El skateboarding ha sido un deporte donde históricamente predominaron los hombres; y no porque las mujeres sean más débiles, menos rápidas o tengan menos agilidad en sus movimientos.
Pocas personas recuerdan a Patti McGee, la primera mujer en convertirse en profesional de esta disciplina a los 19 años y quien ganó el Campeonato Nacional Femenino de Skateboard en 1964 en Estados Unidos, competencia en la que logró un ride a 75 kilómetros por hora sobre la tabla. Fue también McGee la primera representante del género en entrar en el Skateboarding Hall of Fame en 2010. Pocos medios han reconocido a Elissa Steamer, quien desde 1989 fue considerada una de las mejores profesionales en el deporte; quien ganó la primera competición Women’s Skateboard Street en el Slam City Jam en 1998 y más tarde fue la primera mujer patinadora en ser parte del videojuego de Tony Hawk. Y por supuesto, pocos hombres han reconocido el talento de Leo Baker, una de les patinadorxs no binarias más jóvenes en ganar una medalla en los X Games a los 13 años.
Videos by VICE
Traer a nuestra memoria el recorrido de lucha de estas mujeres nos lleva a entender cómo las nuevas generaciones están ocupando, poco a poco, un espacio de igualdad en el universo del skateboard. Si ir más lejos, este año se celebrará la incorporación de este deporte como nueva categoría de competición en los Juegos Olímpicos en Tokio, donde competirán tanto mujeres como varones dentro de las dos ramas: Park y Street.
Girls Can’t Skate: retratos de una comunidad
Jordana Bermúdez es mexicana y hace dos años se mudó a la ciudad de Nueva York. Trabaja como fotógrafa documental de forma independiente y expone los problemas de las mujeres y la desigualdad de género en distintos espacios. Girls Can’t Skate es un proyecto multimedia que trata una comunidad skateboarder exclusivamente femenina y no binaria en un parque de patinaje en el Lower East Side de Manhattan, Bronx y Brooklyn. En este proyecto Bermúdez logra explorar la pasión compartida y la resiliencia de estas mujeres que celebran el empoderamiento femenino sobre las ruedas de un skate.
VICE: ¿Cómo nació el proyecto de Girls Can’t Skate?
Jordana Bermúdez: Sucedió en New York, mientras caminaba por la ciudad me encontré con la comunidad de mujeres practicando skate y me llamó la atención. Justo había visto un documental que se llama Minding the gap, dirigido por Bing Liu, que se trata de la comunidad de Skateboard, pero de hombres y del estigma que hay con el deporte; y de alguna manera sentí que quería contar el otro lado. Cuando vi esta comunidad de mujeres y no binaries la noté fuerte, unida, me sentí realmente a gusto fotografiándola y quise mostrar el empoderamiento de la mujer desde otra perspectiva.
Luego, el proyecto tiene dos fases, la primera parte fue previa a la pandemia. La segunda parte ya no podíamos estar afuera, varias de las skateboarders no podían salir a patinar, así que de ahí saqué algunos retratos en FaceTime y aparte hice GIF por medio de los videos que ellas me enviaban cuando lograban salir y con algunos que yo tomé antes del confinamiento.
¿Vos patinás?
No realmente, yo andaba en bicicleta o en patines en línea, siento que mi conexión con el skate viene por otro lado, de cómo somos capaces de crear comunidad en un espacio público como es un parque y por medio del deporte. Yo crecí yendo a parques todos los días y ahí conocí a mis amigos.
Me llama la atención que se hable del sentido de comunidad teniendo en cuenta que no es un deporte que necesite de un equipo para practicarlo, sino que es individual. Una persona con su skate ya puede ser la mejor y ganar campeonatos ¿Cómo explicarías el sentido de la comunidad en este caso?
Creo que es interesante ver cómo se comportan los hombres por un lado y las mujeres y no binaries por otro, en el contexto del skateboard. Las mujeres y no binaries forman grupos para practicar juntes, se reúnen para enseñarse trucos. Siento que la comunidad nace porque ser mujer e ir sola a un parque sigue siendo desafiante y ahí está la necesidad de formar grupos, para crear espacios más seguros a la hora de practicar.
¿Cuáles son las diferencias más notorias entre géneros, aparte de la que acabas de nombrar, dentro del mundo del skate?
Puedo hablar solo de la ciudad de Nueva York, ahí todavía vemos más hombres en los parques; sin embargo, la pandemia también ha provocado un aumento en el interés por el skate, ya que las personas buscan nuevas formas de recreación al aire libre y formas alternativas de transporte y ahora hay muchas más mujeres y no binaries patinando, creando grupos y organizando eventos alrededor de la ciudad de Nueva York. De todas maneras creo que hay un avance, el skateboarding va a ser parte de las olimpiadas por primera vez y los equipos estarán formados por mujeres y hombres, eso es un gran logro dentro de la brecha de género.
Conozco una comunidad en Bolivia llamada Imilla, significa jovencita en quechua, que es una comunidad femenina de skaters donde usan las faldas típicas de país. Digamos que integran la cultura a través del deporte. ¿Viste en estas comunidades en Nueva York algo que destaque la cultura norteamericana?
Es interesante. Bueno, si noté que Nueva York es una ciudad más avanzada en temas de diversidad comparada con otras ciudades. Hay un choque de culturas. Por otro lado, cada quien tiene un estilo propio y único. Más que un deporte, el skateboarding es una forma poderosa de autoexpresión. De identidad. Culturalmente es lo que puedo destacar ahora. Definitivamente la capacidad de integrar tan abiertamente la diversidad, la identidad y la libertad de expresión en el deporte es algo cultural.
¿Sentís que también formás parte de la comunidad aunque no patines?
¡Claro que sí! Me volví parte de ella con el tiempo aunque no patine ni nada. Me hice amigas allí, hablé mucho con ellas, pasé horas en el sitio donde patinaban con la cámara. El sentido de comunidad es muy potente, su forma de lucha contra el sistema patriarcal es más fuerte que cualquier otra cosa. Terminé siendo parte por el respeto que le tuve a esos retratos. A mí no me interesaba mostrar el skateboard como un deporte de personas vagas. Ese estigma existe y sin embargo no era lo que me interesaba transmitir. Yo quería romper con los roles de género tradicionalistas, retratar a una comunidad que comparte una cosa en común: una pasión por el skate que ha moldeado quiénes son, de maneras igualmente diferentes, pero únicas; una comunidad donde enseñan a niñas pequeñas a patinar, donde todas esas mujeres y no binaries ponen todo su corazón en un truco cada vez y donde no todas viven en la misma zona y sin embargo se trasladan para patinar juntas en diferentes parques alrededor de la ciudad de Nueva York.
Cuando estabas en el sitio ¿Veías si los hombres estaban dispuestos a ceder un poco de espacio a las mujeres?
Creo que muchos hombres siguen siendo un poco ásperos, algunos si estaban dispuestos y otros no tenían nada de predisposición. Los veía pasando bruscamente a su lado, cómo si las estuvieran desafiando y haciéndoles ver que no tenían que estar ahí. Luego estaban lo que querían ser inclusivos, pero se ponían en posición de maestros, intentando enseñar a las mujeres a hacer un truco correctamente, sin embargo es algo que sí está cambiando poco a poco, se ven también muchos hombres que han aprendido a dar un paso atrás y permitir que las mujeres y no binaries patinen y tengan espacio a la par.
¿De ahí viene Girls Can’t Skate?
Exacto. El nombre surge porque un día presentando mi proyecto en la escuela un compañero lo cuestionó: “¿Por qué estás haciendo este proyecto si las mujeres no saben hacer skateboarding?”. “¡Girls Can’t Skate!”, dijo en tono de burla, como si tuviese la razón. La realidad es que es un deporte que cualquier género lo puede practicar de la misma forma, entrenar, divertirse, caerse, lastimarse, aventarse a los mejores desafíos.
Seguí a Jordana y su proyecto aquí