Marcha trans Orgullo
Foto cortesía de: Red Comunitaria Trans de Bogotá.
Identidad

Orgullo 2020: Estamos desapareciendo y lo único que nos queda es la movilización

"Nos siguen matando por desprendernos de la norma cisheteronormativa y por construirnos como se nos ha dado la gana, seguimos siendo blanco de ataques extremistas y transfóbicos".

Como es bien sabido en el mes de junio se celebra el mes de la diversidad y el Orgullo LGBT. Esto, debido a la conmemoración de los disturbios en Stonewall del 28 de junio de 1969, hechos que marcaron el comienzo de la lucha por la igualdad de los colectivos de personas trans, queer, bisexuales, mujeres lesbianas y hombres gay. Año a año la celebración ha ganado mayor relevancia y hoy por hoy moviliza a millones de personas en más de cien países alrededor del mundo. La idea inicial de la celebración era decirle a la sociedad «¡Mírennos, aquí estamos! Somos iguales a ustedes y estamos luchando por una vida digna». Esa era la idea en un principio.

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Con el tiempo la fiesta se ha transformado y se ha desdibujado el trasfondo político. Los grupos que han alcanzado sus objetivos de igualdad económica y civil, como los gays con plata, han cooptado la agenda del movimiento y de las instituciones dedicadas a la integración social. En otras palabras el movimiento se despolitizó e institucionalizó pero, peor aún, se fue mercantilizando poco a poco. Las instituciones se han aliado con negocios LGBT y en junio de cada año vemos cómo un sinnúmero de marcas aprovechan el ambiente festivo de inclusión positiva para hacer marketing vistiendo sus productos de arcoíris y las organizaciones lideradas por hombres gays siguen apropiándose de las luchas trans y continúan hablando por nosotras. Mientras tanto, el grueso de la población TLGB sigue sufriendo las consecuencias de un sistema económico injusto y violento. Parece como si a nadie le importara lo que les sucede a lxs demás, que la lógica fuera de luchas fragmentadas y egoístas.

Nosotrans nos negamos a hacer parte de una celebración mercantilizada y despolitizada, nos negamos a ver en el matrimonio y la adopción homoparental el culmen de nuestra lucha; creemos que nuestro objetivo como movimiento debe ir más allá, debe desentrañar y desmontar las estructuras de poder que condenan a las poblaciones más empobrecidas a la marginalidad y exclusión. No pretendemos alcanzar un estilo de vida típico: un matrimonio, hijos, compras y mucho dinero para gastar en restaurantes y discotecas de moda; queremos volver a la raíz del movimiento, divorciarnos de lo que huela a costo-beneficio y a marica acomodada, queremos dar la lucha por la vida y la dignidad, tal como lo sintió Marsha P Johnson, con rabia y sed de justicia social.

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Porque es que somos trans, putas, negras, migrantes, empobrecidas, y eso no nos hace menos que nadie. Al contrario, constituye la riqueza de nuestra diversidad. No merecemos la mirada despectiva del movimiento elegebetuno, o de maricas 'bien', que históricamente le ha dado la espalda a la verdadera reivindicación sobre la libertad y la autonomía, nunca se ha planteado la discusión sobre trabajo sexual y mucho menos sobre la despenalización de las drogas (así muchxs las consuman). Un movimiento no es una arena en la que prima más la agenda de quien puede hacer más lobby para sus organizaciones que la urgencia de la vida. Y no es que no nos importe que las y los maricas podamos casarnos y adoptar, no, es sólo que es bien difícil casarnos y formar familia cuando se nos ponen trabas para ejercer nuestros derechos fundamentales y cuando se nos castiga con la muerte por haber decidido sobre nuestros cuerpos.

En Colombia la situación de las personas trans es crítica y se ha agravado últimamente. Nos siguen matando por desprendernos de la norma cisheteronormativa y por construirnos como se nos ha dado la gana, seguimos siendo blanco de ataques extremistas y transfóbicos. Queremos aprovechar esta oportunidad para denunciar que uno de los principales victimarios ha sido la policía y su más reciente ataque fue el día 20 de junio en Bogotá, cuando en horas de la madrugada hostigó a un grupo de trabajadoras sexuales trans en el barrio Santa Fe, hiriendo a varias con disparos de bala en sus prótesis. La situación es insostenible. Nos sentimos perseguidas, exterminadas y tenemos una sensación de impotencia difícil de explicar sin lágrimas.

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¿Por qué una alcaldesa abiertamente lesbiana y que se hizo elegir abanderando a las familias diversas permite que este tipo de actuaciones sucedan? ¿No se suponía que ella como comandante en jefe de la fuerza pública en Bogotá evitaría tanto abuso?

Pura paja, la alcaldesa lesbiana pareciera tener una agenda en contra de los derechos de las personas trans y de las trabajadoras sexuales.

Claudia López, como buena representante del movimiento LGBT recalcitrante, ha demostrado que no es necesario pertenecer a un colectivo históricamente marginado para implementar medidas progresistas para todxs. La actitud y respuesta de López hacia las personas trans ha sido policiva e indolente. En primer lugar, la aplicación del Pico y género durante la cuarentena (una medida en la cual se restringía la movilidad de las personas basada en un criterio de género binario) nos expuso aún más a la vulnerabilidad, tanto que la Defensoría y la Personería se pronunciaron alertando sobre el aumento de los ataques transfóbicos. Por otra parte, las ayudas humanitarias para las trabajadoras sexuales y personas trans en medio de la pandemia han sido precarias y por último, respecto a la muerte de Alejandra Monocuco —a quien dejaron morir por negligencia— la Alcaldía de Bogotá se pronunció con mentiras y la alcaldesa afirmó que había habido «error». Un error motivado por la transfobia y la serofobia.

Es por eso que en el marco de la celebración del Orgullo TLGB invitamos a todos y todas a luchar por la igualdad, a comprometernos con la vida y la libertad para todxs. A exigir que no haya más compañeras asesinadas ni violentadas. Recordemos a Marsha y no nos contentemos con una libertad a medias, o para un grupo sí y para el otro no (eso es ser un hipócrita antiderechos); tenemos que revestirnos de empatía y luchar para que nadie se quede atrás. Replanteemos nuestros objetivos y demos las discusiones aplazadas: educación popular, regulación del trabajo sexual, legalización de las drogas, desfinanciación a la policía, y aborto libre y seguro para todxs.

Hagamos realidad un movimiento interseccional y desmercantilizado, un espacio en el que usemos el poder político de nuestros cuerpos diversos para exigirle al Estado y a la sociedad que respete nuestras vidas, que el cuerpo de una mujer con pene y de un hombre con vagina son sagrados y no merecen el exterminio. Estamos desapareciendo poco a poco y lo único que nos queda es la movilización social para hacernos respetar. Nuestros cuerpos serán sinónimo de transformación social.

A lo largo y ancho del país hemos visto cómo las organizaciones trans hemos unido esfuerzos para ayudar a nuestras pares. La inmanencia de la cuarentena y el COVID-19 nos ha puesto en una situación de vida o muerte, en la cual estamos solas y tenemos que responder como lo que somos, un tejido de cuidado y amor. Desde la Red Comunitaria Trans nos hemos visto en la obligación de aplicar estrategias comunitarias de emergencia: hemos logrado entregar más de 1.000 subsidios económicos y más de 1.000 mercados a mujeres trans trabajadoras sexuales. Las organizaciones trans nos convertimos en el escudo de muchas y estamos poniendo el cuerpo y la cara para solventar las necesidades básicas de las compañeras que más lo necesitan en este período difícil.

* Si estás en Bogotá, únete a el próximo 3 de julio a #Yomarchotrans. Nos vemos en la Torre del reloj del Parque Nacional a las 5:00pm.