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Siempre ha habido cierto grado de esnobismo en Europa en torno a la idea de que se convoque a jugadores nacidos en el extranjero para jugar en el equipo de fútbol nacional. Sin embargo, para algunos países como Qatar, que será anfitrión de la Copa del Mundo en 2022, nacionalizar a los jugadores supone una forma rápida de atraer el talento hacia el lado nacional y de impulsar lo que de otro modo sería un equipo propio bastante miserable.
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“Anteriormente, la AFC [Asociación de Fútbol de Qatar] reclutaba jugadores estrella como Frank LeBoeuf y Gabriel Batistuta”, afirma el Dr. Mahfoud Amara, investigador de migración en el deporte en la Universidad de Qatar. “Esta tendencia ha continuado con Xavi, pero parece que la edad de los jugadores profesionales que firman contratos para jugar en la liga está bajando”.
Uno de los principales motivos para ello es que los jugadores más jóvenes tienen menos probabilidades de haber jugado ya para otra selección nacional, por lo que es más probable que puedan mostrar lealtad y darlo todo por Qatar. Amara explica que ese fue el caso de Karim Boudiaf, nacido en Francia, que se mudó a Qatar cuando tenía 22 años y desde entonces ha sido seleccionado 25 veces, y de Boualem Khoukhi, un jugador argelino que se mudó al país con 19 años y ha sido seleccionado 29 veces.
“Recientemente, en especial después de Rio 2016, se ha empezado a cuestionar esta política”, afirma Amara. “Hay una tendencia, al menos en el fútbol, hacia depender cada vez más de los talentos locales e invertir más dinero en el talento de base del país”.
Con el equipo nacional de Qatar luchando por clasificarse en la Copa del Mundo 2018 y habiendo ganado tan solo uno de los cinco partidos que llevan jugados hasta ahora, se ha hablado de que la AFC está ralentizando o deteniendo su política de nacionalización para favorecer el desarrollo de las jóvenes promesas surgidas de la Academia Aspire del país. El seleccionador del equipo nacional Jorge Fossati ha mostrado su rechazo y ha amenazado con abandonar su puesto si esto se lleva a cabo. “Si la federación desea tomar otro camino, respetaré su decisión al cien por cien y será mejor que cuenten con otro entrenador que apoye esa iniciativa”, sentenció.
Desde que asumiera su cargo en septiembre de 2016, el uruguayo ha confiado en talentos extranjeros como el brasileño Rodrigo Tabata y el uruguayo Sebastián Soria. Es probable que Soria y Tabata solo jueguen hasta la Copa del Mundo de 2018, porque cuando se celebre el primero tendrá 35 años y el segundo 37. A pesar de ello, el futuro del equipo nacional, incluso a medio plazo, parece depender de unos cuantos jugadores extranjeros. En su último partido de clasificación, un encuentro sin goles contra China, Qatar convocó a ocho jugadores extranjeros para el 11 inicial.
El mercado laboral de Qatar está formado casi en un 90 por ciento por trabajadores inmigrantes, así que podría afirmarse que el equipo nacional simplemente es un reflejo del modo en que la sociedad Qatarí depende de la mano de obra extranjera.
Sin embargo, el expresidente de la FIFA Sepp Blatter cree que la política de nacionalización de Qatar podría estar acabando con la integridad del juego, y podemos llegar a la conclusión de que existe un verdadero problema.
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Se ha hablado mucho sobre el abuso y el maltrato que sufren los trabajadores inmigrantes contratados para construir la infraestructura necesaria para la Copa del Mundo de Qatar. Se explota a los trabajadores con regularidad, se les roban sus pasaportes, no reciben su salario… pero los vacíos legales de la legislación de Qatar relativa al trabajo también afectan a los futbolistas inmigrantes. A pesar de que se modificaron algunas leyes el pasado mes de diciembre, diversas organizaciones benéficas afirman que muchos trabajadores siguen siendo vulnerables ante la explotación según el sistema kafala (literalmente, “patrocinio”).
“Dado que pone tanta responsabilidad en las manos del empresario y le otorga tanto poder, las condiciones en que viven los trabajadores inmigrantes varían enormemente, dependiendo de quién les haya contratado”, explica James Lynch, director adjunto de asuntos globales en Amnistía Internacional y anteriormente diplomático en Doha. “Podemos afirmar que la violación de los derechos humanos de los trabajadores inmigrantes es bastante rutinaria, está muy extendida y puede ser muy grave”.
El polémico sistema ata a los trabajadores a un empleo específico, impidiéndoles que cambien de trabajo o incluso dejen el país sin permiso. Ari, un futbolista togolés de 26 años, cayó víctima del sistema kafala en 2014. Jugaba como profesional en la tercera división togolesa y decidió dejar su país natal en busca de una vida mejor después de pedir dinero a sus padres para el visado. Un amigo suyo le prometió un trabajo como futbolista, con el que en unos meses podría ganar lo suficiente para devolver el dinero a sus padres. Pero tras su llegada, las cosas no salieron tan bien como esperaba.
“Me quitaron el pasaporte, me lo robaron”, dice Ari a VICE Sports. “Me dijeron que era la ley en este país… lo primero que pensé es que nos iban a convertir en esclavos. Luego nos llevaron a la casa donde íbamos a vivir y por la mañana nos dieron uniformes de seguridad”.
Ari me dijo que lo contrataron como guarda de seguridad en la compañía qatarí QTRS, donde trabajaba de seis a seis sin ningún fin de semana libre. Estuvo destinado en la embajada francesa durante ocho meses, pero los diplomáticos le informaron que no podían hacer nada para evitar su situación. Las organizaciones benéficas como Human Rights Watch intentaron ayudarle porque no hay embajada togolesa en Qatar. Luego Ari trabajó en el aeropuerto, lo que seguramente fue todavía más terrible. Ganaba 1 110 reales cataríes (288 euros) al mes, mientras observaba a la gente que dejaba el país del que él soñaba con poder escapar.
“Tras 14 meses en el aeropuerto, comenté que me gustaría volver a Togo; me dijeron que tendría que pagar 2 000 reales si quería recuperar mi pasaporte. Me negué a hacerlo, pero al final accedieron a devolverme el pasaporte y volví a Togo el 5 de diciembre de 2014”.
Resulta que el visado por el que pagó Ari especificaba que tendría que trabajar como guarda de seguridad, pero como no sabe leer inglés no se dio cuenta, y según el sistema de patrocinio quedó a la merced de su empleador una vez puso un pie en Qatar. Ahora vuelve a jugar como futbolista profesional en Togo, pero su historia no es una excepción.
Abdes Ouaddou, un defensa marroquí, se hizo popular tras ganar una causa contra Qatar SC, después de que le retiraran el visado tras una discusión por un pago. Ahora utiliza su perfil para denunciar el sistema kafala. De forma similar, al delantero de origen franco-argelino Zahir Belounis le negaron un visado de salida tras otra discusión por un pago con el club donde jugaba, El Jaish. Afirma que los 19 meses que pasó atrapado en Qatar le “destrozaron”.
“Fue muy, muy duro”, dice Zahir. “Ahora, gracias a Dios, he vuelto a tener una vida normal con mi familia, pero fue realmente terrible. No se lo desearía a nadie”.
Zahra Babar, director adjunto del departamento de investigación en el Centro de Estudios Internacionales y Regionales de la Universidad de Georgetown en Qatar, dijo que la atención que ha ganado el país a raíz de la Copa Mundial de 2022 ha hecho que “hasta cierto punto” intenten responder a las críticas de sus legislación laboral, “participando en procesos de reforma, que no necesariamente cumplen con las expectativas de los organismos internacionales como Amnistía”.
Pero entonces, ¿qué es lo que hace Qatar atractivo para los jugadores? La respuesta obvia es el dinero, pero Babar dice que los jugadores también se pueden sentir motivados por los beneficios de la ciudadanía. Aunque son pocos los jugadores que obtienen la ciudadanía qatarí por jugar en el país, sugiere que muchos la utilizan como un trampolín para conseguir el pasaporte de algún otro país, como Canadá y Australia, así como las Islas del Caribe como St Kitts y Nevis, donde es posible comprar la ciudadanía.
“Vienen aquí, ganan bien y tienen una seguridad durante unos años”, dice. “Si están aquí trabajando como atletas, lo más probable es que tengan una buena situación económica y viajen; ganan una credibilidad, lo que les permite acceder a la ciudadanía con mayor facilidad que si se hubieran quedado en sus países de origen”.
Pero la legislación laboral regresiva de Qatar significa que los jóvenes jugadores que llegan atraídos por el dinero, o puede que por la posibilidad de conseguir un mejor pasaporte, se exponen a la explotación de una forma desconocida para las estrellas que llegaron a Catar en el pasado.
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