos por Chispitas Mariposa, dependiendo del lugar y del voltaje de la familia. Pero progresivamente, la pólvora fue desapareciendo de las navidades particularmente desde que Antanas Mockus, siendo alcalde de Bogotá, inició una campaña para prohibir su uso, su venta, su fabricación y su compra.
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Y lo logró: hoy la pólvora es un tabú, un tema que no se toca o que se hace a escondidas. Una actividad que se juzga como irresponsable. Claro, eso depende del panorama, especialmente cuando se sale de Bogotá, pero de manera general hay una sanción social que en la capital está siempre presente.
Y acá lo que muchos ignoramos: la pólvora en Colombia es legal. No está prohibida. Se puede fabricar, vender, comprar y usar. Así lo dice la ley 670 de 2001. Lo que sí está prohibido es venderla a menores de edad o a personas en estado de embriaguez, también que un niño la manipule o que un adulto lo incite a hacerlo, y que los que la fabrican incluyan en su preparación fósforo blanco. Eso dice la ley. El Código de Policía por su parte aclara que no se puede encender pólvora en espacio público sin contar con autorización del alcalde o del responsable del sitio.
En resumen: si no lo hace en la calle, y si no lo hace un niño, es legal. Eso excluye, claro, la pólvora de categoría tres, que es la profesional, la más peligrosa, la que solo pueden usar los profesionales.
Pirotécnicos El Vaquero es la empresa más grande de fabricación de pólvora en Colombia. Tienen 70 años de existencia y 40 en las manos de la misma familia. Para los aficionados a la pólvora, El Vaquero es el referente obligado: los que tienen más surtido, la fuente de todos los totes, voladores, volcanes y tortas. Para El Vaquero la sanción alrededor de la pólvora ha sido un golpe duro, que se ha reflejado en sus ventas, pero han logrado sobrevivir la crisis y hoy continúan manteniendo la operación de su fábrica en Soacha, Cundinamarca.